Cuando Lizzie miraba a sus amigas, lo único que podía ver eran las maravillosas cualidades que ellas tenían, así como sus propios defectos. ¿Cómo podía aprender a amarse a sí misma? La oración trajo respuestas inesperadas.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!