La Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, contiene relatos de curaciones espirituales que tratan sobre condiciones físicas, morales y psicológicas. Sin embargo, tales curaciones no son un fenómeno del pasado. A través de la oración, como aprendemos en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), nosotros también hoy podemos experimentar el poder salvador de Dios.
Nuestro Mostrador del Camino, Cristo Jesús, para sanar al enfermo no usaba sistemas complicados de cirugía ni tratamientos médicos prolongados. Él sabía que el hombre era bueno, espiritual y perfecto, hecho a semejanza de su divino Padre, y esta manera de ver al hombre se manifestaba en curación. Además de los relatos de las personas que ayudó, el Evangelio nos da sus enseñanzas para que todos podamos hacer como él hizo hace veinte siglos. Jesús dijo, como figura en el Evangelio según Juan: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. Juan 14:12.
Yo experimenté el poder sanador de esta promesa hace aproximadamente cinco años. Estaba padeciendo de un problema de salud que los médicos diagnosticaron como cáncer a los pulmones, y al mismo tenía problemas en el estómago. A pesar del empeño que pusieron los especialistas en ayudarme, mi situación empeoraba. Los dolores eran fuertes y me era difícil aceptar alimentación alguna. Continué con los tratamientos médicos hasta que me enteré de que estaba desahuciado y sin ninguna posibilidad de curación.
La curación espiritual es una curación permanente.
Una amiga, que se hallaba de paso por mi país, vino a visitarme, y al verme en ese estado, me habló acerca de la Ciencia Cristiana y me proporcionó un ejemplar de El Heraldo de laCiencia Cristiana. Me puse en contacto con un practicista de la Ciencia Cristiana; los practicistas son personas que devotamente dedican todo su tiempo a la curación a través de la oración. También comencé a asistir a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y a estudiar la Lección Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Esta Lección está compuesta de selecciones de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras escrito por Mary Baker Eddy.
A los dos meses de esto, empecé a recuperarme, y más tarde recobré totalmente mi salud. Cuando los médicos tuvieron que examinarme otra vez, comprobaron que yo estaba bien. Desde entonces, he tenido otras experiencias y pruebas del poder sanador del Amor divino. Me hice miembro de la iglesia filial y de La Iglesia Madre. Por todo esto estoy muy agradecido.
Ciencia y Salud declara: “La medicina del Científico Cristiano es la Mente, la Verdad divina que hace libre al hombre. Un Científico Cristiano nunca recomienda la higiene material y jamás manipula. No infringe los derechos de la mente, ni tampoco puede practicar el magnetismo animal o hipnotismo”.Ciencia y Salud, pág. 453–454.
La Ciencia Cristiana no es una colección de teorías filosóficas o metafísicas, sino que es la demostración palpable de la realidad espiritual, que está al alcance de todos los que sinceramente buscan conocer a Dios. Como Cristo Jesús lo puso en claro cuando escogió a los discípulos, no necesitamos ser grandes eruditos o teólogos para ser sanados de esta manera. Basta con comprender que para Dios todas las cosas son posibles, que Él no conoce nada que sea opuesto a todo lo que es perfecto. En los Salmos leemos: “Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan”. Salmo 119:2.
El cambio que produce la oración, es más que sanar el cuerpo. Nos brinda una nueva visión de nuestra espiritualidad
Cuando con honestidad y responsabilidad nos proponemos seguir este camino cristiano, tomando la cruz, siendo fieles estudiantes y esperando con paciencia a Dios, vemos cuantos acontecimientos maravillosos ocurren en nuestra existencia humana: salud, provisión, afecto, confianza, seguridad, y en nuestro bienestar en general. La creación de Dios — que nos incluye a usted y a mí— es espiritual, completa y buena. Por lo tanto, Él no creó la enfermedad, el sufrimiento, la discordia, la pobreza, el pecado ni la muerte. Cuando decimos que Dios nunca creó la enfermedad, el pecado ni la muerte, estamos aceptando los hechos divinos de la Ciencia Cristiana, que nos permiten probar el valor de la confianza en la omnipotencia de Dios y en la supremacía del bien. Cuando hacemos esto, percibimos con mayor claridad que es imposible que exista otro poder o inteligencia que anule o perturbe la armonía universal. Esto no quiere decir que los Científicos Cristianos pasan por alto los problemas, sino por el contrario, los encaran con inteligencia, sabiduría, prudencia, con la Verdad que sana.
Tomar tal actitud espiritual exige algo de nosotros mismos. Tenemos que aprender a cambiar nuestra antigua manera de pensar y ponerla de acuerdo con lo que es el amor, con lo perfecto y científico. Debemos comprender que el hombre es la imagen de Dios, o reflejo de Dios, y dejar que nuestra propia vida exprese esta naturaleza espiritual. Esta comprensión absoluta y sin reservas es lo que produce la curación.
La curación cristiana descansa en una base fuerte y segura, debido a que resulta de las promesas que hizo Dios en las Sagradas Escrituras. Estas promesas y su aplicabilidad en nuestra vida se explican en detalle en Ciencia y Salud.
La curación espiritual en una curación permanente. El cambio que produce la oración, es más que sanar el cuerpo. Nos brinda una nueva visión de nuestra espiritualidad. Esta regeneración interna previene la recaída. Literalmente nos forma “de nuevo”. Cuando, después de haber pasado por alguna creencia en la enfermedad, de pronto nos encontramos sanos, es prueba de que Dios está manifestando su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia, y que Su poder no está distante sino que más bien siempre está con nosotros.
Dios, en Su infinita bondad, constantemente nos está enviando bendiciones, y nos toca a nosotros preparar nuestro corazón para recibirlas. Esto significa espiritualizar el pensamiento, confiar toda nuestra vida a Él, y esforzarnos por vivir en armonía con el reino del Espíritu. ¡Cuánta paz y tranquilidad sentimos como resultado!
Jehová recompense tu obra,
y tu remuneración sea cumplida
de parte de Jehová Dios de Israel,
bajo cuyas alas has venido
a refugiarte.
Rut 2:12