Hace varios años, mi hermano menor me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Lo que me llamó la atención de las enseñanzas de esta Ciencia fue que revela nuestra relación con Dios, nuestra unidad con Dios. Él está siempre presente, nunca lejos, es Espíritu y es Todo-en-todo.
Sentí el deseo de asistir a los servicios de una iglesia filial de la Ciencia Cristiana en mi ciudad, y realmente disfruté estudiando su literatura en la Sala de Lectura de esta iglesia. Empecé a sentirme más segura de poner en práctica lo que estaba aprendiendo. Y pronto tuve la oportunidad de demostrar que Dios nos mantiene a salvo, que realmente cuida de nosotros.
Una tarde, estaba preparando una bebida caliente, pero me descuidé y derramé el agua hirviendo sobre mi mano. El primer momento fue de dolor y miedo. Pero de inmediato me vinieron a la mente ideas de la Lección Bíblica de esa semana del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Fue natural sentir confianza para practicar lo que acababa de estudiar en la Lección Bíblica. Recordé las palabras de Jesús: “No temas” (Lucas 8:50), y sentí que mi miedo desaparecía. Me sentí imbuida de la tranquila confianza de que, por ser la imagen y semejanza de Dios, el Espíritu, nunca podría sentir dolor.