Cuando era niño, luché con el sentimiento de nostalgia en varias ocasiones. Esto continuó durante años. Luego, en mi adolescencia, en un viaje de campamento de la escuela en octavo grado, viajamos a una isla deshabitada donde no había teléfonos. Una noche, de repente me enfermé. Dejé el grupo y volví a la carpa. Me hubiera gustado que me consolara mi familia y llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana, pero eso no era posible en la isla.
Así que confié en lo que me habían enseñado en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana a la que asistí, y oré para sentir la presencia de Dios. Recordé el Padre Nuestro, que nos dio Cristo Jesús, y su sentido espiritual que da Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. En la página 16 de su libro dice:
“Padre nuestro que estás en los cielos,
Nuestro Padre-Madre Dios, todo-armonioso”.
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