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Una solución a los problemas internacionales

Del número de septiembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Estaba en la universidad, una amiga de la Escuela Dominical me pasó un papel con su cita favorita: “Un solo Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila a la idolatría pagana y a la cristiana —todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido”.Ciencia y Salud, pág. 340. Puse el papel en mi billetera y lo tuve allí por muchos años. Desde entonces he memorizado esta cita, y ahora es una de las que más me gusta.

La base de esta promesa sobre el fin de las guerras y la unificación de los pueblos y naciones, es el reconocimiento de un Dios infinito, el bien. El tener un solo Dios y amarlo supremamente es, según Cristo Jesús, uno de los dos grandes mandamientos. Véase Marcos 12:28–31. Cuando mantenemos esta idea en nuestro pensamiento llegamos a reconocer nuestra unidad con el resto de la gente, aun cuando pensemos que no tenemos nada en común con ella. Si existe un solo Dios, cualquiera sea el nombre que le demos, y si Dios es bueno, entonces podemos aprender a dejar de lado los estereotipos y opiniones de los medios de comunicación, y ver lo que Dios sabe acerca de una persona o situación en particular.

La Christian Science me ha enseñado que la palabra Mente es un sinónimo de Dios, y que existe un solo Dios. Esta Mente única, está gobernando el universo y es la fuente de toda inteligencia en nuestra vida diaria. Saber esto me ha ayudado a reconocer que no existe situación alguna que pueda considerarse sin esperanza o en la que no pueda haber una comunicación eficaz. Aun en caso de opiniones divergentes, comprender que existe un solo Dios infinito, que es el bien, hace que el poder y la solución divinos prevalezcan en toda situación, de una manera que supera por mucho nuestras expectativas.

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