Tener miedo a las arañas es algo bastante común, pero para mí fue más aterrador despertarme con la picadura de una de ellas. Esto sucedió una mañana cuando desperté en mi dormitorio estudiantil como cualquier otro día. Sin embargo, esta vez desperté con una picadura sospechosa, aunque al principio no lo sabía.
Era bastante temprano en la mañana, y me estaba preparando para hacer ejercicio. Pero, cuando salí de la cama, sentí un dolor que no pude identificar. Puesto que no parecía venir de ningún lado, fui al gimnasio de todos modos y realicé mi entrenamiento. Sin embargo, cuando regresé del gimnasio, ya había más luz y pude ver la picadura por primera vez.
Estaba asustado, al punto de que en lo único que podía pensar era en la picadura. Pasé el día como normalmente hago, pero el dolor era cada vez peor. En cierto momento, algunos de mis amigos notaron que mi pierna estaba hinchada y roja. Empezaron a hablar sobre ello. Estaban convencidos de que necesitaba sacar el veneno.
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