
Relatos de curación
A medida que la situación avanzaba, continuaba elevando mi pensamiento a Dios en constante oración. Él me había respondido en todas las demás ocasiones, y yo sabía que siempre estaba presente, y podía confiar en que en Su reino no había conflictos ni culpables.
Sólo Dios tiene vida, verdad, inteligencia y sustancia. Este razonamiento me llevó a la conclusión: “No consideres la materia como tu dios”. Sentí mucha alegría al comprender estos pasajes después de leerlos y repetirlos tantas veces antes.
Al leer otros artículos en el Journal de mayo, me di cuenta de que había estado obsesionado con el problema de mi espalda y los posibles remedios físicos. Cada artículo me daba puntos de vista más profundos sobre cómo podía verme a mí mismo con claridad, completamente espiritual y de ninguna manera material.
Tous les besoins humains sont comblés lorsque nous accueillons le Christ, la Vérité, dans notre pensée, au lieu de chercher à résoudre les difficultés par d’autres moyens.
Al pensar en la experiencia, inicialmente me decepcionó que el bebé no se hubiera dado vuelta antes del nacimiento. Pero reconocí que se había aprendido una importante lección: que cualesquiera sean las circunstancias o cuán grave el pronóstico, la ley de armonía de Dios está siempre en operación.
Desde entonces, ha habido instancias en las que me he torcido la misma rodilla, pero cada vez declaré que ya había demostrado que estaba bajo el gobierno armonioso de Dios, y esto silenció el miedo a las lesiones, lo que resultó en curación.
Naveguemos sobre las aguas que nos aseguran el dominio sobre todos los males “de que es heredera la carne”. El único camino es el Cristo, tal como se nos muestra en la teología de la Ciencia Cristiana.
El hecho es que no hay nada que arreglar en la creación de Dios; solo hay Verdad, toda la Verdad, y nada más que la Verdad. No importa cuán oscuras parezcan ser las cosas, nada puede poner fin a la Verdad.
Afirmaba que yo era una idea espiritual de la Mente divina, Dios, y que era pura y perfecta, y cuanto más no solo creía, sino que también comprendía esto, más sólida y tranquila me sentía.
Recordé una idea que escuché una vez: que nuestros dientes tienen la sustancia del Espíritu y están arraigados en la Verdad y coronados con el Amor. Lo tenía en mente cada vez que me cepillaba los dientes.