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Este mundo del Amor infinito

Del número de enero de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando en el año de 1893 se celebraba la Feria Mundial en Chicago, Illinois, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science
Nombre que Mary Baker Eddy dio a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”., recibió invitaciones de varios de sus adeptos allí radicados para que fuera a compartir con ellos la hospitalidad de sus respectivos hogares. Ella contestó a esos planes para que fuera a deleitarse publicando una nota en The Christian Science Journal que decía en parte: “Yo tengo un mundo de sabiduría y Amor que contemplar y que nos concierne a mí y a vosotros infinitamente más allá de toda exposición o exhibición mundiales. Correspondiendo a vuestra amabilidad, yo os invito encarecidamente a que lo contempléis conmigo, y a que os preparéis a no perderlo de vista.” Esa nota quedó incluida subsecuentemente entre los escritos memorables de Mrs. Eddy que forman el libro Miscellaneous Writings (pág. 321 a la 322), haciendo así extensiva su invitación a todos los que lean su mensaje.

El lenguaje empleado en tan inusitada invitación implica lo cerca, no lo remoto que está este mundo del Amor. Evidencia también la invitación cierto apremio que tiende a inculcar a quien la lea el hecho de que el mundo a que se refiere nuestra Guía es de importancia inmediata para el género humano, así como la necesidad de prepararse para percibirlo. Eso nos da a entender que lo que contemplaba nuestra Guía y recomienda a la atención de sus adeptos no era un mundo soñado, sino el mundo de la realidad existente, el mundo que Dios hizo, el universo infinito de la Mente. Es lo que veía San Juan en la Isla de Patmos; lo que Cristo Jesús describía como el reino de los cielos.

El Maestro estaba preparado para contemplar esa vista sublime porque era de origen más que humano. San Juan y luego también Mrs. Eddy, la Descubridora de la Ciencia divina, se hallaban listos para esa visión dada la comprensión espiritual que se les había inspirado de Dios y Su creación. Tanto en el Apocalipsis como en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” sus autores han descrito en lenguaje inimitable la perfección y la majestad de la obra de Dios, desenvolviendo complementariamente las declaraciones sin par del primer Cristiano. Cuando el que lee esas obras halla su pensamiento purgado de los erróneos conceptos humanos y tocado por el significado puro del Amor divino, se eleva al punto de observación predominante desde el cual ve ante sí el universo que el Amor ha creado. Entonces la contemplación espiritual de la realidad, revelada como su comprensión individual, viene a ser finalmente su experiencia concreta.

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