
Relatos de curación
Yo no podía estar allí con ella, ¡pero Dios sí! Y como había aprendido años antes, la oración es eficaz, ya sea que estés a dos metros o a ocho mil kilómetros de distancia.
A medida que la situación avanzaba, continuaba elevando mi pensamiento a Dios en constante oración. Él me había respondido en todas las demás ocasiones, y yo sabía que siempre estaba presente, y podía confiar en que en Su reino no había conflictos ni culpables.
Sólo Dios tiene vida, verdad, inteligencia y sustancia. Este razonamiento me llevó a la conclusión: “No consideres la materia como tu dios”. Sentí mucha alegría al comprender estos pasajes después de leerlos y repetirlos tantas veces antes.
Al leer otros artículos en el Journal de mayo, me di cuenta de que había estado obsesionado con el problema de mi espalda y los posibles remedios físicos. Cada artículo me daba puntos de vista más profundos sobre cómo podía verme a mí mismo con claridad, completamente espiritual y de ninguna manera material.
Tous les besoins humains sont comblés lorsque nous accueillons le Christ, la Vérité, dans notre pensée, au lieu de chercher à résoudre les difficultés par d’autres moyens.
Mientras escuchaba para recibir los pensamientos de Dios, este mensaje angelical me llegó calladamente: “… Vida es sólo Amor” (Mary Baker Eddy, Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 30). Estas palabras llenaron mi consciencia. No solo capté intelectualmente esta idea; sabía, sin duda, que Dios, el Amor todopoderoso, me rodeaba a mí y al mundo entero.
Cuando comencé la caminata, oré a cada paso, sabiendo que, si Dios no causaba dolor, entonces no podía manifestarse en mi experiencia. Di el primer paso y luego el siguiente sin dolor. La caminata del primer día fue corta, y mientras caminaba y oraba, logré quedarme con el grupo.
Comprendí claramente que nunca había dejado de estar bajo el cuidado de Dios. Acepté este hecho y continué orando, afirmando mi unidad y semejanza con Dios.
Al pensar en la experiencia, inicialmente me decepcionó que el bebé no se hubiera dado vuelta antes del nacimiento. Pero reconocí que se había aprendido una importante lección: que cualesquiera sean las circunstancias o cuán grave el pronóstico, la ley de armonía de Dios está siempre en operación.
Desde entonces, ha habido instancias en las que me he torcido la misma rodilla, pero cada vez declaré que ya había demostrado que estaba bajo el gobierno armonioso de Dios, y esto silenció el miedo a las lesiones, lo que resultó en curación.