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Para jóvenes

Sané de trastorno bipolar

Ahora entiendo mucho mejor que la tristeza no es más poderosa que la alegría y que nada puede separarme, ni a mí ni a nadie, del amor de Dios.

Practicar la Ciencia Cristiana me salvó la vida

Saber que el cuidado de Dios por mí era absoluto culminó en este momento salvador de escuchar a Dios y saber obedecer al instante.

Le pedí ayuda a Dios con las matemáticas

Antes de cada prueba, reconocía que no estaba haciendo nada por mi cuenta y que Dios estaría conmigo todo el tiempo.

Aprendí que quiero perdonar

Cuando finalmente reconocí que esta persona era la hija perfecta de Dios y por lo tanto no podía lastimarme, pude perdonarla y me sentí libre.

Cuando no sané de inmediato

Estaba de camino a la curación, aunque en ese momento no podía verlo.  

¿Sientes miedo? Dios está allí

El miedo había desaparecido por completo y pude disfrutar del resto del buceo y de la belleza que me rodeaba.

El ajuste perfecto

Ser más conscientes del gran valor de nuestra identidad espiritual conduce inevitablemente a una libertad más plena para ser quienes somos.

Encontrar mi camino

Me reconfortó saber que Dios me mostraría a dónde tenía que ir y me proveería lo necesario sin importar el camino que tomara.

No importaba cuán abrumadora pareciera mi tristeza, realmente no tenía ningún poder para impedirme experimentar el consuelo y la curación que provienen del Cristo.

Confiar en Dios me salvó la vida

Esta experiencia me enseñó que debemos cambiar nuestra perspectiva hacia Dios, el Espíritu y la verdad de que nuestra existencia es algo totalmente espiritual.

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.