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Web Original

Necesidades financieras son respondidas

Del número de octubre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 27 de julio de 2020 como original para la Web.


A veces, una fuente de provisión necesaria parece esfumarse. Nuestros ingresos, nuestro trabajo o incluso nuestro hogar pueden desaparecer debido a una situación completamente fuera de nuestro control. Lo que estamos experimentando ahora, en todo el mundo, es justamente lo que muchas personas están padeciendo. 

He estado en esa situación más de una vez en mi vida. En cada ocasión busqué dirección en dos libros, y nunca me han fallado. Uno es la Biblia, que Mary Baker Eddy, la descubridora y fundadora de la Ciencia Cristiana, llamó “la carta de navegación de la vida, donde las boyas y las corrientes sanadoras de la Verdad están señaladas”. Esto es de la página 24 del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, que es el otro libro al que me refiero.

Estos dos libros me hablan con mucha firmeza porque contienen la Palabra de Dios. Nos ayudan a vivir lo que Jesús enseñó: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

Quizás parezca inusual pensar que las palabras pueden sostenernos. No obstante, cuando tienen como fundamento el poder de Dios, la Mente divina, ellas pueden inspirar, motivar, alentar y cambiar la forma de ver las cosas. Y cuando el pensamiento cambia y se expande para ver más allá de los límites materiales, hay progreso.

En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy define a “Dios” como “el gran Yo soy; el que es todo-conocimiento, todo-visión, todo-acción, todo-sabiduría, todo-amor, y es eterno; Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad; Amor; toda la sustancia; inteligencia” (pág. 587).

Al combinar esa extraordinaria definición de Dios con la gran declaración del primer capítulo del Génesis en la Biblia de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, esto, sin duda, apunta a un hecho espiritual significativo: nuestra extraordinaria herencia como hijos amados de Dios. ¡Cada uno de nosotros! Y como tales, somos inherentemente capaces de discernir una sabiduría que no es nuestra, sino infinita y divina, y está siempre presente.

Hace años, mi esposo y yo nos mudamos al otro lado del mundo para trabajar en un país extranjero. Fue una experiencia maravillosa hasta que la compañía de mi esposo interrumpió sus operaciones dos años después. No tuvimos más remedio que regresar a nuestro país de origen. 

Cada uno de nosotros puede recurrir a la Palabra de Dios en busca de dirección y provisión.

Pero no teníamos ni casa ni trabajo, y considerables obligaciones financieras (nuestros dos hijos estaban en la universidad). ¿Habíamos cometido un error al renunciar a todo para mudarnos al extranjero?

Aunque la situación parecía sombría, tuvimos la convicción de que podíamos confiar en que Dios nos ayudaría a resolver la situación. De modo que, en lugar de ceder a los sentimientos de derrota, autocompasión o miedo, recurrimos a Dios, la Mente divina, en busca de Su guía y sabiduría ilimitadas. Por ser la imagen espiritual de Dios, cada uno de nosotros expresa Sus maravillosas cualidades de maneras únicas.

Esta idea nos ayudó a sentirnos agradecidos por nuestra relación con Dios, nuestro Padre y Madre infinitamente amoroso, y a esperar el bien en lugar de problemas insuperables. Nos sentimos listos para escuchar Su guía sobre cómo usar nuestros talentos divinamente heredados para seguir adelante. Un poema de la Sra. Eddy, al cual se le puso música y es uno de los himnos que más quiero del Himnario de la Ciencia Cristiana, dice:

La colina, di, Pastor, 
cómo he de subir; … 
Fiel Tu voz escucharé,
para nunca errar; …
(Escritos Misceláneos, pág. 397)

La alegría de saber que Dios nos estaba cuidando liberó nuestro pensamiento para explorar posibilidades que jamás habíamos soñado. Aunque nunca habíamos trabajado juntos profesionalmente, mi esposo tuvo la inspiración de pensar en una línea de trabajo totalmente nueva que incorporaba nuestros talentos y experiencia. Rápidamente, pudimos obtener un préstamo para comenzar esta nueva empresa, que nos pareció casi milagrosa. Durante los siguientes 20 años continuamos en este trabajo, nutriendo los talentos y cualidades que Dios nos dio, respondiendo a nuestras necesidades financieras y encontrando la alegría más grande que jamás hayamos conocido.

La gracia de Dios no es exclusiva. Todos están abrazados en el Amor divino. Cada uno de nosotros puede recurrir a la Palabra de Dios en busca de dirección y provisión, y confiar en que Él “[nos] mostrará cuál camino tomar” (Proverbios 3:6, NTV).

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