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Se recupera después de una caída

Del número de septiembre de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Era época de mangos, y yo estaba deseando comer algunos. En la subdivisión donde vivía, había un árbol de mango alto, y una mañana, vi que había dos mangos maduros en una de las ramas más altas, así que decidí trepar el árbol y recoger la fruta.

Me encontraba muy cerca de la fruta y a punto de agarrarla, pero tan pronto puse el pie en la rama más alta, sentí que algo no estaba bien y que probablemente no me sostendría. Entonces moví rápidamente la mano para agarrarme de otra rama cercana, pero esta se rompió y me caí. Durante la caída, las ramas me cortaron el labio y la espalda, y también me golpearon muy fuerte especialmente la espalda. Cuando caí al suelo, me desmayé.

Los vecinos llamaron a mi padre, quien me llevó de inmediato adentro de mi casa. Él empezó a orar por mí. Cuando recuperé el sentido y me sentía alerta, estuve de acuerdo en que él continuara dándome tratamiento en la Ciencia Cristiana.

Las primeras horas fueron difíciles. A pesar de la oración de mi padre y de la mía, no me sentía mejor. Mis labios seguían inflamados, y me dolía muchísimo la espalda. Sin embargo, por la noche continué orando por mí mismo con todo mi corazón, y comencé a sentirme mejor. Me aferré a la verdad acerca de mi verdadera identidad como el hijo espiritual y perfecto de Dios. Estaba comprendiendo que nada podía destruir la perfección de mi ser, porque soy Su reflejo.

Al día siguiente, encontré consuelo en un pensamiento espiritual que me gusta mucho y que se encuentra en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Dios está en todas partes, y nada fuera de Él está presente ni tiene poder” (pág. 473). Puesto que Dios está en todas partes y es del todo bueno, el mal y el dolor no podían tener poder sobre mí.

Aquella noche, dormí bien. A la mañana siguiente noté que el dolor de espalda había desaparecido, aunque partes de mi cuerpo todavía estaban inflamadas. Ansiando comprender mejor mi identidad espiritual, leí Ciencia y Salud todo el día. Al día siguiente, me desperté bien. La inflamación de mis labios y espalda había desaparecido. Tres días después, todos los cortes habían sanado por completo. Esa curación ocurrió hace algunos años, y ha sido un faro en mi progreso espiritual.

¡Estoy muy agradecido a Dios por Su poder sanador!

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