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Para jóvenes

Cómo es realmente la inteligencia

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 22 de marzo de 2021


Estaba en el último semestre de mi último año en la universidad, dando el examen final de un curso de matemáticas. La clase era para mi especialidad, así que tenía que hacerlo bien. Pero había luchado todo el semestre.

Había estado orando acerca de la clase como había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, tratando de comprender más acerca de Dios como la única Mente infinita y totalmente inteligente, y sobre mí misma como la expresión de esa inteligencia suprema. Bueno, estaba a punto de ver el fruto de esas oraciones de una manera muy inusual.

Todos los estudiantes estaban en un salón, dando el examen conforme al sistema de honor, mientras el profesor estaba en su oficina. El examen consistía en tan solo unos pocos problemas. Pero cada uno tenía varias partes, y era importante resolverlas todas. Uno de los problemas me dejó completamente perpleja. 

Después de luchar con él por un tiempo, fui hasta la oficina del profesor para pedir alguna aclaración.  

“Haz un dibujo”, me dijo. 

Yo estaba confundida y traté de reiterar mi pedido dos veces más antes de que él preguntara: “¿Conoces la historia de Naamán?”. 

Ahora estaba aún más confundida. ¿Qué tenía que ver la historia de Naamán en la Biblia con mi pregunta sobre un problema de matemáticas? 

Me preguntó una vez más, así que conté brevemente la historia de Naamán, explicando que era un comandante del ejército de Siria que tenía lepra. Su esposa tenía una criada joven que le sugirió que Naamán visitara al profeta Eliseo para sanar. Él lo hizo así, pero cuando Eliseo le dijo que se lavara en el río Jordán, se sintió ofendido, y pensó que había ríos más bonitos y limpios donde lavarse, ríos que se adecuaban más a su posición social; así que, al principio, no lo obedeció. El sirviente de Naamán lo instó a escuchar a Eliseo, lo que finalmente hizo, y, en efecto, fue sanado.

Ni siquiera había terminado toda la historia cuando se me iluminó el pensamiento: me di cuenta de que el profesor me estaba pidiendo que obedeciera humildemente su sugerencia, ya fuera que tuviera sentido para mí o no. 

Regresé a mi escritorio, hice un dibujo y pude entender cómo abordar el problema. 

Ahora bien, si hubiera estado asistiendo a un colegio religioso, esto podría no haber parecido tan extraño. Pero yo estaba en lo que se consideraba la universidad más liberal del estado, y era extremadamente inusual que este tipo de discusión surgiera en una clase de matemáticas. ¿Cómo sabía el profesor que sería receptiva a este recordatorio bíblico? 

Tal vez lo sabía, tal vez no. Para mí, la lección más significativa fue la importancia de escuchar. Podrías llamarlo escuchar espiritualmente, con discernimiento espiritual. No confiando en nuestro propio sentido de las cosas, ni siquiera en nuestro mejor sentido de las cosas, sino en la Mente para mostrarnos lo que realmente necesitamos saber.

A menudo pensamos que la inteligencia está relacionada con lo mucho que sabemos o somos capaces de determinar por nuestra cuenta. Pero ese intercambio con mi profesor me enseñó que, vernos a nosotros mismos como la expresión de la inteligencia divina, se trata en realidad de lo que Dios sabe, lo que Él nos está mostrando. En este caso, la historia de Naamán me ayudó a ver que podía seguir las instrucciones del profesor, incluso si inicialmente no había podido determinar lo que querían decir. Y al escuchar humildemente esa idea, el camino a seguir se aclaró. 

Finalmente me fue bien en el examen y aprobé la clase. No obstante, lo que se ha quedado conmigo es la percepción de que la inteligencia real es una cualidad espiritual. Y cuanto más escuchemos a Dios, más inteligencia vamos a expresar en todo lo que hagamos. 

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