Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El lenguaje de la Mente

Del número de abril de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hoy que es necesario más que nunca que haya unión y mutua comprensión en las relaciones internacionales, el problema de la diversidad de idiomas se reconoce como factor importante. Los Científicos Cristianos se allegan a este problema teniendo presentes las palabras de Mary Baker Eddy en su libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 414): “El argumento del Científico Cristiano descansa sobre la base cristianamente científica del ser. Las Escrituras declaran ‘Jehová solo es Dios [el bien]; ningún otro hay fuera de El.’ Es decir, la armonía es universal, y la discordancia irreal.”

Como estudiante formal de la Biblia, el Científico Cristiano acepta la conclusión científica de que Dios es Mente, Espíritu, Verdad y Amor; que El es la Vida y el Alma del hombre, el Principio que constituye su ser. Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, y este hombre, el hombre real, vive por siempre en armonía y paz eternas. La Biblia describe este estado de la existencia cuando dice que “era toda la tierra de una lengua y de unas mismas palabras” (Génesis 11:1). Esto presenta la realidad espiritual absoluta referente al hombre y a la creación como Dios los formó.

Pero en ese mismo capítulo once del Génesis la Biblia sigue narrando los acontecimientos bien sabidos acerca de la torre de Babel, la evolución de un humano concepto relativo de la humanidad. Ilustra cómo los hombres se dejan engañar cuando se creen creadores ellos de por sí. Cuando ignoran que Dios es la única Mente, y que la identidad verdadera de ellos es la de hijos de Dios, en vez de la cual ellos aceptan la falsa pretensión de que hay muchas mentes, el falso orgullo y la loca ambición los lleva a la discordia y la contienda. Sigue luego la confusión de las muchas lenguas, según el relato, resultando así la disgregación de la familia humana en muchas tribus y naciones.

Quien se ocupe o tenga que ver con los idiomas, como un traductor o un intérprete, ha de pensar a veces en el único idioma y una misma lengua que en el relato bíblico connotan la creación primitiva. El sabe que cuando traduce de un lenguaje a otro en realidad se ocupa de un tercer idioma, por decirlo así, un lenguaje mental que es básico a todos los demás. Porque al estudiar lo que se le da a traducir de una lengua bien conocida, él tiene que desentenderse primero de las palabras y las frases en que se expresa lo que va a traducir. Su primer paso consiste en resolver a pensamientos la construcción fraseológica de lo que va traducir, cambiando palabras por ideas. Lo que él toma en esa etapa del procedimiento como el significado primordial de lo que se traduce queda así reducido a un orden puramente mental, del cual saca él lógicamente la nueva adaptación de las mismas ideas al otro lenguaje.

Sólo cuando ya posee la comprensión de cada pensamiento y la ilación y coordinación de todos los pensamientos dados puede él articularlos en el otro idioma, expresándolos en términos nuevos y formulando su traducción entera. En esta fase de su trabajo se ocupa de un procedimiento mental análogo al método espiritual que emplea el Científico Cristiano en su modo de razonar metafísicamente, mediante el cual reduce las cosas a pensamientos y luego cambia esos pensamientos mortales por ideas espirituales.

Por ejemplo, al traducir la palabra mental, en Christian Science el traductor comienza por obtener un concepto claro del significado de la palabra. El sabe que “mental” se refiere a la mente y por lo tanto puede emplearse para connotar tanto la Mente divina que es Dios como la mente humana o sea la entidad humana. La palabra espiritual se refiere según la Christian Science a lo derivado del Espíritu que es Dios e indica así una cualidad divina. Puesto que algunos idiomas no marcan con suficiente claridad la distinción entre los vocablos mental y espiritual sino que usan un solo término para dar ambos significados, quien traduzca una declaración metafísica ha de buscar el modo de expresar con claridad esos términos científicos tan exactamente como sea posible, empleando las palabras que más se acerquen al significado original.

Misma Mrs. Eddy, magistral en su conocimiento y uso del idioma inglés, y cuyos escritos expresan con cristalina claridad la revelación divinamente inspirada de la Christian Science, tropezaba con problemas linguísticos. Bajo el epígrafe marginal de “El lenguaje es inadecuado” escribe en Ciencia y Salud (pág. 349): “La dificultad principal para transmitir las enseñanzas de la Ciencia divina al pensamiento humano con exactitud consiste en que el inglés, lo mismo que todos los demás idiomas, es inadecuado para la expresión de conceptos y proposiciones espirituales, porque uno se ve obligado a usar términos materiales al tratar de ideas espirituales.”

Muchas tentativas ha habido en la historia humana de inventar y establecer un idioma mundial. Si bien es cierto que se antoja práctico tener un idioma universal para la humanidad, entendible y usable en dondequiera, no sería preciso extinguir por completo los múltiples modismos vernáculos, pues en ellos hallan su rica expresión la diversidad y el colorido característico de las naciones y las razas.

El lenguaje mental de que se sirven los traductores y linguistas para trabajar, ¿no indica la realidad espiritual del único idioma universal, el lenguaje divino de la Mente? La Christian Science presenta así en esta era actual la solución para toda la humanidad. Es en verdad la “nueva lengua” de que habla Mrs. Eddy en su sermón Christian Healing (Curación cristiana, pág. 7): “Es el lenguaje del Alma en vez de los sentidos; traduce la materia a su idioma original, que es la Mente, y da el significado espiritual en vez del material.” Todos pueden entender este idioma. No se requiere eficiencia intelectual para adquirirlo, sólo humilde y candorosa receptividad de la Verdad. En la demostración de esta Mente todos pueden ser uno. Es la Verdad, la Palabra de Dios, que cura y bendice a todos los hombres.

A medida que la humanidad se esfuerce por expresar el idioma universal de la Mente y se preste receptivamente a lo que la Verdad imparte, obtendrá una vislumbre del estado divino del hombre real, creado a imagen y semejanza de Dios. Entonces se eliminarán las erróneas comprensiones entre los hombres y entre las naciones. La tensión interracial y las barreras de lenguaje cederán y los dolientes corazones humanos sanarán. Así la humanidad hallará el camino seguro hacia la libertad para todos y las guerras serán cosa impensable.

En la demostración de que la Mente es una sola los cansados vagamundos encuentran descanso de toda confusión y conflicto — la babel en que existe la mente mortal. Las puertas de la armonía eterna que es el cielo les serán abiertas aquí y ahora, y el reino de Dios quedará establecido en la tierra. Conociendo a Dios, todos entenderán y serán entendidos, porque son en verdad “de una lengua y de unas mismas palabras.”

Isaías profirió el hecho divino de la armonía eterna cuando profetizó (11:6, 9): “Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo sesteará junto con el cabrito; también el becerro y el leoncillo y el cebón andarán juntos; y un niñito los conducirá. ... No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte; porque estará la tierra llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1955

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.