
Para jóvenes
Esa noche, me fui a dormir con la certeza de que Dios me cuidaba. Cuando me desperté a la mañana siguiente, todo el dolor había desaparecido.
Esta experiencia fue, para mí, un recordatorio de las bendiciones que se manifiestan cuando confiamos en Dios por completo, al escucharlo y obedecerlo solo a Él.
Estoy agradecida por esta experiencia de armonía porque me mostró que no necesito dejarme impresionar por las aparentes molestias o amenazas a mi paz.
Definitivamente ahora puedo confirmar que cada curación nos permite experimentar el poder divino de Dios. ¡Aleluya!
Pude disfrutar de todas las experiencias del campamento, sabiendo que Dios es supremo y es la fuente de toda la energía y fuerza que pueda necesitar.
Continué orando, estudiando y meditando todo lo que leía. Después de tres días, ya no tenía dolor. Estaba sano.
Hoy, estoy profundamente agradecido por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana que continúan guiándome. Los servicios dominicales siempre son una fuente de paz para mí. ¡No los cambiaría por nada del mundo!
También llegué a darme cuenta de que puesto que Dios no viene con cargas emocionales ni tiene malas cualidades, mi identidad como Su creación no es una mezcla de bien y de mal.
Mi equipo y yo hemos progresado en el baloncesto a lo largo de los años, lo que nos ha llevado a expresar más conscientemente cualidades espirituales.
Descubrí que no necesitaba “10 pasos sencillos” para ser feliz, sino que cada respuesta que necesito siempre se encuentra en la Biblia y en Ciencia y Salud.