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Libre de enfermedad cardíaca

Del número de abril de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en portugués


 En el año 2000, me estaba mudando a otra ciudad. Con todos los problemas de la mudanza que tenía que resolver, incluso mis dos hijas pequeñas que necesitaban mi atención, yo me sentía muy estresada y empecé a sentir los síntomas de un problema al corazón. Si bien los episodios eran constantes no pensé mucho en el problema, hasta que un día, estando de compras, sentí un dolor en el pecho, el corazón comenzó a latir fuertemente y se me nubló la vista. Atiné a sentarme en un lugar y llamé a mi hermano quien vino rápidamente a verme.

Como mi hermano es anestesiólogo, me llevó al hospital donde trabaja, que es uno de los más importantes de la ciudad para tratar problemas cardíacos. Allí me examinó un especialista de enfermedades del corazón, quien diagnosticó que se trataba de una grave alteración del ritmo cardíaco. Mi hermano quiso tener una segunda opinión y me llevó a otro hospital, donde después de examinarme, me dieron el mismo diagnóstico. Durante las semanas siguientes, me hicieron varios exámenes y un cardiólogo me prescribió medicamentos. 

Debido a la presión de mi familia, empecé a tomar los medicamentos. Sin embargo, yo estaba muy angustiada porque quería apoyarme únicamente en Dios para obtener la curación. Luego, conversé con un practicista de la Ciencia Cristiana quien me dijo que no me afligiera, pues Dios revelaría una solución que sería la más armoniosa para todos.  

Al cabo de cierto tiempo, volví a ver al doctor, quien me pidió que dejara de tomar medicamentos por un tiempo, en preparación para una intervención quirúrgica. Comprendí que esta era una oportunidad para apoyarme totalmente en Dios para sanar, sin el uso de recursos materiales, como es la medicación. Este fue un periodo de profunda introspección y de confianza en Dios.

Le pedí al practicista que orara conmigo y le dije que tenía miedo. Me dio algunos pasajes de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, como este: “El temor a la enfermedad y el amor al pecado son las fuentes de la esclavitud del hombre. ‘El Principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, pero las Escrituras también declaran, por medio del pensamiento exaltado de Juan, que ‘el perfecto Amor echa fuera el temor’ ” (pág. 373). Realmente llegué a sentir que el Amor divino me creó perfecta. No me había creado para que sufriera de ninguna enfermedad. Comprendí que esta era una oportunidad para establecer en mi propio pensamiento la ley divina de la salud como una verdad en la que me podía apoyar. Me sentí llena de profunda alegría y gratitud a Dios por esta oportunidad de aplicar Su ley.

En oración reconocí que tanto los médicos como mi familia podrían percibir la verdad acerca de mi identidad espiritual y perfecta como semejanza de Dios. En los días antes de la cirugía, todos en mi familia se sintieron impresionados al ver la alegría que yo expresaba. Realmente no tenía ningún temor. 

Mi identidad espiritual jamás ha caído de su estado de perfección.

El procedimiento quirúrgico fue largo. Al término del mismo, el cardiólogo me dijo que el equipo médico había realizado pruebas y simulaciones, pero no habían encontrado problema alguno en mi corazón. Él estaba muy sorprendido y dijo que no había una explicación médica para lo que ellos habían presenciado. Llamaron al director de cardiología del hospital y se hicieron nuevas pruebas. Una vez más no se encontró rastro de la enfermedad. Este especialista incluso comentó que yo jamás había tenido una disfunción cardíaca.  

Tiempo después, empecé a tomar clases de natación, y mi entrenador me recomendó que empezara a participar en competencias. Me dijo que necesitaba hacer una prueba de esfuerzo cardíaco. Consulté con un cardiólogo quien dijo que yo no sólo podía, sino que debía participar en actividades deportivas y en competencias. Continúo entrenándome todos los días, y ya he participado en campeonatos nacionales y estatales de natación, e incluso en un campeonato Panamericano. 

Para mí, esta experiencia fue una evidencia de que la demostración de la Verdad es completa y que mi identidad espiritual jamás ha caído de su estado de perfección. 

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