“Para Los Que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones” (Ciencia y Salud, pág. vii). ¡Qué reconfortante es saber y recordar esto todas las mañanas! El estudio de la Ciencia Cristiana y la consecuente habilidad de poner en práctica esas enseñanzas a través de la comprensión espiritual que se adquiere, nos liberan de las creencias equivocadas de desarmonía generalizada, ya sea física, emocional, financiera, profesional o familiar. Esa liberación, a veces aparentemente lenta, a veces inmediata, es definitiva, completa e irreversible.
Recuerdo una experiencia de curación que tuvo mi hijo, cuando tenía dos años. Todas las noches, desde que era recién nacido, yo le decía una oración en voz alta y cantaba un himno, generalmente el de la Sra. Eddy titulado “Oración vespertina de la madre” (Himno 207). Esa noche, él se había dormido hacía algún tiempo, cuando se despertó llorando. Fui a su cuarto y me di cuenta de que el niño estaba con fiebre. Como estudio diariamente en las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana, que Dios produce solamente el bien, comencé mi oración afirmando esa verdad, y me acordé del versículo bíblico del Génesis: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gén. 1:31). Mientras pensaba en esos términos, fue muy claro para mí que era necesario dominar el temor. Enseguida me vino la siguiente frase de un himno de la Sra. Eddy: “¡Sentidos ciegos, idos ya! pues bueno es Dios; y al conocerle, la Verdad vence el temor”. (Himnario, No 160)
Esa inspiración me vino tan clara y fuertemente, que me parecía que me susurraban esas palabras al oído. Me envolvió una sensación de paz y con ella la certeza de que la curación era un hecho.
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