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Para jóvenes

¿Yo? ¿Hermosa?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 12 de febrero de 2019


Desde que estaba en segundo grado, me acosaban por mis pecas y odiaba mucho mi piel. Otros chicos opinaban que mis pecas eran feas, y uno me dijo que mi cara le daba náuseas. Cuando comencé la secundaria, el acoso pasó de señalarme con el dedo y reírse, a juzgarme y chismorrear. Me sentía avergonzada porque no tenía ni una solo amiga que tuviera tantas pecas como yo, y nunca había visto una celebridad o persona de influencia en los medios que tuviera otra cosa que no fuera una piel limpia, sin pecas.

Cuando estaba en sexto grado, descubrí el maquillaje. La base y el corrector eran mis productos preferidos porque ocultaban mis pecas por completo. Mi mamá tenía la regla de que no me estaba permitido usar maquillaje hasta que estuviera en el bachillerato. Así que todas las mañanas después que ella me dejaba en la escuela, yo corría al baño, me aplicaba la base, y continuaba mi día escolar. Cuando sonaba el timbre al término del sexto período, me quitaba la base y me metía en el coche. Poco después, me estaba apoyando completamente en el maquillaje para sentirme hermosa, y cuando más me cubría, más cómoda me sentía.

Pocos años después, mi mamá se enteró de que había estado ocultando mis pecas, y esto le rompió el corazón. Me explicó que mi valía no se basaba en las opiniones de otras personas, y que yo podía amar y apreciar mi individualidad. Yo nunca había pensado que era “diferente” en un sentido positivo, así que me sorprendió. Ella me recordó lo que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: que mi identidad no es una imagen física en un espejo, sino verdaderamente el reflejo espiritual perfecto de Dios, porque Él nos hizo a cada uno de nosotros a Su imagen. No hay nada feo, tosco o despreciable acerca de Dios, porque Él es completamente bueno. Así que no podía haber nada feo, tosco o despreciable acerca de mí, porque yo soy la expresión de Dios.

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