
Para niños
Como asisto a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, he aprendido que Dios es bueno, por lo que no pudo hacer nada malo, como una tos o enfermedad.
Cuando me desperté al día siguiente, ya no me dolía la garganta. Sabía que Dios me había sanado.
Una clase de la Escuela Dominical me inspiró a poner el Padre Nuestro en mis propias palabras, lo que me ayudó a entender cómo se aplica a mí.
Esos nuevos pensamientos me embargaron de una poderosa calidez interior. Me puse de pie y el dolor de cabeza desapareció. Mi corazón estaba lleno de gratitud cuando me reuní nuevamente con la multitud.
Voy a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. En la Escuela Dominical he aprendido a orar a Dios. También aprendí que Dios es Amor.
Esta historia me ayudó una noche cuando desperté con dolor en el oído. Mi mamá estaba conmigo y juntos dijimos el Padre Nuestro.
Fui a la habitación de mi abuelo y miré a izquierda y derecha. Miré en un par de sus pantalones, y vi dos billetes que juntos eran más que suficientes para llevarnos a la iglesia y volver a casa.
Fui a la casa de mi abuela y oramos juntas. Estaba segura de que la oración me ayudaría, porque yo ya sabía que Dios siempre está conmigo y me cuida.
En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, he aprendido que Dios es una ayuda siempre presente.
Estaba muy agradecida por Dios. Y estaba agradecida de saber que los pensamientos de Dios están allí mismo para nosotros, ¡incluso antes de que los pidamos!