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Original Web

El gobierno propio es un derecho inalienable

Del número de octubre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 28 de junio de 2021 como original para la Web.


Un amigo en una ocasión me preguntó qué es lo que más me gusta de lo que enseña la Ciencia Cristiana. Tengo muchas cosas favoritas, pero una de las que más me inspiran y agradezco es la idea de que “Dios ha dotado al hombre con derechos inalienables, entre los cuales están el gobierno de sí mismo, la razón y la conciencia” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 106). La idea de que el gobierno de sí mismo es un derecho divino puede librarnos de todo tipo de limitaciones, o cualquier cosa que no esté en línea con la ley de Dios, el bien. Beneficia todos los aspectos de nuestra experiencia: nuestra salud, las relaciones, incluso las finanzas. Este derecho divino se basa en que Dios es infinito y todopoderoso, además de totalmente bueno. No es una licencia para hacer lo que queramos. Expresar el autogobierno apropiadamente bajo el gobierno supremo de Dios bendice a los demás, y a nosotros mismos. A continuación de la cita anterior, Ciencia y Salud dice: “El hombre se gobierna a sí mismo debidamente sólo cuando es guiado correctamente y gobernado por su Hacedor…” 

Por ejemplo, el patriarca Abraham cambió el curso de la historia cuando, motivado por el deseo de glorificar a Dios, dejó la adoración de ídolos que practicaba su familia para sentar las bases de una nación fundada en el monoteísmo. Demostró que comprender que Dios lo gobierna todo, hace que sea natural expresar la libertad de gobernarnos a nosotros mismos guiados por Dios. Abraham no sólo fue bendecido, sino que aquellos que han confiado en el poder de Dios durante muchos siglos también han sido igualmente beneficiados.

Este sentido de autogobierno que preside bajo el reino de Dios, la Mente divina, nos permite sentirnos en paz o recuperarla. Por ejemplo, cuando un miembro de la familia impone una opinión poco útil, o cuando no estamos de acuerdo con el gobierno y la dirección de la política, el autogobierno espiritual nos libera de ser controlados, manipulados o intimidados. En lugar de temer lo que otros puedan pensar, a través de nuestro autogobierno consciente podemos abandonar el resentimiento o el encarcelamiento.

Ejercer un autogobierno adecuado, nos ayuda a comprender claramente nuestra relación inherente con Dios. Con autoridad bíblica, la Ciencia Cristiana enseña que somos en realidad espirituales, no materiales, la imagen y semejanza de Dios. Somos uno con el único Principio divino que lo gobierna todo. La Sra. Eddy describe esta unidad de la siguiente manera: “Así como una gota de agua es una con el océano, un rayo de luz uno con el sol, así Dios y el hombre, Padre e hijo, son uno en el ser” (Ciencia y Salud, pág. 361). En esta unidad, no hay ningún lugar donde podamos ir fuera del Amor infinito. Comprender esto nos da la capacidad para combatir el falso sentido de una individualidad separada de Dios, que a menudo no es pacífica en absoluto. 

Cada uno de nosotros tiene la capacidad de actuar basándonos únicamente en la dirección de Dios.

El autogobierno no consiste en tratar deliberadamente de controlar este “yo” mortal separado de Dios, sino en reconocer cada vez más su irrealidad. Ejercemos un autogobierno adecuado al basarnos en el hecho de que tenemos una individualidad espiritual que verdaderamente refleja a Dios. Cuando comprendemos esto, es natural dejar de lado las sugestiones o imposiciones sobre nuestro pensamiento que no están en línea con Dios, como son las reacciones y los impulsos faltos de afecto. También estamos facultados para liberarnos de meramente complacer a la gente, la intimidación y la dominación personal. 

De niña bailé mucho. Tuve algunas maestras encantadoras, pero en una clase, la maestra hacía comentarios que sonaban verbalmente abusivos. Durante toda la semana, me sentía ansiosa y estresada, y temía la idea de asistir a esta clase. Pero parecía imposible dejarla. Temerosa de lo que los demás y mi maestra pensaran de mí si dejaba la clase, continué soportando la situación.

Alrededor de esa época comencé a orar con un practicista de la Ciencia Cristiana sobre otros asuntos. Aprendí que, por ser la idea o la hija amada de Dios, no podía ser controlada por otro mortal ni sentir miedo de que me controlaran. Mis decisiones y acciones en realidad sólo podían ser dirigidas por Dios y solo por Dios. Lo único que necesitaba hacer era obedecer Su guía y reconocer el gobierno supremo del Amor divino.

Si bien cumplir con los compromisos es generalmente algo bueno, en este caso me sentí guiada por Dios a continuar en la clase solo hasta el recital y luego no regresar. La maestra estaba visiblemente molesta por mi decisión. Pero, según recuerdo, por primera vez las opiniones de los demás no me controlaron, porque sabía que me estaba apoyando plenamente en Dios en busca de dirección. 

Más tarde leí este pasaje en Ciencia y Salud que para mí verificó que había tomado la decisión correcta: “Nunca respires una atmósfera inmoral, excepto para tratar de purificarla” (pág. 452). Este santo consejo nos da la capacidad y el valor de defender lo que es correcto, de ser tratados como el hijo de Dios debe ser tratado, y de saber que se hace la voluntad de Dios, no la de otra persona.

Cuando vi a la maestra un año después, ella fue amable y agradable. Al verme a mí misma capaz de hacer el bien sobre la base espiritual de que soy hija de Dios, pude ver que ella era capaz de hacer el bien sobre la misma base. 

Esta lección acerca de mi capacidad de permitir que Dios gobierne mi experiencia ha establecido las bases para mi vida desde entonces. Cuando han surgido decisiones más importantes, he seguido cosechando los liberadores beneficios de esta preciada lección. Demuestra que podemos ser gobernados solo por Dios, y se siente una enorme libertad cuando se conoce y aplica en oración esta ley espiritual, ya sea que la situación sea una pequeña molestia o algo más grave y urgente. El gobierno de Dios y la comprensión de que lo reflejamos trae curación. 

Por ejemplo, como tuve que aprender en la clase de baile, si el miedo parece revocar nuestro poder para tomar nuestras propias decisiones, el remedio es saber que todo temor, incluido el miedo a ser controlado, es una imposición mental. Dicho temor es exterminado al reconocer la omnipotencia de Dios, y cuando el miedo de que otros nos controlen es eliminado de esta manera, nuestra experiencia comienza a cambiar. Vemos que todo está bajo el control de Dios, y cosechamos los beneficios de saber eso.

Puesto que Dios es todopoderoso y omnipresente, cada uno de nosotros tiene la capacidad y el derecho de tomar decisiones y actuar basándonos únicamente en la dirección de Dios. Cuando aprendemos que es natural que cada uno de nosotros exprese un autogobierno adecuado bajo el mandato supremo de Dios, estamos fuera del alcance de toda atracción mesmérica. No somos persuadidos por la influencia personal o cualquier otra cosa que intente actuar como un dios en nuestro pensamiento. Somos libres de recurrir a Dios en busca de toda guía y dirección. 

Estas palabras atemporales de Ciencia y Salud encapsulan el fruto natural de comprender qué nos gobierna verdaderamente: “Ciudadanos del mundo, ¡aceptad la ‘libertad gloriosa de los hijos de Dios’, y sed libres! Este es vuestro derecho divino” (pág. 227).

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Mary Baker Eddy, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 353

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