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Para jóvenes

¿Viajar sola? ¿O con Dios?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 16 de septiembre de 2019


¿Cuál es mi número de vuelo?

Estaba regresando a casa después de realizar un viaje de servicio a Ecuador, sintiéndome inspirada por todas las oportunidades increíbles que había tenido y el crecimiento que había experimentado. El último día del viaje, todo nuestro grupo estuvo en un vuelo de regreso a Florida, donde luego cada uno iría por su lado. Una vez que llegamos a destino, salimos del avión, nos despedimos, y un pequeño grupo de mis amigos y yo nos dirigimos a la terminal donde tomaríamos nuestros vuelos para regresar a casa. Yo estaba en un quiosco de auto check-in en la nueva terminal, cuando de pronto me di cuenta de que no podía recordar el número de mi vuelo.

Le pedí a una empleada de la aerolínea que estaba cerca si podía ayudarme. 

“No”.

Un poco desconcertada, regresé al quiosco y lo intenté de nuevo. Llegaba al mismo punto en la serie de preguntas donde debía indicar mi número de vuelo. Ya estaba empezando a entrar un poco en pánico. Eran las cuatro de la mañana donde estaban mis padres, y yo no pensaba que ellos contestarían el teléfono si llamaba. Los dos chaperones adultos que habían estado en el viaje se encontraban en algún lugar del aeropuerto, y yo sabía que ellos de todos modos no tenían mi número de vuelo.

 

De pronto, me vino a la mente parte del Himno 350 del Himnario de la Ciencia Cristiana: “Todo está bien” (Mary Peters). Comencé a repetir esto en mi cabeza como una oración, sabiendo que nada puede perderse u olvidarse en el reino de Dios, el cual está aquí mismo, porque Dios es la Mente e incluye toda idea buena y útil. Yo había aprendido esto en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cuando era chica, y había comprobado que era verdad en muchas experiencias en el pasado. También oré con la idea de que la armonía, que es en realidad una ley de Dios que nos gobierna a todos en todo momento, estaba en operación en ese mismo instante.

De inmediato me tranquilicé, mis pensamientos dejaron de zumbar de miedo y pánico, y me vino a la mente el número 537. Me embargó un sentimiento tangible de paz y amor, y marqué el número en el quiosco. En un par de segundos apareció la información de mi vuelo, lo confirmé, y ¡todo estuvo bien! Estaba muy agradecida de haber sentido el amor y el cuidado de Dios de una forma tan tangible.

Gracias a experiencias como esta, me he acercado mucho más a Dios, y he comenzado a recurrir a Él más rápidamente cuando lucho con algo. Sé que Dios está realmente aquí para ayudarme, no importa cuán grande, o pequeña, sea mi necesidad.

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