“Nuestros pensamientos y oraciones están con ellos” es una expresión que ha sido muy criticada últimamente. Se la acusa no sólo de ser una frase sin sentido, sino de esconder una mentalidad que no está realmente dispuesta a hacer algo útil. De hecho, muchos ven la oración y la espiritualidad como la parte más pequeña de la ecuación, en el mejor de los casos, en lo que se refiere a realizar la clase de cambio para bien que están sinceramente buscando.
Sin embargo, las herramientas disponibles para hacer cambios parecen ser penosamente limitadas. El contexto dentro del cual buscamos el progreso está a menudo restringido por multitud de nociones preconcebidas respecto a lo que es siquiera posible; puede parecer como si las vías para el mejoramiento deben necesariamente basarse en recursos físicos, personalidades influyentes y mera fuerza de voluntad.
Por supuesto, muchas luces están brillando por todo el mundo también. Hay personas y grupos que están encontrando formas de pensar totalmente innovadoras, y que se sienten humildemente impulsadas por ideales universales a quitar del camino los obstáculos y limitaciones del pasado. Aun así, lo que nos beneficiaría a muchos de nosotros que buscamos un cambio para bien es una base completamente diferente sobre la cual resolver problemas; una nueva serie de herramientas; una esperanza arraigada en algo que está más allá de las fronteras de los recursos limitados y el poder personal.
La Ciencia Cristiana puede ofrecer esa esperanza y una metodología clara para lograr un progreso significativo; para encontrar ideas eficaces, arraigadas en perspectivas espirituales, que conduzcan a lo que puede parecer un cambio imposible. Como Jesús dijo una vez: “...la mies es mucha, mas los obreros pocos” (Mateo 9: 37). Por lo tanto, si la demanda es grande, y las herramientas existen gracias a lo que la Ciencia Cristiana enseña, ¿cómo pueden quienes están dispuestos a ser “los obreros” —tú y yo— ayudar a unirlos?
Una conferencia de la Ciencia Cristiana es una forma de hacerlo.
Los asistentes a las conferencias a menudo comentan después que las ideas de la conferencia aliviaron temores, los inspiraron a hacer cosas nuevas y transformadoras, y hasta sanaron un determinado dolor o problema. Este año, el Cuerpo de Conferenciantes ha sabido de curaciones que ocurrieron en relaciones y en lugares de trabajo, y de dolencias tales como demencia, tumores, artritis, pérdida del gusto y el olfato, lesiones producidas por accidentes, y alcoholismo, por nombrar apenas algunas. Incluso algunos grupos pequeños que auspiciaron una conferencia en áreas en las que casi no habían notado un nuevo interés en la Ciencia Cristiana durante años, informaron haber tenido conferencias en las que entre el 50 y el 75% de los asistentes concurría a una conferencia de la Ciencia Cristiana por primera vez. Lo más común que oímos en las fructíferas historias que nos cuentan es que los miembros sienten que el Espíritu los está conmoviendo mental y genuinamente en nuevas direcciones.
Mientras vemos el trabajo conjunto entre los miembros del Cuerpo de Conferenciantes y quienes auspician las conferencias, hemos estado considerando cómo las características de la profundidad, la accesibilidad y el afecto sincero son esenciales para que las conferencias sean eficaces.
Profundidad
Las conferencias de la Ciencia Cristiana tienen el propósito de explorar algunas de las ideas más profundas, revolucionarias y únicas que la Ciencia Cristiana tiene para ofrecer al mundo. Una de las formas de hacer esto es enfrentar las percepciones fundamentales respecto a lo que se está desarrollando en el pensamiento acerca de la salud, la ciencia, la sociedad y la espiritualidad. Las ideas más sencillas tan esenciales en las enseñanzas de Jesús son infinitamente profundas. Y la profundidad y el valor de la Ciencia Cristiana se ven en la forma en que explica cómo esas ideas se aplican a nuestras vidas y a lo que nos concierne; cómo y por qué esas perspectivas sanan; cómo pueden ser verdaderas aun cuando no parezcan serlo, y cómo puede probarse ese hecho.
Accesibilidad
Es posible tener un mensaje que sea profundo y universalmente accesible a la vez. Puesto que, por naturaleza, el Cristo —la Verdad sanadora que viene a cada persona de una forma que pueda comprender— llega a nosotros en muchas formas distintas, nuestros esfuerzos por transmitir un mensaje profundo y accesible a la vez, consiste en que nuestra comunicación sea semejante a la del Cristo. Esto nos ayuda a pensar en cómo compartir la Ciencia Cristiana de una forma que sea adecuada para cada persona. Significa transmitir un mensaje puro y exacto, y estar a la vez humildemente abiertos a todas las formas en que ese mensaje puede expresarse. Significa explicar y aclarar términos que pueden significar muchas cosas distintas para la gente, y mostrar la lógica gradual que explique a cada individuo las ideas de una forma que pueda confortablemente comprender y considerar para sí mismo.
Afecto sincero
Queremos estar seguros de que el amor resplandezca a través de nuestro trabajo, y que ese afecto universal se sienta en cada conferencia. El propósito de una conferencia no es meramente ser una presentación intelectual acerca de la Ciencia Cristiana, sino una experiencia palpable con la Ciencia Cristiana misma. No hay palabras que puedan reemplazar el poder del Espíritu. Es el Espíritu el que sana, y nuestro trabajo con los miembros de la iglesia que auspician la conferencia es llevar a todos a la mesa como comensales de igual categoría al reconocer y sentir la presencia del Espíritu Santo, y atestiguar que todos los asistentes a la conferencia también pueden sentirla.
Esta clase de características ayuda a que quienes asisten a la conferencia para conocer la Ciencia Cristiana vean que hay razones válidas para creer que las oraciones y el pensamiento inspirados pueden llevarlos a progresar en las áreas que les interesan, y en el nivel en el que se encuentren.
Como parte del trabajo mundial que realiza el Cuerpo de Conferenciantes este año, un par de conferenciantes orarán y se concentrarán especialmente en dos áreas específicas. Una de ellas son las conferencias en los salones de clase, y la otra se refiere a las conferencias para los miembros de habla hispana y de habla portuguesa que residen en los Estados Unidos. En los próximos números de El Heraldose publicarán artículos que ofrecerán más detalles sobre estas áreas.
El mundo anhela encontrar sendas de progreso que traigan un cambio genuino para bien. Necesita que todos nosotros vivamos y probemos en nuestras actividades diarias y en nuestras comunidades lo que la Ciencia Cristiana explica que es posible mediante las oraciones y los pensamientos espiritualizados. Las vidas que se viven de esta forma son “el mejor sermón jamás predicado”, como Mary Baker Eddy lo expresa en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras(pág. 201). Incluida en él está la forma en que todos transmitimos y compartimos abiertamente lo que nos está animando e inspirando, y una conferencia de la Ciencia Cristiana es una parte única e integral de ese compartir.
Tom McElroy
Gerente del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana
La lista completa de los miembros del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana se puede encontrar en elheraldocc.com/conferenciantes.