Hace varios años, mi hermano menor me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Lo que me llamó la atención de las enseñanzas de esta Ciencia fue que revela nuestra relación con Dios, nuestra unidad con Dios. Él está siempre presente, nunca lejos, es Espíritu y es Todo-en-todo.
Sentí el deseo de asistir a los servicios de una iglesia filial de la Ciencia Cristiana en mi ciudad, y realmente disfruté estudiando su literatura en la Sala de Lectura de esta iglesia. Empecé a sentirme más segura de poner en práctica lo que estaba aprendiendo. Y pronto tuve la oportunidad de demostrar que Dios nos mantiene a salvo, que realmente cuida de nosotros.
Una tarde, estaba preparando una bebida caliente, pero me descuidé y derramé el agua hirviendo sobre mi mano. El primer momento fue de dolor y miedo. Pero de inmediato me vinieron a la mente ideas de la Lección Bíblica de esa semana del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Fue natural sentir confianza para practicar lo que acababa de estudiar en la Lección Bíblica. Recordé las palabras de Jesús: “No temas” (Lucas 8:50), y sentí que mi miedo desaparecía. Me sentí imbuida de la tranquila confianza de que, por ser la imagen y semejanza de Dios, el Espíritu, nunca podría sentir dolor.
En la Ciencia Cristiana también aprendí que Dios es la Verdad, y de la Verdad solo puede emanar lo que es cierto acerca de la creación de Dios, incluyendo a todos Sus hijos. Reconocí, sin dudar, que en la Verdad la única ley en acción es la ley de Dios, y que esta ley lleva a efecto solo la bondad y la perfección de la creación enteramente espiritual de Dios.
El accidente dejó de impresionarme, y al confiar en esta percepción de la Verdad, me sentí lo suficientemente tranquila como para continuar con mis tareas. No volví a mirar la mano. Solamente que esa noche, cuando me fui a la cama, noté que no había signos de quemadura, ni enrojecimiento ni área dolorida. Agradecí inmensamente a Dios y sentí una renovada fortaleza para seguir aprendiendo y practicando las enseñanzas de la Ciencia Cristiana.
Poco después, tomé la instrucción de Clase Primaria de la Ciencia Cristiana, y llevo en mi corazón la certeza de que la Ciencia Cristiana es el camino que quiero seguir para tener una vida armoniosa. Cada día tenemos nuevas oportunidades para reconocer la presencia sanadora de Dios y seguir adelante.
Nilda María Alves
Río de Janeiro, Brasil