“Lo mejor que podía hacer era orar”

Cuando estaba en el bachillerato, formé parte de un programa para jóvenes Científicos Cristianos, y siempre esperaba con ansias nuestra gran reunión de enero. Durante ese fin de semana, podíamos pasar el rato con nuestros amigos, escuchar a los oradores y tener una gran celebración para los estudiantes de último año que se graduaban. Este año en particular, estaba muy emocionada por ver a todos después del largo vuelo de Boston a St. Louis.

Sin embargo, a medida que avanzaba el fin de semana, me di cuenta cada vez más de que se estaba formando una dolorosa ampolla en mi talón. Hice todo lo posible por seguir disfrutando, pero el dolor empeoraba rápidamente. Finalmente, el último día completo del viaje, supe que tenía que lidiar con el problema, así que opté por no participar en el baile después de la ceremonia de graduación y volví al dormitorio. Cuando me metí en la ducha, noté que la ampolla había crecido hasta aproximadamente el tamaño de una moneda de veinticinco centavos y que el área alrededor de la ampolla también estaba inflamada.

Al estar en este programa, había tenido mucha práctica orando por los problemas que surgían en mi vida, y había aprendido que siempre podía esperar curación. Así que sabía que lo mejor que podía hacer era orar por esta molestia en el pie. Esta vez, comencé mis oraciones con el hecho de que soy espiritual, hecha a imagen y semejanza del Espíritu, Dios, por lo que nada podía hacerme daño.