Cada filial de la Iglesia de Cristo, Científico, es necesaria en su comunidad y tiene su propio nicho que llenar. Una conferencia de la Ciencia Cristiana apoya la invalorable función que cumple cada iglesia filial.
“Cada individuo debe llenar su propio nicho en el tiempo y en la eternidad”, escribió Mary Baker Eddy, Fundadora del Movimiento de la Ciencia Cristiana y del Cuerpo de Conferenciantes de esta Iglesia (Retrospección e Introspección, pág. 70). Un nicho es algo único. Cada iglesia filial, así como cada persona que es miembro de ella, tiene un propósito único, ordenado por Dios, y es una expresión originada en Dios que no es igual a ninguna otra. No estamos hechos para desempeñar el papel de otra persona, ni para cumplir nuestro propio papel de la misma forma que otra persona cumple el suyo.
Cada comunidad local es también única, y la función que desempeña una filial en su comunidad es ordenada por Dios e invalorable; no puede duplicarse. Nuestros semejantes tienen la necesidad de tener salud y relaciones más afectuosas, y de liberarse de los hábitos de pensamiento y comportamiento que obstaculicen su progreso. La Ciencia Cristiana tiene algo único para ofrecer a esos corazones hambrientos. Sin embargo, a menudo nuestros semejantes necesitan aprender algo sobre la Ciencia Cristiana, o corregir determinados conceptos equivocados, antes de interesarse en saber qué tiene para ofrecer la Ciencia Cristiana. Y ese es precisamente el propósito de una conferencia de la Ciencia Cristiana.
Existe una conexión útil entre la premisa de que tenemos una razón impulsada por Dios para estar en nuestras comunidades locales, y la forma en que oramos por las conferencias de la Ciencia Cristiana que auspiciamos.
De cierta forma, una conferencia es como un tratamiento específico de la Ciencia Cristiana. La parte más importante del trabajo no depende de una actividad humana externa ni de un discurso. Por más valiosa que sea la conferencia propiamente dicha, en última instancia no son las palabras audibles las que sanan, ni es un individuo el que transforma la experiencia de otro. Es la Verdad misma, Dios, la que sana. Y la luz de la Verdad y el Amor divinos brilla a través de las oraciones específicas de los Científicos Cristianos y el conferenciante en beneficio de la comunidad local. La conferencia en sí y la participación comunitaria que genera son un medio para el amor eterno de Dios, que está siempre corrigiendo conceptos equivocados y guiando a las personas hacia lo que es bueno y verdadero.
A propósito, he oído este año que algunas personas se hacen la siguiente pregunta: Habiendo tantas conferencias de la Ciencia Cristiana por Internet, ¿por qué no podemos simplemente mirar o compartir el video de una conferencia organizada por otra filial, en lugar de tener que organizar una conferencia para nuestra propia comunidad?
Si bien mucha gente se ha beneficiado al escuchar una conferencia en línea auspiciada por otra filial o al auspiciar la transmisión de dicha conferencia en su Sala de Lectura, siempre hay algo único en organizar una conferencia adaptada a nuestra propia comunidad. Aunque muchos Científicos Cristianos oran diariamente por toda la humanidad, la oración específica que se hace conscientemente por nuestras comunidades es única. Nadie está en condiciones de llenar mejor ese nicho que las personas que viven allí.
Volviendo a nuestra comparación con el tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana, nadie podría leer o repetir los aspectos meramente externos del tratamiento de la Ciencia Cristiana de otra persona y esperar obtener resultados sanadores similares. ¿Por qué? Porque en el tratamiento sanador escuchamos las ideas inspiradas y específicas de Dios adaptadas a las necesidades y forma de pensar de determinada persona en un momento dado. Los problemas que enfrenta la humanidad no son tan únicos, pero las verdades espirituales que satisfacen cada necesidad humana están respaldadas por la inteligencia infinita, la Mente divina, y son nuevas y adaptadas para cada uno de nosotros a cada momento. De modo que, así como ocurre con el tratamiento, aun si el formato externo de una conferencia de la Ciencia Cristiana abarca temas similares a los de la misma conferencia dada en otra comunidad, las ideas inspiradas que sanan no dependen tanto de las palabras expresadas, como de la oración específica de la filial que la auspicia. Ver plenamente el valor de una conferencia es abrazar y valorar profundamente este esfuerzo mental espiritual por la comunidad local y comprender cómo funciona.
También vale la pena señalar que los conferenciantes dedican mucho tiempo y esfuerzo consagrado para orar por cada conferencia y cada comunidad. Los conferenciantes están entrenados para escuchar activamente la guía de Dios antes y durante la conferencia. Se esfuerzan por actuar siguiendo la inspiración específica que los ayuda a adaptar las ideas centrales de sus conferencias de modo de llegar al nivel de comprensión de las comunidades a las que la conferencia está dirigida.
El conferenciante y los miembros de la filial que organizan la conferencia trabajan como iguales, colaboradores que atestiguan la presencia y la actividad de la Verdad divina en la comunidad local, y que actúan según la inspiración específica que obtienen de sus oraciones.
Un problema esencial que podemos enfrentar juntos por medio de la oración es la persistente tentación de creer que los miembros de nuestra comunidad simplemente no tienen interés actualmente en lo que la Ciencia Cristiana ofrece. A menudo se llega a esta conclusión tras muchos años de probar distintos métodos para auspiciar conferencias y otras formas de comunicarse con la comunidad. Me atrevo a decir que este es uno de los principales conceptos equivocados que deben verse por lo que son y superarse. Sencillamente no se resolverá haciendo cambios exteriores o por el mero transcurso del tiempo, ni aceptándolo como cierto o como una realidad inevitable.
El hecho de que estamos en nuestras comunidades por una razón, y de que somos necesarios, debe verse como las dos premisas clave para llegar a la conclusión de que podemos elevar la atmósfera mental donde estamos, y manejar como una premisa falsa —no como una realidad— la apariencia de que nuestros semejantes están demasiado ocupados, son demasiado materialistas, están demasiado desalentados por conceptos equivocados, o que simplemente ignoran qué es Dios, o que están demasiado. . . lo que sea, como para ser receptivos a los recursos de la Ciencia Cristiana, que está aquí para salvarlos a ellos y salvar al mundo de toda clase de sufrimiento.
La salvación ha venido a la humanidad mediante el Cristo como explica la Ciencia Cristiana, y cualquier cosa que parezca interponerse en el camino de la capacidad de la humanidad para recibir y experimentar esa salvación, realmente no tiene el poder para distraer y mantener cautiva a la gente aunque parezca tenerlo. Enfrentamos un problema metafísico y lo vamos a resolver y dominar metafísicamente, es decir, exponiendo su falta de base y descubriendo más de la verdad de que Dios nos ha creado a todos inocentes, a Su semejanza, receptivos a la verdad y amando lo que es universalmente cierto para todos. Esta declaración no es abstracta, sino un hecho de la realidad que puede probarse a medida que damos nuestro consentimiento a Dios cada día para descubrir algo absolutamente nuevo respecto a la realidad y avanzamos sobre esa base.
Nuestros esfuerzos por sanar a nuestras comunidades producen también beneficios más amplios. Al considerar el nicho único que nuestros esfuerzos llenan dentro de nuestra comunidad, es natural que nuestras oraciones sean ilimitadas en su abrazo universal a la humanidad. Cumplimos de la mejor forma nuestro deber para con la humanidad cuando probamos tangiblemente la capacidad sanadora de la Verdad y el Amor divinos en nuestras propias vidas y comunidades. Como escribió Pablo: “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:5). Los otros miembros del “cuerpo en Cristo”, nuestros semejantes en todas partes, sienten los efectos de nuestros descubrimientos espirituales, así como nos benefician las oraciones y las pruebas sanadoras de los demás.
Llenar nuestro nicho único en nuestro abrazo sanador a nuestra comunidad local es parte del trabajo colectivo del Movimiento de la Ciencia Cristiana y tiene un efecto acumulativo. Dios da poder a nuestros esfuerzos humildes y sinceros, y multiplica los efectos de toda buena semilla sembrada. Gracias por todo lo que están haciendo.
Tom McElroy
Gerente del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana