¿Cómo oramos por la paz? ¿Es la oración práctica en un mundo donde puede parecer que la paz es la excepción, en lugar de la regla?
Orar por la paz no significa pedir un resultado específico. Y nunca es cuestión de yo gano / tú pierdes. Orar por la paz significa comenzar con Dios y nuestra disposición de amar a Dios y a nuestro prójimo. Como resultado, sabemos y sentimos que Su voluntad para todos es buena.
La única oración que Cristo Jesús enseñó a sus seguidores, conocida como el Padre Nuestro, incluye la línea: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Y la voluntad de Dios es siempre “en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14).
En una ocasión, Mary Baker Eddy le pidió a su iglesia que orara por la paz entre Rusia y Japón. Ella escribió: “Muy amados: Solicito que todos los miembros de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, oren todos los días por la resolución amigable de la guerra entre Rusia y Japón; y que oren para que Dios bendiga a esa gran nación y a esas islas del mar, con paz y prosperidad” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 279). Al cabo de un par de meses, comenzaron las negociaciones para un tratado de paz entre los dos países, y unas semanas más tarde se firmó. Muchos sintieron que el llamado a la oración de la Sra. Eddy había contribuido a este resultado.
Podemos apoyarnos en la certeza de que la paz de Dios siempre está presente para comprenderla y probarla, aquí, ahora y siempre.
Cabe destacar que la Sra. Eddy no les pidió a los Científicos Cristianos que oraran por un ganador o un perdedor. ¿Por qué?
La respuesta podría encontrarse en esa pequeña palabra “por”. Desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana, cuando oramos por una cualidad de la bondad como es la paz, no estamos pidiendo o suplicando por ella, sino más bien reconociendo su presencia. Todo lo que Dios tiene es nuestro, porque cada uno de nosotros está incluido en la amada creación espiritual de Dios. Entonces, cuando oramos por la paz, de hecho, estamos esforzándonos por comprender y demostrar lo que ya está presente y disponible para todos, ya que la paz es un atributo de Dios, a quien expresamos espiritualmente.
Siento que esta es una forma mucho más eficaz de orar por la paz, de ceder persistentemente a la constante presencia y poder del Amor divino, y demostrar que esto es práctico al comenzar poco a poco y trabajar desde allí. Hay un dicho: “Piensa globalmente, actúa localmente”. Para mí, esto significa, en términos de oración, que incluimos al mundo en nuestras oraciones, mientras nos esforzamos por sacar a la luz esa paz espiritual omnipresente en nuestras interacciones diarias con los demás.
Una vez, un miembro de la familia con quien nunca había tenido una buena relación me llamó inesperadamente. Tuvimos una de las mejores conversaciones que habíamos tenido. Me sentía feliz por esto, regocijándome de que finalmente pudiéramos tener una buena relación. Pero al término de la conversación, salió a la luz la verdadera razón por la que había llamado: quería dinero, mucho dinero, para pagar una unidad de almacenamiento que había llenado con cosas de valor cuestionable. Me sentí abatida. Tuve la tentación de colgar el teléfono. Pero no lo hice. Oré por la paz.
Con calma y sin reaccionar, rechacé su pedido, pero le ofrecí dinero para algunas necesidades. La llamada terminó con una nota armoniosa, sin gritos ni súplicas. No obstante, me sentía abrumada y algo enojada.
Mientras oraba, me vino la idea de reflexionar sobre el significado de una oración que la Sra. Eddy escribió llamada la “Oración diaria”: “‘Venga tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad y los gobierne!” (Manual de La Iglesia Madre, pág. 41).
Me llamó la atención el hecho de que esta oración no dice: “quita de ella, de él o de ellos todo pecado”. Dice: “Quita de mí todo pecado”. Y dice orar o afirmar que la Palabra de Dios fecunda los afectos de todos.
Mi relación con este miembro de la familia nunca ha sido perfecta, pero mejoró con los años, en la medida en que mis oraciones no solo por la paz, sino para quitar ¿de quién? —de mí— todo pecado. Esto incluyó, y aún incluye, ver la naturaleza espiritual de todos, incluso de este miembro de la familia, como Dios nos ve a todos: amorosos, adorables y amados.
Si no oramos para ver la paz que realmente existe, tenemos guerra, en nuestros corazones, nuestros hogares, nuestro país, nuestro mundo. Así que es importante hacer esto, dejar que la paz comience con nosotros mismos, como una conocida canción nos alienta a hacer.
Esta tarea de orar por la paz puede parecer difícil, pero podemos apoyarnos en la certeza de que la paz de Dios siempre está presente para comprenderla y probarla, aquí, ahora y siempre.
 
    
