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Original Web

Para jóvenes

¿En busca de dirección?

Del número de septiembre de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 5 de julio de 2021 como original para la Web.


Pensaba que tenía una buena idea. Quería trabajar en una maestría, así que empecé a asistir a clases en una sucursal local de nuestra universidad estatal. Todo sobre este plan tenía sentido, o eso pensé. Pero después de tan solo unas pocas clases, empecé a preguntarme si, después de todo, tal vez esta no había sido la mejor idea. 

¿A dónde recurres cuando no sabes qué hacer? ¿Tal vez a un padre, madre o a un amigo? ¿Alguien que sabe más que tú? Sabía que necesitaba un consejo u orientación, así que decidí hablar con el jefe del departamento donde estaba estudiando. Le conté toda mi historia y mis preocupaciones, queriendo que me hablara de mis opciones y mi futuro. Escuchó atentamente, pero en lugar de darme consejos, me preguntó si conocía el himno “Luz de bondad”.  

Esto me sorprendió mucho por un par de razones. Primero, no sabía que era religioso, y él no sabía que yo lo era. Y segundo, yo no estaba pidiendo un himno; le estaba pidiendo su sabiduría. 

Admití que no conocía el himno, así que compartió la letra conmigo. Nunca lo había cantado en la iglesia, pero después descubrí que está en el Himnario de la Ciencia Cristiana, y ahora se ha convertido en uno de mis preferidos. La primera estrofa dice:

Luz de bondad, la oscuridad destruye,  
¡Guíame Tú! 
De mi hogar yo lejos hoy me encuentro, 
¡Guíame Tú! 
Yo sé que guardas siempre mi andar; 
no pido más que luz benigna hoy.
(John Henry Newman. N° 169) 

Fue entonces que comprendí. No necesitaba consejo de otra persona, por más inteligente o bien intencionada que fuera. La mejor guía que podía obtener era de Dios, la Mente omnisciente e infinitamente sabia. Esta guía sería precisa y amorosa, exactamente lo que necesitaba. 

El himno me ayudó a comprender algo más. Tantas veces, cuando no vemos el camino hacia adelante, queremos obtener una respuesta grande que lo abarque todo. Queremos ver todo de principio a fin y saber cómo va a resultar. Pero ese himno me aseguró que un paso a la vez sería suficiente. Dios no iba a guiarme hacia adelante un paso o dos para luego abandonarme. La Mente me guiaría a cada paso del camino.

Después de orar al respecto y escuchar realmente a Dios con el corazón dispuesto, me sentí guiada a abandonar ese programa. Y estuve tranquila con la decisión, que he descubierto es una buena indicación de que estoy siguiendo la dirección de Dios en lugar de mi propio sentido de las cosas. 

Pero ese no es el final de la historia. En realidad, no fue sino hasta varias décadas después que volví a trabajar para obtener una maestría, y fue en un campo completamente diferente. Pero era perfecta para mí, y tenía clases valiosas. Y aunque mi camino no era de ninguna manera tradicional, estaba dirigido por Dios.  

De esta experiencia aprendí que dejar que Dios nos guíe quizás no siempre nos lleve a donde esperamos ir, sin embargo, como Él es bueno, siempre nos llevará a un buen lugar. Podemos confiar en ello.

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