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Original Web

PARA JÓVENES

Cómo salí de una relación tóxica

Del número de marzo de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 15 de noviembre de 2021 como original para la Web.


Él era británico y vivía en París. Yo era estadounidense y vivía también allí. Nos conocimos en el café donde yo era camarera. Él era divertido, amigable y era fácil hablar con él, y me invitó a visitar el acuario donde trabajaba. Parecía estar coqueteando conmigo, así que estaba aprensiva pero también intrigada; nunca había tenido novio.

Entonces, menos de tres meses después de iniciar esta relación, descubrí que me engañaba. Cuando lo confronté, lo negó. Le creí y seguimos juntos. Pero el ciclo continuó. Encontraba evidencias de que me engañaba y lo enfrentaba. Él lo negaba, me decía que me quería y yo le creía. Nunca había estado enamorada, y tenía miedo de perderlo. También pensaba ingenuamente que podía ayudarlo a ser el hombre que yo estaba segura de que podía ser.

Sin embargo, después de unos tres meses más de esto, yo estaba emocionalmente destrozada. También luchaba por encontrar un trabajo más permanente y un lugar estable donde vivir, así que decidí volar a casa mientras resolvíamos las cosas.

Después de regresar a los Estados Unidos, me mudé de nuevo con mis padres. Me sentía terriblemente sola, deprimida y que nadie me quería. Realmente extrañaba viajar, pero la verdadera causa de mi infelicidad era esta relación de larga distancia que no iba bien.

A simple vista, las cosas parecían estar bien. Mi novio y yo hablábamos con frecuencia. Me decía que me quería y me colmaba de cumplidos sobre mi inteligencia, compasión y amabilidad. Pero unos dos meses después de mudarme a casa, una de nuestras conversaciones me llevó a creer que se había mudado con la mujer con la que había negado haberme engañado. Le pregunté si esto era cierto. Me dijo que sí, pero trató de convencerme de que era por necesidad y que no significaba nada. Colgué el teléfono y rompí a llorar. Mi corazón parecía estar destrozado, y me sentía muy confundida. ¿Cómo podía ser esto amor?

Más tarde ese día, mi mamá entró en mi habitación para preguntarme algo. Hablé con ella bruscamente, algo que no recordaba haber hecho antes. Siempre habíamos tenido una relación muy respetuosa y amorosa. Después de que ella salió, me sentí horrible. Me di cuenta de que mi actitud necesitaba cambiar, pero no estaba segura de qué hacer. Quería orar, pero estaba inmersa en la autocompasión. Era como si la oscuridad hubiera abrumado mis pensamientos. Esa noche, mientras yacía en la cama, supliqué en silencio y entre lágrimas: “Dios mío, por favor, ayúdame”.

Había asistido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, y me habían enseñado que Dios es bueno y “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1). Pero nunca esperé la respuesta que me llegó esa noche. Inmediatamente después de mi pedido de ayuda, mi consciencia se llenó de luz. Era una luz tan pura y brillante que llenó la habitación. Lo más sorprendente de esta luz era que era intangible y tangible al mismo tiempo. No tenía una fuente física, pero podía sentirla y verla. Su calidez me abrazó, y me sentí profunda y genuinamente amada. Este amor fue tan satisfactorio que todos los sentimientos de tristeza, soledad y depresión se desintegraron. Sabía que este amor era realmente el Amor divino, otro nombre para Dios. En ese momento, sentí “la paz inefable que viene de un amor espiritual que lo absorbe todo”, como lo expresó Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (pág. 264).

Me quedé dormida y desperté a la mañana siguiente como una persona nueva. ¡Estaba alegre! No solo me disculpé sinceramente con mi mamá, sino que también tuve la confianza para terminar las cosas con mi novio sin ningún arrepentimiento o drama. En aquel momento de iluminación, me había dado cuenta de que mi identidad no se basaba en mi relación con él; era completa y cabal, porque esa es la forma en que Dios me hizo. También me había dado cuenta de que el amor que buscaba no incluía mentir o engañar; era espiritual, puro y algo que ya poseía por ser hija de Dios. 

Cuando mi ex novio siguió tratando de enviarme mensajes de texto o llamarme, le pedí con firmeza que dejara de hacerlo, y pronto lo hizo. También encontré un nuevo trabajo, me mudé a un nuevo país e hice esa transición con facilidad. 

Antes de esta curación, siempre había orado cuando necesitaba ayuda. Pero nunca había sentido tan clara o tangiblemente que Dios estaba allí para ayudarme. En lo que fue uno de los peores momentos de mi vida, mi simple pedido de ayuda fue respondido. Y nunca he olvidado lo que se siente al estar tan consciente de la presencia de Dios y sentir tan profundamente Su tierno amor por mí. Ahora sé que esta relación con el Amor divino es la principal relación de cada individuo, por lo que nunca podemos verdaderamente estar faltos de amor o solos.

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