Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

¿Hay acaso dos tipos de materia?

Del número de diciembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Tal vez hayas visto alguna película o tira cómica donde una persona va caminando apurada y se lleva por delante un poste o una puerta de vidrio. En una de las películas de Marcel Pagnol, famoso escritor y productor de cine francés, alguien patea un sombrero debajo del cual algún malintencionado había escondido un ladrillo. Ver algo así puede hacer que quienes lo observen se sobresalten o griten como si ellos mismos sintieran el dolor después del golpe. Esta empatía tan natural sólo existe, por supuesto, para la víctima “humana”; nadie tendría jamás sentimientos de compasión por un poste, una puerta de vidrio o un ladrillo.

Ahora, esto plantea la siguiente observación: Existe la creencia ampliamente difundida de que los cuerpos humanos están compuestos por un tipo más elevado de materia, mientras que los objetos están hechos de un tipo inferior de materia. De modo que parecería que hubiera una materia inerte, insensible y no inteligente, y otra que está viva, es sensible e inteligente. Pero ¿es cierto esto?

Me planteé esta pregunta después de tener la siguiente experiencia:

Hace muchos años, en invierno, los tres radiadores de nuestro apartamento de pronto dejaron de funcionar. Entonces fui a purgarlos, es decir, a sacar el aire atrapado que impedía que el agua caliente circulara dentro del radiador. Por lo general, este procedimiento es eficiente y tiene un resultado inmediato. Pero para mi sorpresa, en esta ocasión no hubo cambio alguno. Me sentí decepcionado y estaba pensando en llamar a un técnico, cuando las siguientes preguntas me vinieron al pensamiento:

  • ¿Por qué no tratas este problema con la oración? 
  • Si esto tuviera que ver con la función de una parte del cuerpo humano, ¿no volverías tu pensamiento a Dios de inmediato? 
  • ¿Qué diferencia hay entre los caños de la calefacción y el cuerpo material? ¿Acaso no existe la creencia de que ambos son materia? ¡Obvio! 

Fue entonces que me vino la sutil pregunta que mencioné antes: ¿Hay acaso dos tipos de materia?

Al principio, fui guiado a leer la definición que Mary Baker Eddy da de materia en el Glosario de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Ella escribe: “MATERIA. Mitología; mortalidad; otro nombre para la mente mortal; ilusión;… aquello de lo cual la Mente inmortal no tiene conocimiento; aquello que la mente mortal ve, siente, oye, gusta y huele sólo en creencia” (pág. 591).

La totalidad de Dios, el Espíritu, implica la nada de la materia y prueba su irrealidad.

Antes en el mismo libro ella afirma: “Mi descubrimiento, de que la mal llamada mente, mortal y que yerra, produce todo el organismo y la acción del cuerpo mortal, puso mis pensamientos a trabajar por nuevos conductos y me guió a mi demostración de la proposición de que la Mente es Todo y la materia es nada, como factor principal en la ciencia-Mente” (págs. 108-109).

Mary Baker Eddy señala claramente que la Mente divina es todo y que, por ende, la materia es nada. Esta es una declaración absoluta que puede sorprender mucho. Sin embargo, es una verdad científica cuya lógica es evidente. Si Dios, la Mente o Espíritu, es todo —y esta es la verdad que enseñan las Escrituras y los escritos de Mary Baker Eddy— ¿dónde está la materia? La totalidad de Dios, el Espíritu, implica la nada de la materia y prueba su irrealidad.

Esto explica por qué lo que parece ser materia o una condición de la materia, jamás puede ser un problema real o la causa del problema. Al reconocer la totalidad de la Mente y la nada de la materia, se hace evidente que la discordia, la obstrucción, la disfunción, la falta de armonía —cualquiera sea su naturaleza o apariencia— son sólo ilusiones, creencias falsas.

Es esencial recurrir a la Verdad divina, Dios, a la cual podemos aferrarnos con toda fuerza y certeza.

Y ¿dónde se encuentra la creencia falsa? Es obvio que no en Dios, y tampoco en la materia. De modo que realmente sólo debe estar en el pensamiento humano. Y es allí donde debe producirse el cambio. Es como lo que ocurre cuando proyectamos una diapositiva en una pared o pantalla. Si la diapositiva está al revés, es en vano mover la pared o la pantalla. Uno tan solo tiene que poner la diapositiva en la posición correcta, entonces la imagen aparecerá correctamente. No es necesario hacer nada más. Lo mismo ocurre con el pensamiento.

El problema que estamos enfrentando que parece tan real, nunca está en algún lugar fuera de nosotros o en los demás. De hecho, el problema nunca está fuera de nuestro propio pensamiento. Y nada puede impedirnos cambiar nuestro pensamiento. Para hacerlo, es esencial recurrir a la Verdad divina, Dios, a la cual podemos aferrarnos con toda fuerza y certeza. Esto nos liberará de la creencia errónea o falsa acerca de una situación o condición que necesita curación.

“La Ciencia divina, elevándose por encima de las teorías físicas, excluye la materia, resuelve cosas en pensamientos y reemplaza los objetos del sentido material por ideas espirituales” (Ciencia y Salud, pág. 123).

A la luz de esta declaración, es evidente que el desorden, la disfunción, la obstrucción, son sólo creencias falsas que no se originan de ninguna manera en Dios. Percibí esto con mucha claridad y realmente lo reconocí y acepté.

Poco después, los tres radiadores comenzaron a funcionar perfectamente bien sin que yo tuviera que volver a intervenir.

Pocos días después, alguien me llamó para pedirme ayuda mediante la oración, por una condición cardíaca relacionada con un serio problema de circulación de la sangre. Oré partiendo de la base de la comprensión espiritual que había adquirido y la condición cardíaca sanó por completo.

Así fue como una pregunta que surgió por un pequeño incidente con los radiadores, me ayudó a comprender mejor que toda materia —cualquiera sea la forma en que aparezca— siempre es una ilusión, una creencia falsa, sobre la cual la Mente divina nos ha dado dominio absoluto.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 2013

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.