P: Me siento impotente y abrumada por todo lo que está ocurriendo en el mundo. No sé por dónde empezar a orar… o incluso si eso hará algún bien.
R: Algunos de estos desafíos mundiales realmente parecen difíciles de enfrentar. No obstante, no hacer nada y sentirse impotente, paralizado y/o indiferente no es lo que queremos. ¿Hay algo que podamos hacer que realmente marcará una diferencia?
En un momento dado, mi respuesta podría haber sido: “Bueno… no estoy segura”. Pero hace poco tuve una experiencia que me enseñó que podemos ayudar; que la oración verdaderamente es un arma poderosa para el bien.
Imagínense esto: un incendio forestal fuera de control con 240.000 casas en peligro inminente, incluida la mía. Durante varios días estuve hipnotizada por la amenaza de pérdida, los informes noticiosos y las nubes de humo. Francamente, estaba aterrada. Evacuamos los caballos y hablamos sobre qué estrategia usar para cuidar del resto de nuestros animales. Traté de orar, pero no me sentía inspirada a causa del miedo que tenía.
Entonces, al cuarto día del incendio, me vino una idea sorprendente: Podía elegir en qué pensar. Podía continuar siendo absorbida mentalmente por el remolino del temor, o podía (redoble de tambores, por favor) conscientemente sacar mi pensamiento del temor y ponerlo en algún sitio constructivo. ¡Qué buena idea!
Así que eso fue exactamente lo que hice, básicamente; “cambié de canal” mentalmente. Y al hacerlo, pude dejar fuera el convincente drama que se desarrollaba a mi alrededor y en mis propios pensamientos.
Cuando lo hice, pude orar: “Padre, muéstrame Tu poder y Tu presencia”. Y recibí una respuesta interesante: Mi corazón se llenó de compasión por aquellos cuyos hogares estaban en peligro. Esta oración fue mucho más allá de mí y de mis propios intereses, y me llevó a un lugar donde pude sentir el amor y el cuidado de Dios por toda Su creación; donde nadie quedaba fuera. Y si bien los informes noticiosos continuaban y el humo era todavía visible, el temor que había sido tan amenazador desapareció. Yo sabía que Dios se manifestaría.
Y así Lo hizo. Si bien el fuego entró en algunos patios de atrás, solo unas pocas cabañas fueron quemadas. ¿Es que mi oración hizo esto? No puedo decir que lo hizo por sí sola. Pero sentí que definitivamente ayudó en la situación. Y por qué no, ya que la Biblia nos asegura que “la oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). El profundo y poderoso reconocimiento de la presencia de Dios cambió mi percepción de una situación peligrosa a la comprensión de que Dios realmente tenía el control; con resultados tangibles.
En realidad, la Biblia está llena de relatos de las cosas asombrosas logradas por tan solo una persona. Por ejemplo, un hombre sabio salvó una ciudad de su destrucción (véase Eclesiastés 9:14, 15). Noé solo recibió el mensaje de Dios de que la creación sería preservada en medio de una inundación masiva y que él tenía una importante función que cumplir (véase Génesis 6-8). Y luego, piensen en todo el bien que hizo Jesús. Nos mostró que pueden suceder cosas maravillosas cuando una persona acepta la omnipotencia de Dios donde se necesita curación.
Es posible que veamos lo que hicieron esas personas y pensemos que simplemente eran extraordinarias. Pero nosotros también podemos producir un cambio favorable al seguir su ejemplo. Alinear nuestro pensamiento con Dios, como hicieron ellos, abre el camino para que experimentemos el poder divino allí mismo donde nos encontramos. Es un poco como correr las cortinas para permitir que entre la luz del sol en una habitación. Las cortinas, que bloquean la luz, son como las creencias falsas —los temores, dudas y percepciones erradas que parecen tan reales— que nos mantendrían a oscuras y nos paralizarían con el temor. Podemos pensar que la habitación es la realidad espiritual, la cual la luz revela como la creación maravillosa de Dios; segura en todo sentido.
Por medio de la Ciencia Cristiana aprendemos que la naturaleza de Dios es solo buena. Entonces, ¿qué decir de los incendios forestales, las tormentas destructivas y otros cataclismos? La única respuesta, cuando aceptamos que la omnipresencia de Dios es verdadera, es que son el efecto de terribles percepciones equivocadas que pueden corregirse por medio de la comprensión espiritual de Dios y Su creación espiritual. Mary Baker Eddy se refiere a este tema en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Ella escribe: “Toda la realidad está en Dios y Su creación, armoniosa y eterna. Lo que Él crea es bueno, y Él hace todo lo que es hecho. Por tanto, la única realidad del pecado, la enfermedad o la muerte es el hecho terrible de que las irrealidades parecen reales a la creencia humana que yerra, hasta que Dios las despoja de su disfraz” (pág. 472). Orar con esta comprensión es permitir que Dios las “despoje” de su disfraz, que ilumine la realidad espiritual. Cuando reconocemos y aceptamos el poder y la bondad de Dios, que están siempre en funcionamiento, vemos que se pone de manifiesto la realidad de esta verdad.
Aunque nuestros esfuerzos individuales para ayudar con la oración quizá parezcan pequeños, la luz espiritual que resplandece puede marcar una diferencia. Me encanta ese pequeño refrán que dice: “Uno con Dios no es mayoría; es un monopolio”. El mundo necesita que pongamos todo nuestro peso del lado de ese monopolio.