
Para jóvenes
A medida que continuaba “de portero” con mis pensamientos, comencé a sentirme mucho más feliz. Era como si me hubieran sumergido en el amor y la alegría, sentimientos que sabía que eran de Dios.
Aprendí desde el principio que, al igual que un rayo de luz proviene del sol, mi vida es la expresión de Dios y Su bondad.
Logré dejar de preocuparme por cómo podría ser esta visita navideña si yo seguía mal. En cambio, me quedé en el presente, solo pensando en la naturaleza de Dios.
La incertidumbre puede parecer desalentadora, pero es posible apoyándose en Dios, el bien, y sabiendo que Él tiene las riendas.
Darme cuenta de que podía conectar el sentimiento de estar en casa con sentir la presencia reconfortante de Dios realmente me ayudó.
Cuando comenzó a oscurecer, empecé a pensar que venían osos o coyotes.
Estoy muy agradecida por haber visto cómo las ideas y bendiciones que obtenemos a medida que aprendemos sobre la Ciencia Cristiana pueden aplicarse a tantas cosas en nuestra vida.
Cuando volver a remar me dio miedo, pensé en todo el bien que el deporte del remo había traído a mi vida.
El fútbol era lo único que siempre me había hecho feliz, y la idea de que me lo quitaran me quebrantó.
Supe que estaba completamente sano unas semanas más tarde cuando fuimos a andar en tubos neumáticos detrás de nuestra lancha rápida y pude aferrarme sin problema.