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Comprendamos a Mary Baker Eddy en su “verdadera luz y vida”

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 26 de marzo de 2020


En 1893, Mary Baker Eddy le escribió lo siguiente a Edward Kimball, uno de sus alumnos: “Que el mundo me comprenda en mi verdadera luz, y vida, haría más por nuestra Causa que ninguna otra cosa” (October 15, 1893; L07433, The Mary Baker Eddy Library; © The Mary Baker Eddy Collection). A menudo me he preguntado qué quiso decir, en realidad, la Sra. Eddy con esa declaración. Me di cuenta de que era muy importante que la comprendiera, ya que esto haría tanto por la Causa, o propósito, de la Ciencia Cristiana: liberar a la humanidad de las limitaciones del materialismo.

Una vez asistí a una reunión en la iglesia donde se compartieron relatos sobre cómo fue la vida de Mary Baker Eddy. Los mismos fueron tomados de sus escritos, de las reminiscencias de aquellos que la conocieron y de sus biografías. Hablamos en detalle no tanto acerca de lo que la Sra. Eddy había logrado, sino cómo lo había hecho: por medio de las cualidades espirituales que ella vivió y mediante su comprensión espiritual de Dios, las cuales la guiaron en todo lo que hizo.

 Inmediatamente después de esa reunión, sentí un cambio notable en mi forma de pensar acerca de mi práctica de la curación en la Ciencia Cristiana. Me vino un pensamiento muy claramente: “La Ciencia Cristiana es la revelación completa de la Verdad”. Este pensamiento no era nuevo para mí, pero vino con mucha claridad en ese momento. Me sentí más liviana, libre de cargas y con más certeza de que mis oraciones por mí misma y los demás eran eficaces.

Esta comprensión más clara de la vida de la Sra. Eddy —su impulso divino— fue lo que esa reunión en la iglesia había resaltado, y me hizo estar alerta a la creencia tan comúnmente aceptada en algunas denominaciones cristianas de que el Consolador aún no ha venido a la humanidad. Esta creencia sugeriría que el descubrimiento de la Sra. Eddy no era el Consolador que Cristo Jesús prometió. Implicaría que mi práctica sanadora no se basaba en la revelación final de la Verdad, sino que era simplemente otra filosofía humana y, por lo tanto, podía ser incompleta e indigna de confianza. Declarar en oración la verdadera luz de la Sra. Eddy y la comprensión de Dios corrigieron esa creencia falsa.

También me alertó al hecho de que denigrar el carácter de la Sra. Eddy y el propósito de su vida, ya sea en los medios o en otra parte, implicaría que su descubrimiento, la Ciencia divina, no tiene integridad. Si este pensamiento no es contrarrestado debidamente, se podría transformar en una duda latente en la consciencia acerca de la autenticidad del descubrimiento, perjudicaría nuestra práctica sanadora y la capacidad de sanar rápida y completamente por medio de la Ciencia Cristiana. La actividad correctiva de nuestra reunión sacó a luz esa duda en mi consciencia, y comprender esto me capacitó para negarle toda otra influencia en mi pensamiento.

Entonces me di cuenta de que era necesario contrarrestar la influencia opresiva que esa negación de la verdad acerca de la Sra. Eddy tiene sobre todo el mundo. ¿Por qué? Porque estos comentarios denigrantes acerca de ella sugieren que podemos ser manipulados por las mentiras. Negar las cualidades semejantes al Cristo de ella, o de cualquiera, sugeriría que el mal puede ocultar el bien o incluso destruirlo y, por lo tanto, sería posible ocultarle al mundo este descubrimiento del Consolador. ¿Cómo podemos rebatir con eficacia esta falsedad? Jesús dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32, NTV). 

Cuando sabemos la verdad acerca de Mary Baker Eddy, sentimos que la luz de la Verdad, el Cristo, libera nuestro pensamiento, y podemos contrarrestar cada uno de los errores que aparecen en los medios. Entonces podemos saber que nuestro reconocimiento de la verdad acerca de ella es lo que, en realidad, todos pueden ver también. Estamos sosteniendo no solo nuestra propia integridad, sino la de todos para admitir lo que es real y negarnos a ser manipulados por la falsedad y las mentiras. 

Reconocer que el público es receptivo a la verdad apoya el trabajo del Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana. En el Manual de La Iglesia Madre, leemos: “Será deber del Comité de Publicación corregir de una manera cristiana las falsas informaciones que se difundan al público con referencia a la Ciencia Cristiana, y las injusticias de que sea objeto la Sra. Eddy o los miembros de esta Iglesia por parte de la prensa diaria, las publicaciones periódicas o cualquier clase de literatura puesta en circulación” (Mary Baker Eddy, pág. 97). Este reconocimiento también apoya la receptividad del público a las ideas que presentan las conferencias de la Ciencia Cristiana, las cuales incluyen hechos acerca de la vida de la Sra. Eddy. En el Manual, leemos: “Es deber del Cuerpo de Conferenciantes incluir en cada conferencia una respuesta verídica y justa a comentarios que se hagan en público condenando la Ciencia Cristiana, así como dar fe de los hechos relativos a la vida de la Pastora Emérita” (pág. 93).

¿Por qué podemos esperar que haya receptividad? Porque la verdad disipa la ignorancia y la sugestión falsa, así como la luz disipa la oscuridad. En realidad, el mal y la falsedad no tienen sustancia. Nuestro reconocimiento de esta revelación de la Ciencia Cristiana hace que la verdad entre en acción en nuestra práctica. Para sentir el pleno resplandor de la Ciencia divina, debemos mantener en la consciencia la verdadera idea de su Descubridora, comprendiendo que fue el Cristo el que la capacitó para percibir el Consolador sanador. De hecho, ella instruyó a los Científicos Cristianos a “[seguir] a vuestra Guía sólo en tanto que ella siga a Cristo” (Mensaje a La Iglesia Madre para 1901, pág. 34).

La “verdadera luz y vida” de la Sra. Eddy reflejaban la Luz y la Vida que es Dios, quien era la fuente de su inspiración, fortaleza y capacidad para lograr todo lo que logró. Cuando incluimos a la humanidad en nuestras oraciones, sabemos que en verdad ningún pensamiento erróneo acerca de nuestra amada Guía puede tener poder alguno para impedir que alguien reconozca su descubrimiento y lo que significa para todos.

Esta labor requiere que seamos abnegados. En su libro No y Sí, la Sra. Eddy escribe: “La oración verdadera no es pedir a Dios que nos dé amor; es aprender a amar y a incluir a todo el género humano en un solo afecto” (pág. 39). Todos necesitamos incluir a la humanidad entera en un solo afecto; defender la integridad de todos y el derecho de todos a ver a Mary Baker Eddy en su verdadera luz y vida. Esto ayudará a cumplir el propósito de la Ciencia Cristiana: liberar a la humanidad de las limitaciones del materialismo. ¡Hagamos esta importante obra!

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