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La potencia y el poder de la curación en la Ciencia Cristiana

Del número de agosto de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Mayo de 2017.
 Apareció primero el 23 de junio de 2017 como original para la Web.


Si usted fuera un erudito de la Biblia y escuchara el nombre de Abraham, podría pensar en el patriarca Abraham que se menciona en el Antiguo Testamento. Si fuera un erudito en política, Abraham Lincoln podría venirle al pensamiento. Sin embargo, si fuera un erudito en el campo de la medicina, podría pensar en Abraham Flexner.

En 1910, Abraham Flexner publicó el Informe Flexner. Según algunos, el Informe Flexner fue lo más importante que ocurrió en la historia de la educación médica en Norteamérica; el mismo insistía en la necesidad de que las facultades de medicina tuvieran normas y protocolos más elevados. Si bien esto obviamente tenía mucho sentido dentro del contexto de la profesión médica misma, se puede argumentar que este cambio también comenzó a reprimir la receptividad del pensamiento a otras opciones para obtener curación. Particularmente, algunos Científicos Cristianos han reflexionado sobre ese año y se han preguntado si el Informe Flexner no aumentó considerablemente el desafío que presenta el mundo médico a la convicción que tenía Mary Baker Eddy de que la verdadera curación cristiana era realmente no solo una Ciencia, sino el agente curativo más poderoso y eficaz, y el único método científico verdadero de curación.

La Sra. Eddy escribió: “El pensamiento imbuido de pureza, Verdad y Amor, e instruido en la Ciencia de la curación metafísica, es el agente curativo más potente y deseable sobre la tierra” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 4). Algunos dicen que esta afirmación puede haber tenido cierto mérito en la época de la Sra. Eddy, pero que la era de la medicina moderna posterior a Flexner hace que el tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana parezca menos notable. Uno podría argumentar que basta con ver los enormes complejos médicos, la increíble tecnología médica moderna, los medicamentos “milagrosos” que continúan inundando el mercado, y la vasta participación e insistencia del gobierno en la medicina material como la verdadera y razonable forma de cuidar de uno mismo en esta época.

Alguien que es escéptico de la curación en la Ciencia Cristiana me dijo que si bien mi enfoque de la curación mediante la oración puede haber sido útil en la época de la Sra. Eddy, al igual que la medicina nada sofisticada de entonces, yo ahora estaba estancado en un método anticuado del siglo XIX para cuidar de mí mismo. Yo estuve en desacuerdo, pero tal vez no en la forma que él esperaba. Le señalé que se había equivocado ¡por 18 siglos! El descubrimiento de la Sra. Eddy me estaba enseñando a practicar el método de curación del primer siglo; el enfoque que Cristo Jesús enseñó y practicó. La vida de él estableció para siempre la norma definitiva para enfrentar y vencer el pecado, la enfermedad y la muerte.

¿Qué decir, entonces, de lo que mi amigo estaba señalando? ¿Sentimos el peso de la opinión de que el tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana no parece particularmente notable en comparación con esta industria médica y farmacéutica gigante y agresiva que toca, y a veces incluso define, tantos aspectos de la experiencia humana hoy en día? ¿O sentimos la profunda y pura convicción espiritual de que Mary Baker Eddy era aun más que verdaderamente perspicaz en la forma de describir su descubrimiento y la capacidad del mismo para sanar al enfermo? ¿Sentimos que ella era un profeta que hablaba de la revelación que había tenido? ¿O era simplemente una mujer victoriana que ofrecía un análisis humano, haciendo varias declaraciones exageradas o evaluaciones humanas temporales que hoy casi no pueden sostenerse? 

La forma en que respondemos preguntas como estas en nuestro corazón podría determinar cuán eficaces somos en nuestra curación.

He visto evidencias en mi propia vida de cuán constante y natural es la curación en la Ciencia Cristiana.

Los doctores hablan, y a menudo con nobleza, como médicos. Mary Baker Eddy hablaba como una metafísica inspirada. Ella reconoció que el Consolador que Jesús prometió era la Ciencia divina que ella recibió y dio al mundo. Sus sinceros seguidores aceptan esto como absolutamente cierto. Consideran que esta revelación de la Ciencia divina es la segunda venida del Cristo, la Verdad, estableciendo la Verdad sanadora como “una dispensación permanente entre los hombres” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 150). Y ellos aceptan de todo corazón la promesa de Jesús de que el Consolador nos enseñaría “todas las cosas” y estaría con nosotros “para siempre” (véase Juan 14).

Las extraordinarias palabras de la Sra. Eddy acerca de la eficacia de la curación en la Ciencia Cristiana deben considerarse dentro del contexto de su revelación completa. Este descubrimiento trajo a luz el hecho eterno de que Dios es infinitamente bueno, que es Todo-en-todo. Esto quiere decir que el hijo de Dios, el hombre, está dentro de esta totalidad divina como Su imagen y semejanza perfecta. Su descubrimiento también trajo a luz el hecho de que el Cristo nunca está ausente, sino aquí con nosotros, revelando a la consciencia humana la Verdad y el efecto práctico que tiene cuando se comprende, sanando todo tipo de discordancia. Este es el Cristo permanente, que revela y prueba la nada de todo mal imaginable. Demuestra la totalidad de Dios, y prueba que la perfección ininterrumpida de la divinidad es reflejada por el hombre y el universo.

En medio de estas verdades revolucionarias, no es de sorprender que la Sra. Eddy insista en decir: “Somete la enfermedad, el pecado y la muerte a la regla de la salud y la santidad en la Ciencia Cristiana, y constatas que esta Ciencia es demostrablemente cierta, pues sana a los enfermos y a los pecadores como no puede hacerlo ningún otro sistema” (Ciencia y Salud, págs. 337-338). La evidencia de la verdad de esta declaración era ciertamente abundante a comienzos del siglo XX. Un estudio profundo de la curación en la Ciencia Cristiana muestra que continuó siendo verdadera durante todo el siglo (véase “A study of Christian Science testimonies of healing” [Estudio de testimonios de curación en la Ciencia Cristiana] en christianscience.com/press-room).

Y la curación continúa hoy. He visto evidencias en mi propia vida de cuán constante y natural es la curación en la Ciencia Cristiana. Entre tan solo algunas de las curaciones se encuentran desde infecciones, una enfermedad interna degenerativa, un resfrío común “incurable”, hasta una enfermedad diagnosticada donde un médico dijo que la curación mediante la oración sería medicamente imposible. Muchas curaciones han sido graduales. Otras, instantáneas, tal como la repentina desaparición de síntomas compatibles con lo que se llama neumonía errante.

El punto aquí no es simplemente que la evaluación que hace la Sra. Eddy del tratamiento en la Ciencia Cristiana sea más precisa, incluso hoy, de lo que afirman los críticos. Es que sus palabras son muchísimo más que una evaluación humana. Son palabras de revelación. Esto es lo que Dios le estaba diciendo a ella, mucho más aún de lo que ella nos está diciendo a nosotros. Y el modo en que leemos y escuchamos sus palabras es crucial porque determina en qué grado demostramos satisfactoriamente la Ciencia Cristiana hoy en día.

La Ciencia Cristiana presenta al Consolador que cristianiza, en lugar de medicalizar, la consciencia humana.

En la medida en que reconozcamos que sus inspiradas palabras son verdaderamente el Consolador plenamente disponible hoy, seremos mejores sanadores. Pero si permitimos ser arrastrados por la forma de pensar de los escépticos acerca de la Ciencia Cristiana, como una forma algo anticuada de cuidar de nosotros mismos, nuestra habilidad para sanar gradualmente disminuirá. Si no reconocemos la naturaleza espiritual de este descubrimiento, definiendo la realidad espiritual y cómo vivir todo aspecto de nuestra vida conforme a esta realidad, nos hallaremos adoptando una especie de enfoque de “bufet” sobre la curación; es decir, que optaremos por cualquier método de curación para nosotros mismos que parezca ayudar en ese momento.

Esta forma de ver la curación como un bufet es más un modelo médico que un modelo espiritualmente científico. Encaja con lo que se ha llamado la creciente medicalización del pensamiento humano. Esta medicalización haría que todos buscáramos cada vez más alguna forma de materialidad como nuestro salvador. En contraste, la cristianización del pensamiento nos atrae hacia el Cristo incorpóreo como nuestro Salvador. La Sra. Eddy escribe: “Nada que no sea la espiritualización —sí, la cristianización más elevada— de pensamiento y deseo, puede dar la verdadera percepción de Dios y de la Ciencia divina, cuyo resultado es salud, felicidad y santidad” (Escritos Misceláneos, pág. 15).

Sí, la Ciencia Cristiana presenta al Consolador que cristianiza, en lugar de medicalizar, la consciencia humana. Este es un agente curativo profundamente potente. Brinda lo que el mundo tanto anhela. El Consolador ha venido en una forma que permite al discípulo humilde lidiar exitosamente con todo, en lugar de tan solo con ciertas cosas. Ha venido para estar con nosotros permanentemente, en lugar de ofrecer un arreglo rápido y temporal.

Si nos preguntamos si la práctica de la curación espiritual se está volviendo más difícil, sería conveniente que defendiéramos nuestra consciencia de esta influencia medicalizadora. Tal vez sintamos que la última cosa a la que queremos ser atraídos es la forma de curación del mundo; sin embargo, quizás sintamos este efecto mundano si no protegemos consciente y regularmente nuestro pensamiento de esta sutil pero muy agresiva influencia. La misma niega vigorosamente que la Ciencia divina sea “el agente curativo más potente... sobre la tierra”.

En efecto, esta influencia materialista está diciendo que las palabras de la Sra. Eddy no son ninguna revelación. Que son evaluaciones humanas que tuvieron cierta validez hace un siglo, pero no hoy. Es fundamental que rechacemos con firmeza y persistencia este argumento mediante la oración. Es perfectamente natural contrarrestar esa influencia con una afirmación inspirada e impulsada por el Cristo de que la revelación es tan verdadera y eficaz hoy como siempre ha sido. Es realmente el agente más potente sobre la tierra porque es un agente divino, autorizado por Dios.

El mundo parece estar lleno de influencias. Respecto a la curación, cada individuo es llamado a decidir qué influencia siente: la atracción de la medicalización o la atracción de la cristianización. El hecho de ser perceptivo a las influencias es vital para nuestro bienestar. Vale la pena orar por la capacidad de reconocer esta declaración de la Sra. Eddy como una revelación hoy en día, hablándonos directamente a cada uno de nosotros. “El Principio divino de la curación es comprobado en la experiencia personal de cualquier buscador sincero de la Verdad. Su propósito es bueno, y su práctica es más segura y más potente que la de cualquier otro método de sanidad” (Ciencia y Salud, pág. x).

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Mayo de 2017.
 Apareció primero el 23 de junio de 2017 como original para la Web.

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