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Original Web

¿El caos de la mortalidad o el cosmos de la Mente inmortal?

Del número de mayo de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 27 de diciembre de 2021 como original para la Web.


Hoy en día, parecería que nuestro mundo está en un estado de caos. Cada noticia parece informar acerca de una nueva confusión y crisis de algún tipo, produciendo incertidumbre y ansiedad. ¿Podemos nosotros, como individuos, ayudar a sanar esto y elevarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo por encima de este caos?

Una frase breve escrita por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, nos da alentadoras ideas para pensar y proporciona una base para orar por el mundo. Hablando del sentido material de la vida opuesto a la inteligencia divina, ella escribe: “El caos de la mente mortal se convierte en el peldaño que conduce al cosmos de la Mente inmortal” (La unidad del bien, pág. 56).

¿Nos identificamos como viviendo en el caos o en el cosmos? ¿Y qué constituye cada uno?

Un diccionario define el caos como “un estado de confusión o desorden absoluto; una falta total de organización u orden”. Y define el cosmos como “el mundo o universo considerado como un sistema ordenado y armonioso”.

¿Nos identificamos como viviendo en el caos o en el cosmos? ¿Y qué constituye cada uno?

Los dos relatos contradictorios de la creación en el primer y segundo capítulo del Génesis ilustran dos formas opuestas de pensar sobre la realidad. La Ciencia Cristiana explica que la primera es verdadera y la segunda es falsa.

En el primer relato, la creación comienza con el Espíritu, Dios, y se desarrolla de una manera muy ordenada y clara. Dios primero crea la luz y la divide de las tinieblas. Dios luego divide los mares de la tierra, y hace que la tierra produzca pasto, hierbas y frutas, alimento abundante. Luego, después de crear el sol, la luna y las estrellas, Dios crea a todas las criaturas vivientes, su hábitat ya está en su lugar y esperándolas. Como el punto culminante de la creación divina, Dios entonces hace al hombre (“hombre y mujer”) a Su imagen y semejanza y le da al hombre dominio (señorío). Finalmente, Dios ve toda esta creación espiritual como “muy buena” (véase Génesis 1:1-31). Este es ciertamente un universo armonioso y hermoso donde cada idea vive pacíficamente con todas las demás en el orden divino.

En contraste, el caos representado en la alegoría de Adán y Eva, que comienza temprano en el segundo capítulo del Génesis, comienza con una niebla que lo distorsiona todo. Una representación opuesta y falsa de Dios, llamada Jehová, crea un universo de materia y hombre hecho de polvo. Este Dios falso luego hipnotiza al hombre hecho del polvo y realiza una operación quirúrgica en él, extrayendo un hueso del que crea una mujer. A este caos se suma una serpiente parlante que engaña a la mujer con mentiras y desmoraliza al hombre. Al término del relato Adán es maldecido con una vida de trabajos forzados y Eva con partos dolorosos (véase Génesis 2:4-3:19). ¡Qué enredo más caótico!

En este momento, parece que nuestro mundo se asemeja al caos del segundo relato de la creación, en lugar del cosmos del primero. Pero a lo largo de la historia siempre se ha tenido la opción de qué aceptar como el poder que gobierna el universo, y esta decisión ha tenido un impacto en la experiencia humana. Según registra la Biblia, a los hijos de Israel se les dijo: “Elige hoy mismo a quién servirás” (Josué 24:15, NTV).

¿Estamos aceptando la representación caótica de dónde vivimos, un lugar donde las enfermedades, las crisis económicas y las luchas políticas están causando disturbios y restringiendo nuestras libertades? Este no es el diseño de un Dios del todo bueno y amoroso, sino la manifestación externa del materialismo y un falso sentido de la vida.

Entonces, ¿cuál es la verdadera imagen, la realidad divina? La del universo hermoso, ordenado y productivo creado por el Dios del todo bueno, el Espíritu, del primer capítulo del Génesis. Allí, el hombre —la verdadera identidad de cada uno de nosotros— está hecho a semejanza de Dios y Él lo bendice dándole dominio, manteniéndolo por siempre a salvo en la presencia omnipresente del Espíritu divino, reflejando todo el poder del Espíritu y expresando la Mente y la inteligencia de Dios.

El reino del todo bueno de Dios ya está aquí para que lo veamos, aceptemos, nos regocijemos y habitemos.

En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy escribe: “Las tres grandes verdades del Espíritu: la omnipotencia, la omnipresencia y la omnisciencia —el Espíritu que posee todo el poder, llena todo el espacio, constituye toda la Ciencia— contradicen para siempre la creencia de que la materia pueda ser real. Estas verdades eternas revelan la existencia primigenia como la realidad radiante de la creación de Dios, en la cual todo lo que Él ha hecho es declarado bueno por Su sabiduría” (págs. 109-110).

Aceptar este modelo mental como el único verdadero nos permite vivir sin temor ni ansiedad, y nos abre el camino para experimentar la armonía celestial aquí y ahora. Jesús ilustró la armonía suprema del reino de Dios con sus parábolas y dijo que el reino de los cielos está cerca, aquí mismo con nosotros (véase Mateo 4:17).

Y cuando se le preguntó cuándo debería venir el reino de Dios, Jesús dijo: “El reino de Dios no viene con observación; tampoco dirán: ‘¡Mira aquí!’ o ‘¡Mira allá!’, porque de hecho, el reino de Dios dentro de ustedes está” (Lucas 17:20, 21, KJV). En otras palabras, los sentidos físicos son incapaces de percibir este reino, descrito en el primer capítulo del Génesis como “muy bueno”, porque estos sentidos ven, oyen y sienten sólo materia. No obstante, realmente moramos en este reino celestial del Espíritu, no donde parece reinar la discordia como el pecado, la enfermedad y la muerte. Cuanto más aceptamos y abrazamos esta verdad, más llegamos a comprenderla. Esto nos permite ayudarnos a nosotros mismos y a los demás a vivir en “el cosmos de la Mente inmortal” en lugar de en “el caos de la mente mortal”.

Para ayudarnos a experimentar la armonía celestial justo donde estamos, el siguiente párrafo de Ciencia y Salud describe el tipo de oración que da forma a una vida armoniosa.

Después de describir que el mundo mantiene continuamente ante nuestra mirada un modelo de vida discordante, la Sra. Eddy dice: “Para remediar esto, debemos primero volver nuestra mirada en la dirección correcta, y luego seguir ese camino. Debemos formar modelos perfectos en el pensamiento y mirarlos continuamente, o nunca los tallaremos en vidas grandes y nobles. Dejemos que el altruismo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor —el reino de los cielos— reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan” (pág. 248).

A medida que comenzamos a identificarnos como residentes permanentes de lo que Jesús llamó “el reino de los cielos” —el cosmos espiritual de orden, armonía, paz, abundancia, seguridad, bienestar, compañía divina y actividad correcta, etc.— la imagen distorsionada de la representación polvorienta, brumosa, restringida, materialista y discordante de la vida se desvanecerá proporcionalmente de nuestra consciencia y, por lo tanto, de nuestra experiencia.

Entonces, ¿cómo es que “el caos de la mente mortal” puede convertirse en el peldaño que conduce “al cosmos de la Mente inmortal”? Un estado de caos puede ser un medio para avanzar y ascender al ver que, como afirma Ciencia y Salud, “los desafíos son pruebas del cuidado de Dios” (pág. 66).

Es decir, cuando ocurren pruebas, podemos reemplazar en nuestro pensamiento y oración la imagen desalentadora del caos con el hecho divino inmutable de que en realidad vivimos en el cosmos, o sistema armonioso, de la creación de Dios. Al hacer esto, probamos que el cuidado de Dios está verdaderamente presente donde parece que estamos experimentando un desafío, y no solo ayudarnos a nosotros mismos sino a toda la humanidad a destruir la imagen falsa de confusión y desorden, y a avanzar y ascender en el dominio que Dios ha dado al hombre, la libertad sin restricciones y la alegría abundante.

El reino del todo bueno de Dios ya está aquí para que lo veamos, aceptemos, nos regocijemos y habitemos. Identifiquémoslo como el lugar donde nosotros, nuestras familias y nuestro mundo vivimos, nos movemos y respiramos. Es literalmente “el cielo en la tierra”, en todas partes. ¡Así que cambiemos nuestra dirección hoy! Salgamos mentalmente de la tierra del caos y vivamos conscientemente ahora y eternamente en la paz, el orden y la belleza del reino de Dios: “el cosmos de la Mente inmortal”.

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