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Para jóvenes

¿Qué puedo hacer cuando todo se está desmoronando?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 1º de febrero de 2021


P: ¿Qué puedo hacer cuando siento que todo se está desmoronando? 

R: Justo antes de graduarme del bachillerato, falleció mi mamá. Aún sentía una profunda tristeza ese otoño cuando me fui a la universidad. Pero me aferré a una promesa bíblica que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1). Al principio eran solo palabras para mí. Pero al aferrarme a ellas, comencé a ver cómo Dios realmente nos ayuda. Comprendí que, puesto que Él es Todo y nuestro Padre-Madre, nunca podemos estar fuera del amor paternal y maternal de Dios. Esto fue reconfortante, ya que realmente extrañaba el amoroso cuidado que mi mamá me había brindado, y pronto descubrí que esta confianza en Dios también era práctica. 

Empecé a notar que cada vez que necesitaba “afecto maternal” —consuelo, consejo, guía, aliento—de alguna manera, este siempre estaba presente para ayudarme. A veces, en esos momentos, simplemente sabía lo que diría mi mamá. En una ocasión, las palabras de una persona totalmente extraña fueron exactamente lo que necesitaba. A menudo sentía como un abrazo mental o un pequeño empujoncito (lo que fuera necesario) directamente de Dios. Desde entonces, nunca he carecido de un sentido consciente de la maternidad del Amor. Y cuando la madre de una amiga falleció poco después, yo estaba lista y pude ayudarla con lo que había aprendido.

Más tarde, durante la universidad, sentí que las cosas se desmoronaban nuevamente cuando mi “alma gemela” (o eso pensaba yo) rompió conmigo. Estaba desconsolada. Mi oración constante era la siguiente: “Dios, si estás aquí y si eres el Amor, lo traerás de vuelta”. Pero cuando eso no funcionó, comencé a comprender que mis “oraciones” habían sido en realidad mi propia obstinación, la cual no me iba a liberar del dolor que estaba sintiendo.  

Desde la ruptura, estas palabras de Jesús habían estado resonando en mi pensamiento: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Antes no había querido escucharlas, pero finalmente asimilé el mensaje. Fue entonces cuando me pregunté: ¿Quién soy yo para pensar que mi plan es mejor que el de mi Hacedor? 

A partir de ese momento, con la certeza de que la voluntad de Dios para Sus hijos siempre es buena, confié en que Él me mostraría que Su bondad permanecía sin importar lo que pasara; que nada podía interrumpirla y nada podía quitármela. Y Dios me lo demostró. 

De inmediato, mis días mejoraron. La angustia desapareció. En poco tiempo, se desarrolló una relación mucho más sólida y llena de alegría. Incluso pude ayudar a otra amiga al entrar en su habitación, justo cuando intentaba suicidarse después de leer una carta que su propio novio le había dejado rompiendo la relación.

Estas experiencias difíciles me enseñaron dos cosas. Primero, que debía confiar en la ayuda constante de Dios a cada momento y reconocer toda evidencia de ella. Y segundo, que debía abrazar a toda la humanidad con lo que había aprendido y estar lista para compartirlo. No es de extrañar que Mary Baker Eddy, quien descubrió la Ciencia Cristiana, lo dijera así: “Paso a paso, aquellos que en Él confían hallarán que ‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 444). Eso es exactamente lo que aprendí y exactamente cómo lo aprendí.

Hasta Jesús enfrentó desafíos, por eso no nos prometió que la vida sería un jardín de rosas. De hecho, dijo que tendríamos problemas (véase Juan 16:33), pero al enseñarnos todo lo que Dios es, nos preparó bien para enfrentarlos. Y podemos hacerlo. De mis propios momentos de “desmoronamiento”, tanto pasados como presentes, puedo decirte esto: Si sabes algo acerca de Dios —que está aquí presente, ahora mismo, Su bondad y omnipotencia— ¡no te rindas! Guárdalo. Abrázalo. Sostenlo. Lo necesitarás, y lo tendrás. Te ayudará justo cuando y donde todo parezca estar desmoronándose. 

Recuerda: paso a paso. Solo comienza a hacerlo.

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