Relatos de curación
Comprendí que nuestro hogar era una expresión completa y armoniosa del Amor y la Mente divinos.
Me di cuenta de que podía dejar de recordar los aspectos materiales y comprender que lo bueno en mi experiencia era real y eterno.
Siempre habíamos apreciado la virtud y la verdad, pero ahora las veía como la manifestación misma de la presencia eterna y protectora de Dios.
Después de un tiempo, comencé a darme cuenta de que la única manera de resolver esta situación era a través de la oración, porque no estaba viendo una solución humana.
Estudiar el concepto de desierto, tal como se entiende en la Ciencia Cristiana, me ha traído mucho consuelo cuando pienso en mi mamá.
A medida que ambos continuamos poniendo nuestra fe y confianza en Dios, la Verdad y el Amor divinos, para que nos guiaran, fuimos llevados, paso a paso, a saber, dónde y cómo comenzar nuestras vidas de nuevo.
Mi ira hacia los perpetradores desapareció, y realmente pude verlos no como ladrones, sino como abrazados por Dios, el Amor.
Cuando comencé a dar gracias a Dios y a apreciar esas inspiradas ideas, noté que nuestro hijo dormía plácidamente.
Mientras oraba, una creciente sensación de libertad emergió en mi pensamiento, y el dolor, el miedo y el sentimiento de ser inútil se disolvieron.
Después de unos diez minutos de declarar con firmeza la verdad, sentí que me embargaba una ola de paz, y supe categóricamente que todo estaba bien.