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Original Web

Abandona la carga

Del número de enero de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 13 de septiembre de 2021 como original para la Web.


A menudo, cuando enfrentamos un problema, ya sea relacionado con nuestra salud, finanzas o relaciones personales, nos abruma una sensación de carga respecto al tema. El peso de la carga surge debido a un sentido personal de responsabilidad por lo que estamos enfrentando, un sentido que sugiere que debemos arreglarlo.

Pero podemos liberarnos de esto comprendiendo que Dios, el único poder verdadero, nunca ha puesto ninguna carga o problema sobre nosotros. Nuestro trabajo consiste en estar dispuestos a esforzarnos por comprender lo que es verdad y lo que no lo es, y recibir el poder sanador del Cristo, que Jesús representó: el poder de Dios, el Espíritu, sobre un sentido material de la vida. Este Cristo omnipresente, el Mesías, trae salvación, libera de la discordia en cualquier forma que se presente, a lo largo de todos los tiempos.

Vemos evidencia de esta salvación en la Biblia. El Evangelio de Marcos registra que dondequiera que fuera Jesús el pueblo ponía a sus enfermos donde él iba a pasar para que pudiera sanarlos (véase 6:56). Y Mateo dice: “Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó” (Mateo 15:30). 

El acto de poner a alguien a los pies de Cristo indica una gran humildad y sumisión a la autoridad y el poder divinos. El hecho de que estos miembros de la familia o amigos, que pueden haber sentido responsabilidad por su ser querido enfermo, los pusieran a los pies de Jesús indica que renunciaron a su sentido personal de responsabilidad. Se sometieron al poder y la autoridad del Cristo. No había anticipación de la necesidad de abogar o argumentar a favor de la curación. Más bien, había una completa expectativa, basada en la bondad, la compasión y el amor que Jesús demostraba dondequiera que fuera, de que el poder de Dios prevalecería y sanaría.

Dos estrofas de un himno expresan claramente el concepto de echar nuestras cargas sobre Dios y confiar en Su cuidado para liberarnos:

Dios manda sólo amor,
precepto de bondad;
tu carga quita Su piedad,
confía en el Señor.

.   .   .   .   .   .   .   .   .   .   .   .   

Su bondadoso amor
eterno como Él es;
mi carga dejo a Sus pies
y canto en Su loor.

(Philip Doddridge, adapt., Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 124, trad. © CSBD).

Echar nuestras cargas sobre Dios no es disminuir nuestra responsabilidad de vivir una vida cristiana y esforzarnos por hacer las obras que Jesús dijo que sus seguidores harían. Es abandonar un concepto falso y material de la vida y reconocer la ley y el gobierno espiritual verdaderos bajo los cuales vive cada uno de nosotros; es decir, la Ciencia del Cristo, expuesta en el libro de texto de la Ciencia Cristiana por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana.  

Esta Ciencia se basa en las leyes de Dios, en la comprensión de que Él es el único creador; que debido a que Dios es Espíritu, toda vida es enteramente espiritual; y que Dios sólo crea lo que es bueno.  

El libro de texto, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, dice: “El Cristo presenta al hombre indestructible, a quien el Espíritu crea, constituye y gobierna. El Cristo ilustra esa fusión con Dios, su Principio divino, que da al hombre señorío sobre toda la tierra” (pág. 316). El Espíritu, Dios, crea, constituye y gobierna toda vida, y el Cristo trae curación a la mente y el cuerpo humanos, como Jesús lo demostró al sanar todo tipo de enfermedades.

Hace unos años, tuve una curación a través de la clara comprensión de que no debía tener un sentido de carga. Asistía a reuniones que requerían gran parte de mi atención y tiempo. Poco después de empezar, comencé a sufrir un dolor intenso en una pierna. Durante la noche se volvió mucho peor. Descubrí que podía dormir solo una o dos horas antes de despertarme con dolor.

Comencé a orar de inmediato con la comprensión de que Dios, el Espíritu, es la única causa y creador de toda vida, y que no estaba limitada por las leyes materiales. Mis oraciones trajeron momentos de clara inspiración, que aliviaron el dolor y me dieron el valor para continuar, pero no me liberé por completo.

Puesto que la Ciencia Cristiana es la Verdad eterna, podemos abandonar todo sentido de responsabilidad personal.

Una noche la sensación de opresión era extrema, y sentí que no podía continuar con las reuniones. Debido a que era tarde en la noche, le envié un correo electrónico a un practicista de la Ciencia Cristiana en una zona horaria diferente pidiéndole ayuda. La respuesta llegó muy rápidamente y trajo un alivio inmediato. Pude descansar y estar lo suficientemente renovada como para continuar al día siguiente. El intenso dolor y la sensación opresiva de tener que dejar de ir a las reuniones habían desaparecido por completo.

No era necesario que arreglara un problema, sino que comprendiera que todo está gobernado por Dios y Sus leyes.

No obstante, todavía sentía algo de dolor. Cuando le mencioné esto a otro Científico Cristiano experimentado, su respuesta inmediata y firme fue “déjalo caer a Sus pies”. Al instante reconocí que debía abandonar todo el asunto y ceder al cuidado de Dios. Me di cuenta de que no estaba obligada a arreglar un problema, sino comprender que todo está gobernado por Dios y Sus leyes del bien. Al hacerlo, estuve libre de hacer lo que debía sin sentir ningún peso de responsabilidad personal. Al instante el dolor desapareció y no regresó.

Ceder al cuidado de Dios no es una fe ciega o un pensamiento positivo, sino más bien la comprensión de la Ciencia del ser que Jesús demostró al sanar todo tipo de pecado y enfermedad. Él demostró que lo que los sentidos físicos presentan no es cierto, porque contradice directamente la realidad de lo que Dios ha hecho. Si fuera verdad, Jesús no habría sido capaz de sanar instantáneamente todo tipo de enfermedades y otras discordias. La creencia personal en la necesidad de arreglar nuestros problemas es agobiante porque no reconoce que estamos gobernados por Dios y bajo Su cuidado constante.

Cristo Jesús sabía con absoluta certeza que Dios es la única causa, independientemente de lo que los sentidos materiales presenten. Hoy en día, el poder del Cristo todavía revela nuestra verdadera individualidad hecha por Dios y pone lo humano en conformidad con lo divino. Sin embargo, para aprovechar esta regeneración, debemos estar dispuestos a abandonar los pensamientos humanos errados y dejar que la Verdad expulse las creencias materiales. Ninguna cantidad de razonamiento humano o de visualización del bien traerá la redención que viene al ceder al Cristo. La luz de la Verdad ilumina la comprensión espiritual, y hallamos que no tenemos otra consciencia, ninguna otra Mente, más que Dios, y se ve que la armonía de todo ser está presente.

Sanar el pecado y la enfermedad demuestra la Ciencia del ser —los hechos de la Vida, las leyes de Dios, que es el único creador— y niega las ciencias físicas basadas en un sentido material de la vida. Puesto que esta Ciencia es la Verdad eterna y, por ende, inmutable, podemos abandonar todo sentido de responsabilidad personal. Cuando hacemos esto con comprensión, reconociendo y confiando en que mi “carga quita Su piedad” y “Su bondadoso amor eterno como Él es”, somos sanados.

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