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No a pesar de, sino en razón de...

Del número de enero de 1950 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un estudiante de la Christian Science se hallaba preocupado a causa de un problema que no cedía prontamente a la verdad espiritual que había aprendido en la Christian Science, a saber, que el Dios perfecto crea un hombre perfecto. Al orar sinceramente para que Dios le revelara la lección espiritual que necesitaba aprender, se sintió impelido a estudiar cuidadosamente el padrenuestro (Mateo, 6:9–13). Notó que en esta oración Cristo Jesús comenzó por reconocer la perfección de Dios: “Padre nuestro, que estás en los cielos: Santificado sea Tu nombre.” Seguidamente, percibiendo que un Dios perfecto debe crear y mantener un universo perfecto, el Mostrador del camino declaró: “Venga Tu reino. Sea hecha Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”

Luego el Maestro se refirió a nosotros, al individuo: “Danos hoy nuestro pan de cada día.” El estudiante pudo apercibirse de que en vez de seguir el ejemplo de la oración de Jesús, había estado declarando la perfección de Dios y del hombre individual, mas desatendiendo la verdad acerca del hombre considerado colectivamente, o sea la manifestación completa de Dios, la cual incluye a todas Sus ideas. Resolvió atenerse fielmente al padrenuestro, dedicando cierto período de tiempo a la exclusiva meditación sobre la naturaleza de Dios; luego, otro período a la comprensión del universo verdadero, el reino de Dios; y por último, se dedicaría a la contemplación del hombre individual.

Al meditar sobre la naturaleza de Dios, el estudiante se puso a estudiar la definición de la Deidad que aparece en la página 465 del libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, y que dice lo siguiente: “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, infinitos, incorpóreos, divinos y supremos.” Se esforzó como jamás lo había hecho antes por reverenciar en su pensamiento estos siete términos tan bien definidos que describen a nuestro Padre celestial, el Ser supremo e infinito, a fin de adquirir una comprensión más profunda del significado de cada uno de ellos.

No había procedido muy lejos cuando una sugestión de interés personal trató de apoderarse de su pensamiento, arguyendo que ahora le correspondía contemplarse a sí mismo como manifestando las cualidades espirituales de Dios. Refutó vigorosamente esta sugestión, declarando: “Yo tengo el derecho divino de meditar ininterrumpidamente sobre Dios.” Tres veces tuvo que silenciar este clamor de reconocimiento propio a fin de poder dedicarse enteramente a reverenciar a su Padre celestial.

Luego, el estudiante se detuvo por algún tiempo en la contemplación del solo y único universo perfecto, creado y mantenido por Dios. Percibió que ya que la creación es el reflejo perfecto de Dios, no puede incluir ninguna cualidad desemejante a El. De manera que debe ser un universo de Amor, en el cual no hay odio, resentimiento ni venganza. En la página 340 de Ciencia y Salud leemos: “El Amor divino es infinito. Por lo tanto, todo lo que realmente existe, está en Dios, emana de El y manifiesta Su amor.”

Cuando había percibido, por medio del sentido espiritual, algo del universo del Amor, vió que este eterno universo no incluye errores, fallas ni discordancia alguna, pues la creación de Dios sólo manifiesta la naturaleza de la Verdad. Luego, el estudiante expresó su devota gratitud por cada prueba de esta verdad que le había tocado presenciar. Ahora se le revelaba que puesto que la creación no es material sino la expresión del Alma, ella refleja belleza, armonía y libertad. Percibió además que el universo espiritual, o sea el único, no es un universo caótico, de casualidades y confusión, sino que al contrario expresa el Principio, la ley y el órden.

Seguidamente pudo percibir que el universo de Dios es la manifestación de la Vida divina, en la cual no existe la más pequeña sugestión de muerte. Reconoció que en este universo divino nadie ni nada muere, pues la manifestación de Dios expresa Vida. ¡Cuán claramente se manifestaba el hecho de que el mundo de Dios no es ignorante y estúpido sino que es la creación de la inteligencia y la sabiduría! Dios es Espíritu, Mente infinita; de ahí que Su creación tenga necesariamente que ser espiritual e ilimitada.

Cuando finalmente se puso a meditar sobre su individualidad verdadera, el estudiante descubrió que se hallaba libre. Es lógico que puesto que la manifestación total de Dios es perfecta, cada manifestación individual necesariamente comparte de la naturaleza del todo.

Muchos hoy día están tratando de mantenerse armoniosos, sanos, libres y perfectos, a pesar de vivir en un universo imperfecto. Esto no puede lograrse si se acepta como una realidad el concepto de un universo material e imperfecto, sujeto al pecado, la enfermedad y la muerte. Sería lo mismo que tratar de conservar una buena manzana en un barril de manzanas ya echadas a perder — tarea ciertamente difícil. Pero conservar una buena manzana en un barril junto con otras manzanas buenas es cosa sencilla. No le es difícil al hombre permanecer perfecto en el reino de Dios, pues el hombre expresa a Dios, el bien, eternamente. Todos tenemos que elevar nuestro concepto del universo hasta que lo veamos tal como es — creado por Dios, absoluto y perfecto. Entonces comprenderemos que en realidad somos individualmente perfectos, libres y completos, no a pesar de algo que se llama creencia material sino en razón de la omnipresencia de Dios, el bien.

Cuando tratamos de ser perfectos a pesar de las creencias de la teología falsa, de la materia médica o de la mala práctica, que pretendan manifestarse en nuestro derredor, puede que seamos sinceros en nuestros esfuerzos por manifestar la perfección individual, pero nunca tendremos éxito hasta que no hayamos negado e invertido la mentira de que estamos rodeados de un mundo imperfecto y hasta que no hayamos reconocido la perfección de Dios y Su universo espiritual, incluso el hombre, como la realidad. Debemos comprender la verdad tal como nuestra Guía nos la da en la página 473 del libro de texto: “Dios está en todas partes, y nada fuera de El está presente ni tiene poder.” Cuando usted y yo tratamos de ser buenos Científicos Cristianos a pesar del pensar incorrecto de un miembro de nuestra familia, un vecino, o un miembro de nuestra iglesia, estamos haciendo una realidad de la discordancia, porque estamos contemplando al hombre como mortal y por lo tanto imperfecto, en vez de darnos cuenta de que el hombre es inmortal, armonioso y perfecto.

Tratar de ser perfectos a pesar de lo malo que es el llamado mundo nuestro equivale a hacer esfuerzos por salir del barro tirando de las correas de nuestras propias botas. Por momentos podemos pensar que estamos progresando, pero mientras creamos que la vida y la inteligencia residen en la materia, sentiremos constantemente la resistencia y el peso del materialismo. Para dar un tratamiento en la Christian Science, cuán importante es comprender inteligentemente que en realidad no hay tal cosa como el peso del materialismo y del error, ya que en el universo del Espíritu y la Verdad sólo están la inspiración e iluminación de la realidad espiritual. En verdad no existe mal alguno del cual el hombre deba extraerse, porque Dios es el Todo-en-todo e incluye en Sí al hombre. En consecuencia descubrimos que, como ideas de Dios, podemos demostrar el dominio que Dios nos ha conferido sobre la materialidad, y al hacerlo así ayudamos a destruir el sueño del error para los demás.

La falsa teología enseña que debiéramos esforzarnos por ser buenos en un mundo malvado, pero que no podemos esperar alcanzar la meta de la perfección. Sin embargo Jesús dijo (Mateo, 5:48): “Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto.” El sabía que podemos demostrar la perfección del hombre aquí y ahora mismo, ya que el reino de los cielos que él proclamó es en verdad la eterna morada de cada uno de nosotros.

Algunos puede que estén esforzándose por ser perfectos a pesar de alguna desventaja, y se maravillen de que esta desventaja no desaparezca pese a sus esfuerzos. ¿Acaso no están haciendo de la materia una realidad al razonar de esta manera? Al comprender que su ser verdadero es perfecto, no a pesar de algo sino en razón de la totalidad de Dios, en la cual no existen las desventajas, podrán demostrar más prontamente la irrealidad de la tal llamada desventaja.

Los adeptos de la Christian Science debieran guardarse del falso concepto de la fortaleza que virtualmente declara: El error está aquí pero yo sabré soportarlo o sobreponerme a él a pesar de todo. El valor verdadero y que es comprendido en la infinitud de Dios, el bien, dice: No existe en realidad ningún mal que soportar o vencer, ningún mal que pueda conceptuarse como un obstáculo por vencer “a pesar de” tal o cual cosa, pues Dios es por siempre el Todo-en-todo. El egotismo se jacta diciendo: Yo seré perfecto a pesar de los defectos de los demás. La humildad dice: Yo soy perfecto porque la perfección es el eterno estado de cada uno y de todos los hijos de Dios. La humildad verdadera siempre sana.

El mundo tiene hoy gran necesidad de cristianos verdaderos que estén dispuestos a dedicar todas sus energías espirituales para elevar en la consciencia no sólo el concepto del hombre espiritual sino también el concepto del universo espiritual donde el hombre vive. A medida que oramos diariamente y con profunda sinceridad por comprender más acerca de la perfección de Dios, de Su universo y del hombre, estamos ayudando a silenciar la sugestión de las guerras y los rumores de guerras, y se nos hace más fácil ver, comprender y demostrar al hombre perfecto, creado por Dios.

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