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“Me invocará, y yo le responderé”

Del número de noviembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


 Este versículo del Salmo 91 (ver. 15) es una promesa de Dios, y nos alienta a que en todo momento y bajo toda circunstancia, pongamos toda nuestra confianza en Dios, sabiendo que nuestro amoroso Padre-Madre siempre está con nosotros y responde a todas nuestras necesidades.

La Biblia ofrece, desde el Génesis al Apocalipsis, una prueba tras otra de que la oración es eficaz y puede liberarnos de todas las dificultades, como demostró Cristo Jesús, nuestro Ejemplo divino, en sus obras sanadoras. Gracias a que estaba en constante comunión con Dios, Jesús encontró soluciones para resolver situaciones que parecían abrumadoras. Como es natural, sus discípulos querían saber cómo oraba él. Uno de ellos le pidió: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1), y Jesús contestó compartiendo con ellos lo que desde entonces se ha llamado el Padre Nuestro (Mateo 6:9-13), una oración tan útil y práctica hoy, como lo fue hace 2000 años.

Jesús también dio a sus seguidores tres preciados preceptos en un corto preámbulo antes del Padre Nuestro (Mateo 6:5-8):

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