El amor del Cristo viene de Dios, nos habla a cada uno de nosotros, y se manifiesta en cualidades maravillosas como las de un niño, tales como receptividad, bondad, inocencia, candor, confianza, dulzura, y así sucesivamente.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!