¿Es posible que las naciones en desarrollo logren paz y prosperidad, y establezcan una base sólida para tener una democracia perdurable y un crecimiento constante? Desde 1990, aunque los esfuerzos que se han hecho para establecer una democracia en África se han caracterizado por disturbios políticos, los mismos han traído progreso, incluso una creciente libertad de expresión y mejores condiciones de vida para las mujeres. No obstante, todavía resta mucho por hacer para superar los principales desafíos que resultan de la falta de transparencia de algunos gobiernos en el manejo de sus asuntos. Otro desafío es su indiferencia respecto al bienestar de su pueblo, lo que origina pobreza, injusticia y corrupción.
La gente cree que el bienestar de una nación está fuertemente relacionado con las condiciones políticas y económicas, entonces pone su esperanza en los políticos, en su sistema de gobierno, y en las leyes y reglamentos humanos, que no siempre son confiables o duraderos. Cuando un gobierno no cumple con las expectativas, es criticado, puesto en tela de juicio y se le hace responsable de todos los problemas.
Por otro lado, la Biblia demuestra que cuando las personas se sienten motivadas para buscar el bien común, Dios apoya tanto su progreso como el progreso de la sociedad. Nehemías, por ejemplo, quería reconstruir Jerusalén y protegerla de sus enemigos, que previamente habían destruido la ciudad y esclavizado a los hijos de Israel (véase Nehemías, Capítulos 1-6). Nehemías se interesaba en el bien colectivo, pero unos oponentes agresivos amenazaban sus esfuerzos. Formaron una alianza para atacar Jerusalén e impedir su reconstrucción.
La Biblia demuestra que cuando las personas se sienten motivadas para buscar el bien común, Dios apoya tanto su progreso como el progreso de la sociedad.
Nehemías resistió los ataques de los enemigos apoyándose en Dios, con la determinación de reconstruir la ciudad que era tan importante para él y para su pueblo. Todos tuvieron que mantenerse muy firmes contra la fuerte oposición. Para triunfar usaron estas herramientas espirituales: oración, confianza en Dios, vigilancia, valentía, amor, humildad, discernimiento del bien y firmeza en el bien. Gracias a que Nehemías se apoyó radicalmente en Dios, el muro fue reconstruido y reinó la paz, no sólo para los hijos de Israel, sino también para todos sus enemigos.
Hoy en día, los enemigos parecen ser un mal gobierno, falta de recursos, odio, guerra y enfermedades. Sin embargo, todos estos enemigos pueden ser vencidos mediante la comprensión de que sólo Dios gobierna el universo, y que Su poder omnipotente brinda fortaleza y promueve el progreso. Mary Baker Eddy escribe en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Resiste el mal —el error de toda clase— y huirá de ti” (pág. 406). El mal no tiene fundamento para darle poder o vida al error porque Dios es el único poder.
Al comienzo de mi carrera, yo era jefe de contaduría de un departamento regional del Ministerio de Agricultura de mi país. Todo iba bien hasta que me pusieron en reemplazo de mi supervisor inmediato tras su repentina partida. Mi mayor deseo era establecer nuevos procedimientos para evitar la deshonestidad. Por lo tanto, introduje reglas basadas en el rigor y la integridad de los buenos sistemas administrativos. Estaba convencido de que promoverían el bien común y el progreso dentro de mi ambiente laboral.
Pero esta decisión no les gustó a algunos que estaban a cargo. Así que me rotularon de opositor al régimen. Mi gerente reemplazó mi firma en las cuentas bancarias con la firma de otro empleado, y me sacaron del puesto.
Frente a esa situación, oré mucho, volviéndome a Dios para comprender que Él tenía el control de cada situación, incluso la mía, la de mi familia y la de mi departamento. Comprendí que Dios es el único Principio gobernante. Este Principio es el Amor y, por lo tanto, responde a todas nuestras necesidades. También sabía que Dios recompensa la honradez y el trabajo desinteresado. Traté de ver las buenas cualidades en los demás, incluso en mi gerente y en todos los políticos de mi país. Tenía la confianza, particularmente, de que mis oraciones para ver la verdadera identidad de mi gerente, creado a imagen y semejanza de Dios, se reflejaría en un ajuste en mi situación de trabajo, porque Dios es el Principio de la armonía.
Entendí que en realidad las autoridades de mi país eran receptivas al bien y estaban impulsadas por el deseo de manejar los servicios públicos con eficiencia, en el interés general de la población.
Un día, durante una inspección de las existencias de entradas agrícolas (productos necesarios para la operación de una granja), mi gerente tuvo que recurrir a mi experiencia para ayudar a algunos inspectores. Esta colaboración nos permitió poner al descubierto las fallas en el sistema administrativo que eran usadas para malversar dinero y robar mercancías. También impidió que mi gerente cayera bajo sospecha por tales prácticas. Todos los procedimientos que yo había introducido fueron entonces recomendados a otros servicios en el ministerio. A partir de ese momento los productos agrícolas ya no fueron desviados, y los granjeros empezaron a recibirlos a tiempo para la época de cultivo. Eso los ayudó a mejorar su desempeño y, como consecuencia, produjo un aumento en sus entradas. Para mí, los resultados confirmaron esta declaración de Ciencia y Salud: “La Verdad es siempre vencedora” (pág. 380).
Antes de este final feliz, al enfrentarme con el desaliento, me mantuve firme en el hecho de que Dios siempre responde a nuestras oraciones, y que el bien es permanente, a pesar de las aparentes dificultades. Entendí que en realidad las autoridades de mi país eran receptivas al bien y estaban motivadas por el deseo de manejar los servicios públicos con eficiencia, en el interés general de la población. La verdad es que, su verdadera naturaleza no les permitiría hacer cosa alguna que no fuera el bien.
Trabajar por el bienestar colectivo es una expresión profunda de amor hacia nuestro prójimo y, por tanto, es una valiosa forma de contribuir a la democracia, el buen gobierno y el desarrollo.