Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Ideas espirituales: Una guía fiable para conseguir empleo

Del número de noviembre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 16 de agosto de 2021 como original para la Web.


No hace mucho, no pude evitar escuchar una conversación en español entre dos amigos quienes, como yo, estaban esperando en la fila para entrar a una tienda. Uno de ellos le decía al otro que necesitaba un sueldo más alto, y como no lo iba a poder conseguir en su trabajo actual, estaba pensando en buscar un segundo empleo. Esto significaría salir de su casa a las 6:00 de la mañana y no regresar sino hasta las 11:00 de la noche, lo que le privaría de disfrutar de su familia (su esposa y sus cuatro hijos pequeños), que lo necesitaban mucho. Pero no podía encontrar otra manera de ganar más dinero. 

Me sentía algo incómoda al escuchar esta conversación personal, pero finalmente me alegré de haberlo hecho.

Tan pronto como abrió la tienda, entré con todos, pero algo me impulsó a volver a mi coche para recoger un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Dudé por unos momentos si debía darle la revista al hombre, principalmente porque no sabía cuál sería su reacción. Sin embargo, los artículos y testimonios de curación, que nos hablan del amoroso cuidado y poder sanador de Dios, han sido una bendición tan grande para mí a lo largo de los años que pensé: ¿cómo no voy a compartirlo? Estas palabras de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras me vinieron al pensamiento: “Millones de mentes sin prejuicios —simples buscadores de la Verdad, fatigados peregrinos, sedientos en el desierto— aguardan expectantes descanso y refrigerio. Dales un vaso de agua fría en nombre de Cristo, y jamás temas las consecuencias” (Mary Baker Eddy, pág. 570). 

Encontré al hombre dentro de la tienda y le dije que debido a que el español es mi lengua materna, no había podido evitar entender lo que le estaba diciendo a su amigo, y quería darle una revista llamada El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Le aseguré que le iba a ayudar mucho. Se le veía muy entusiasmado y agradecido de que yo hubiera pensado en él, y me prometió leerlo de principio a fin. Cuando nos separamos, se despidió con una gran sonrisa.

Este incidente me obligó a orar sobre los desafíos de encontrar un empleo adecuado, y me recordó una experiencia que tuve hace años. 

En un momento determinado, me vi en la necesidad de conseguir un empleo con horario muy flexible para estar disponible para mi familia, que me necesitaba mucho en ese momento. Busqué y busqué sin éxito. Los pocos trabajos que encontré no me daban la flexibilidad que necesitaba. Además, la mayoría de ellos eran trabajos con los que no me identificaba y para los que no estaba capacitada.

Nuestra herencia divina es una provisión constante de ideas espirituales que responden a todas las necesidades humanas.

Mi familia (mis padres, hermanos y otros) empezó a preocuparse ya que el tiempo pasaba y no encontraba lo que estaba buscando. Había empleado tantas horas en esta búsqueda que estaba descuidando mi estudio de la Ciencia Cristiana; y decidí que sería mejor calmar mi pensamiento agitado y temeroso y dejar de buscar, ya que esto no me permitía sentirme en paz y cerca de Dios. Así que dediqué varias horas todos los días a obtener una mejor comprensión de mi verdadero propósito como hija de Dios. Quería sentir la presencia de Dios —del Amor divino— y escuchar la dirección del Amor en el silencio y la quietud de la oración. 

Cada día encontraba la inspiración y la guía necesarias en la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana (que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana), la cual se basa en las enseñanzas de Cristo Jesús, quien dijo: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?… Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:25, 26, 33). 

Solo habían pasado un par de días desde que inicié este devoto estudio y ya sentía una paz indescriptible y una completa confianza en que Dios me estaba guiando. Sabía que el Amor divino ya tenía un empleo preparado para mí, y que solo me quedaba reconocerlo. Nuestra provisión de bien proviene de nuestro Padre-Madre Dios —del Espíritu, nunca de la materia— en forma de ideas espirituales. 

Había una casa en la ciudad donde vivía que había estado a la venta desde hacía ya mucho tiempo, pero no habían logrado venderla. El dueño la vendía por su cuenta, y un día, mientras yo miraba la casa y apreciaba lo bien cuidada que estaba, me vino este pensamiento: “¿Por qué no contactas al dueño y lo ayudas a venderla?”. Esto me asustó. Dije: “Padre, no puedes pedirme algo así. ¡No tengo ninguna experiencia en el campo de la inmobiliaria!”. E inmediatamente descarté la idea. Pero al día siguiente, después de mi estudio y oración, de nuevo me vino el mismo pensamiento, y empecé a prestarle atención.

En mi país, en aquella época, cualquiera podía ayudar a un propietario a vender su casa, siempre y cuando no estuviera envuelta una agencia inmobiliaria en la transacción. Cuando se vendía la casa, el propietario remuneraba al ayudante en base a un acuerdo financiero previamente convenido. 

Con la confianza en que Dios me estaba guiando, contacté al dueño de la casa, y él estuvo de acuerdo en dejarme que lo ayudara a venderla. Cinco días después de comenzar, encontré un comprador. Dios me había mostrado un talento que no sabía que tenía. Esto me animó, y continué ayudando a familias a vender sus casas, con mucho éxito. El trabajo me proporcionó no solo los ingresos que necesitaba, sino también los horarios flexibles.

Cuatro años más tarde, una vez más me sentí divinamente guiada para cambiar de carrera, y comencé la práctica como enfermera de la Ciencia Cristiana. Después de tomar esta decisión, sucedió algo interesante. El director de una reconocida agencia inmobiliaria de la ciudad que había estado siguiendo mis ventas me pidió que les hiciera el favor de trabajar para ellos. Le agradecí que hubiera pensado en mí y le dije que ya había empezado a dedicarme a otra profesión. Me aseguró que el trabajo que me estaba ofreciendo no era el de vender casas, sino que quería contratarme para que entrenara a su personal de ventas y les enseñara mis técnicas. Cuando le dije que nunca había tenido ningún entrenamiento de ventas, él no podía creerlo. Le aseguré que sólo seguía la guía de Dios en cada casa que había vendido. Se quedó admirado. 

Mis años de servicio como enfermera de la Ciencia Cristiana me dieron una tremenda satisfacción, pero más que nada apoyó mi crecimiento espiritual, llevándome con el tiempo a la práctica de tiempo completo de la Ciencia Cristiana. 

Cuando pienso en estas experiencias a la luz de la conversación que escuché en la tienda recientemente, me lleno de gratitud por la Ciencia Cristiana y por El Heraldo. Y me sentí obligada a compartir mi propia historia con la esperanza de que ayudará a aquellos que la lean a ver que el Amor divino siempre prepara el trabajo correcto para nosotros y nos prepara para desempeñarlo.

Aunque no he visto al hombre de la tienda desde que conversamos, confío en su palabra de que leería El Heraldo, y en que lo bendecirá como me ha bendecido a mí. Los artículos y testimonios de curación incluidos en cada número siempre me recuerdan que todos somos hijos e hijas del mismo Padre-Madre Dios, y nuestra herencia divina es una provisión constante de ideas espirituales que responden a todas las necesidades humanas.

More in this issue / noviembre de 2021

La misión del Heraldo

 “...para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.