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El gozo de enseñar a los chiquitines

[por una maestra de Escuela Dominical de la Christian Science]

Del número de octubre de 1956 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es realmente un regocijo enseñar a los chiquirritines en la Escuela Dominical. Pero algunas maestras se muestran reacias a emprender esta labor temerosas de que sea difícil hacer las lecciones suficientemente sencillas para ellos o no poder hacer que los parvulitos estén quietos o guarden silencio.

No es difícil, y los nenes estarán contentos y felices si se les deja tomar parte en la lección. No necesitamos hablarles como sus superiores, lo que se requiere es que seamos ingenuos como ellos y con ellos. Hablar con ellos, no a ellos. A ellos les gusta hablar acerca de Dios, y su confianza y espontaneidad con que confían en su querido Padre-Madre han de enseñarle muchas lecciones a la maestra de ellos.

Con estos chiquitines conviene escoger cualquier tema en el que más se interesen. Por ejemplo, en mi clase, un domingo Carlos estaba ansioso de contar que al venir a la Escuela Dominical había encontrado un gatito. Inmediatamente yo dejé a un lado el tema que había preparado para la ocasión al principio y comenté concisamente sobre el gatito que Carlos había encontrado.

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