Es probable que enfrentemos todo tipo de pronósticos acerca de nuestra salud, carrera y bienestar en general, así como de las condiciones del tiempo, la economía y el gobierno. Pero en la Ciencia Cristiana he aprendido que, en lugar de sentirnos atados por un pronóstico, podemos buscar en el Cristo “la palabra profética más segura”, como una luz que brilla en los lugares tenebrosos del temor humano, para revelar la amorosa provisión que Dios tiene para todos.
Un pronóstico tiene un origen y un alcance materiales, basados en el conocimiento que se obtiene al mirar el cuadro material, en lugar de recurrir a Dios, el Espíritu, que es Todo. El que hace el pronóstico compara los datos físicos actuales con las pautas de lo que ocurrió en el pasado, determina una serie de resultados posibles, y elige lo que parece más probable. Por más científico que parezca ser un pronóstico, la premisa es fundamentalmente inexacta, porque la observación y las leyes materiales, no aluden a los hechos espirituales de la existencia.
No obstante, una profecía es espiritual en origen y en alcance. Surge de un hecho, una revelación de la Verdad divina. En la Segunda Epístola de Pedro, leemos: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; … porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1:19, 21).
Podemos buscar en el Cristo “la palabra profética más segura”.
Profetas como Moisés, Elías, Eliseo e Isaías —y sobre todo, Cristo Jesús, el Profeta de Galilea— eran movidos por el Espíritu divino. Ellos no recurrían a la creencia mortal o a los sentidos materiales para tener discernimiento espiritual. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana escribió: “Los antiguos profetas obtenían su previsión desde un punto de vista espiritual e incorpóreo, no por presagiar el mal ni por confundir la realidad con la ficción, prediciendo el futuro desde una base de corporalidad y de creencias humanas” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 84).
Un punto de vista espiritual nos permite ver la verdad de lo que está ocurriendo ahora y por siempre. Es la luz de la Verdad divina que libera a la humanidad del error de los sentidos físicos que se manifiestan en enfermedad, pecado, sufrimiento y muerte. La definición de profeta en Ciencia y Salud es: “Profeta.Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante la consciencia de las realidades de la Verdad espiritual” (pág. 593).
El Evangelio de Marcos en la Biblia incluye un relato de un pronóstico basado en la materia en contraste con una profecía basada en el Espíritu. En una ocasión, cuando Jesús y sus discípulos estaban cruzando el mar de Galilea, se levantó una gran tempestad, y las olas empezaron a llenar la barca (véase Marcos 4:36–41). Jesús estaba durmiendo. Los discípulos muy temerosos lo despertaron prediciendo un desastre, y que perderían la barca y sus vidas. Ellos eran pescadores muy experimentados. Hicieron ese pronóstico basados en las experiencias que habían tenido con las tormentas en el pasado y en las condiciones físicas que tenían delante.
Sin embargo, Jesús no aceptó el pronóstico: “Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” Jesús tenía plena fe y comprensión del poder de la Verdad que disuelve la fábula material y revela la armonía que está presente. Y la tormenta se desvaneció.
¿Qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a un pronóstico terrible? Podemos recurrir al Cristo, la Verdad, para discernir la verdad espiritual y actuar como profetas espirituales. Podemos “levantarnos”. Jesús demostró que el movimiento que se necesitaba era el movimiento del pensamiento individual, al levantarse de la materialidad hacia el Espíritu. Cuando enfrentó la tormenta, Jesús se levantó; elevó su pensamiento a Dios. Podemos recurrir al Cristo y a la Ciencia Cristiana en busca de los hechos espirituales que revelan la presencia y el poder de Dios.
A medida que nos volvemos más conscientes de la realidad espiritual, podemos reprender o negar naturalmente el error o mal, siguiendo el ejemplo de Jesús cuando reprendió al viento. En la totalidad de Dios, el bien, el mal no tiene ni lugar, ni derecho, ni poder. Saber la verdad acalla el temor y destruye el error. Cuando Jesús habló al mar —él estaba en realidad dirigiéndose al pensamiento humano atemorizado— el mar se tranquilizó.
El pensamiento profético, o palabra espiritual que da el Espíritu Santo, o Ciencia divina, es transformador, como el amanecer. Es el discernimiento del hecho espiritual. Ante esa luz, las tormentas materiales se calman. Dicha profecía es la disposición que tiene Dios para la curación y la salvación hoy en día.
Uno o dos años después de graduarme de la universidad, me enfermé seriamente. Un médico especialista me hizo unos análisis y diagnosticó que tenía hepatitis, y me puso en cuarentena. Él predijo (pronosticó) que tendría que estar de dos a seis meses en cama para poder recuperarme.
Mis padres me invitaron a que regresara a casa a hacer la cuarentena. Me sentí agradecida por su ayuda en ese momento difícil. Al término de la primera semana, yo estaba mucho peor. Me perturbaba la idea de que estaría así por muchas semanas más.
Ante mi necesidad, empecé a orar. Había sido criada en la Ciencia Cristiana, pero hacía varios años que no pensaba en ella. Fue entonces que me volví a Dios de todo corazón. Una cosa que recordaba de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana era que cuando tenemos problemas, podemos apartar nuestro pensamiento del cuadro material y aferrarnos resueltamente a Dios, y mantener nuestro pensamiento en la Verdad y el Amor.
Yo sabía que esta era una indicación de Dios. Entendí que, si lograba aferrarme a una verdad espiritual clara y comprenderla más profundamente, mi pensamiento sería elevado por encima del cuadro de una enfermedad agresiva, y estaría libre. Me di cuenta de que podía liberarme aprendiendo más de la realidad espiritual, que la Ciencia Cristiana explica.
Yo no parecía tener mucha claridad mental, y mis pensamientos estaban muy desordenados, pero sentí que el Cristo me estaba guiando hacia el hecho de que Dios es la Mente perfecta, la única Mente. No existía una mente mortal contrahecha y desordenada. Me aferré a esta verdad todo el día. Elevé mi pensamiento por encima de la niebla material y hacia la luz de la Verdad y el Amor divinos. Fue un momento sagrado para mí.
Para cuando llegó la mañana siguiente, todos los síntomas habían desaparecido. Dos días más tarde, fui al hospital y me hice los análisis requeridos. El médico me dijo que estaba bien y me sacó de la cuarentena. El pronóstico de que tendría una larga enfermedad fue invalidado por la Verdad divina
En lugar de aceptar automáticamente los pronósticos, Podemos detenernos por un momento y recordar que un pronóstico no es la palabra final. Es simplemente una creencia acerca de nuestra salud, la economía o incluso el clima. Para obtener los términos más acertados de la profecía —la realidad espiritual, el hecho de lo que está realmente ocurriendo— nos apartamos del sentido material hacia el Espíritu divino. Podemos buscar en el Cristo la luz que brilla en la oscuridad y revela la presencia del bien, la salud y la armonía.
