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Instrucción en clase: la enseñanza de la Sra. Eddy

Del número de junio de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos Científicos Cristianos han pensado alguna vez: “¡Ah, si hubiera podido tomar instrucción en clase con la Sra. Eddy!” Algunos de los que tuvieron ese privilegio han compartido sus recuerdos del precioso tiempo pasado con nuestra Guía, que es obvio que estaba inspirada por la Mente divina. Como observó una de sus estudiantes: “Parecía como si las ventanas del cielo se hubieran abierto y la luz se hubiera volcado sobre nosotros mientras nos hablaba”. Citado en Julia Michael Johnston, Mary Baker Eddy: Her Mission and Triumph (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1946), pág. 149.

Sólo hay una enseñanza: el curso de instrucción establecido por Mary Baker Eddy, basado en el capítulo “Recapitulación” del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Independientemente de la persona que como resultado de la oración el estudiante elija como su maestro — y ésta es una sagrada decisión individual — las instrucciones de la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre requieren que el curso de instrucción se base en las verdades contenidas en este capítulo. La Sra. Eddy recibió la Ciencia Cristiana por revelación. Fue instruida por Dios, obteniendo su comprensión de la Mente divina y única. La Sra. Eddy fue una fiel escriba de la Verdad. El uso que hacemos actualmente de su instrucción en “Recapitulación” asegura la pureza de la enseñanza, así como su continuidad. Al considerar el valor de esta clase, podríamos pensar en la afirmación de Simón Pedro a Cristo Jesús, a quien nuestra Guía tan sinceramente siguió: “Tú tienes palabras de vida eterna”. Juan 6:68.

Lo instituido por nuestra Guía en el Manual respecto de la Junta de Educación Ver Man., Art. XXVIII-XXX. es una salvaguardia para la instrucción en clase. Los postulantes a la clase Normal — la clase para los maestros de la Ciencia Cristiana — deben contar, entre sus aptitudes, una firme base y un firme conocimiento de la Ciencia Cristiana, y un exitoso ejercicio de su práctica sanadora. Aquellos que son elegidos reciben instrucción de un maestro experimentado sobre la forma de exponer el curso de manera organizada y metafísicamente correcta. Los que obtienen el título de C.S.B. están, por lo tanto, calificados y preparados para enseñar.

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