Mary Baker Eddy se refiere a la Ciencia Cristiana como una revelación que le fue divinamente otorgada y que ella descubrió históricamente. Ambas declaraciones son compatibles, porque definen la coincidencia de lo divino con lo humano, la reconciliación de la revelación y la razón, como ocurrió en su experiencia religiosa. Representan la inseparabilidad de la persona con su ideal, como siempre ha sido el caso en lo que respecta a la verdad revelada.
Al igual que los preceptos divinos del Decálogo fueron revelados mediante el hombre Moisés, mediante su consciente comprensión de la ley de Dios, así la metafísica divina que la Sra. Eddy percibió, ella la percibió necesariamente mediante su consciente individualidad humana. Por lo tanto, la experiencia de su vida, como la Descubridora, Fundadora y Guía de la Ciencia Cristiana, está inseparablemente unida a su ideal inmortal.
Es por eso que la historia personal de la Sra. Eddy —con sus costosas luchas y estimables triunfos— sólo puede ser entendida correctamente mediante la comprensión de sus escritos. De ahí que también sea verdad que sus escritos no pueden ser comprendidos cabalmente sin una apreciación correcta de su vida y su misión.
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