Para niños
Le di gracias a Dios por ser mi Padre-Madre. Le agradecí por todo lo bueno de mi vida.
Me di cuenta de que, en lugar de limitarme a decir lo que pensaba, era más importante escuchar a Dios y dejar que el Amor guiara mis palabras y acciones.
Estaba muy agradecida por Dios. Y estaba agradecida de saber que los pensamientos de Dios están allí mismo para nosotros, ¡incluso antes de que los pidamos!
La estaba pasando muy bien en la montaña, hasta que un montón de nieve en polvo atrapó uno de mis esquís, haciéndome girar fuera de control. Traté de reducir la velocidad, pero en lugar de eso, fui cada vez más rápido.
En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, he aprendido que Dios es una ayuda siempre presente.
La familia de Eli hizo una lista de ángeles. Algunos de los ángeles en los que pensaron fueron cómo ser amables, cómo sentirse más felices, cómo ser útiles y recordatorios de que Dios nos hizo buenos.
He estado asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, así que sé que Dios, que es Amor, cuida de mí y nunca deja de hacerlo.
Más tarde ese día, tuve la idea de que podría volver a tener dolor de estómago, pero recordé que solo debía escuchar a Dios y Sus buenos pensamientos.
Cada vez que pensaba en mi caballo, me aseguraba de pensar de la manera correcta. En lugar de preocuparme —de tener pensamientos de temor— pensaba en que él era la creación espiritual de Dios.
Orar puede ayudarnos a escuchar los buenos pensamientos que siempre vienen de Dios, y esos pensamientos nos sanan.