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Estar consciente del Amor sana el sufrimiento

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 3 de junio de 2025


El título de este artículo es una de mis ideas sanadoras favoritas. La Biblia enseña que “Dios es amor” (1.° Juan 4:16) y, en consecuencia, la Ciencia Cristiana usa el nombre propio Amor como otro nombre para Dios. 

La experiencia demuestra que conocer a Dios como Amor —la eterna presencia reconfortante— llena nuestro pensamiento de armonía y paz. Es tanto una perspectiva celestial que mantiene nuestro pensamiento en un buen lugar, como un estado mental que es receptivo a los mensajes de verdad y amor que traen el consuelo de Dios. Es la consciencia de la bondad infinita de Dios que no conoce el miedo e inunda el pensamiento con luz espiritual y alegría celestial. Y, reitero, esta consciencia de la realidad espiritual sana el dolor y el sufrimiento.

No siempre es fácil mantenerse consciente del Amor infinito. Pueden ocurrir acontecimientos que nos tomen por sorpresa, nos enfaden o nos hagan sentir temor. A veces se agolpan razones que parecen justificar la ira y la agitación emocional. Pero no estamos indefensos.

Debido a que el Amor, Dios, es infinito y omnipresente, en realidad vivimos en un universo de Amor, donde el poder de Dios siempre está sosteniendo el bien en nuestras vidas. A través de la capacidad que Dios nos ha dado de mantenernos conscientes de la omnipotencia y omnipresencia del Amor, podemos enfrentar la adversidad sin miedo y vencer cualquier daño que amenace. Podemos demostrar que la ira, el resentimiento y el miedo no son ineludibles. 

Hace unos meses, salí afuera a través de una puerta que rara vez se usa. Sin que yo lo supiera, unas avispas habían construido un nido en la esquina superior del marco de la puerta. Cuando atravesé la puerta, las avispas aparentemente se sintieron amenazadas y me atacaron, ¡en masa! Con picaduras en todas las partes expuestas de mi cuerpo, salí corriendo al patio, tratando de escapar del enjambre de los enojados insectos. Dolorido, también sentí una oleada de ira. Pero tan pronto sentí la creciente marea de furia dentro de mí, me di cuenta de que tenía que tomar una decisión que determinaría qué tan rápido me recuperaría de las picaduras. 

Podía permitirme enojarme, o podía optar por perdonar a las avispas y orar para que Dios, la Mente que es Amor, llenara mi pensamiento y me trajera paz en mente y cuerpo. Recordé que una consciencia de Amor sana el sufrimiento.

Cristo Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos. Ciertamente, en ese momento, las avispas parecían estar enojadas conmigo y parecían ser mis enemigas. ¡Y yo estaba profundamente tentado de enfadarme con ellas! Pero la ira y el resentimiento solo perpetúan el sufrimiento. Albergar ira, quejas o resentimiento es permitir que el mal victimice nuestro pensamiento y lo mantenga en la desesperación. Para librarse del sufrimiento, el pensamiento debe elevarse a un mejor lugar. 

Jesús nos enseñó a amar en lugar de odiar. No necesitaba amar lo que las avispas habían hecho, pero necesitaba amar a fin de expresar Amor, que es un bálsamo sanador.

Mientras oraba para alcanzar el terreno más elevado de amar en lugar de resentir, encontré paz al saber que las sensaciones punzantes en mi cuerpo no eran más que temores temporales de la mente humana que el estar consciente del Amor podía disolver. La decisión de odiar o amar fue fácil de hacer, y opté por amar.

Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “‘Dios es Amor’. Más que esto no podemos pedir, más alto no podemos mirar, más lejos no podemos ir” (pág. 6). Cuando conocemos el Amor, sabemos lo bueno que Dios es y el bien que otorga. El Amor divino es infinito; llena todo el espacio e impregna la verdadera existencia con comodidad y paz. 

Nuestra individualidad como hijos de Dios es puramente espiritual. Existe completamente fuera del físico. Jamás está herida ni en peligro. ¡Nunca es picada por avispas! Mientras oraba para aceptar el amor infinito de Dios por mí y el hecho de que estoy incluido para siempre en ese Amor, vi que jamás me había tocado la sugestión de que existe algo fuera del Amor y el gobierno del Amor; que yo era el hijo amado de Dios y vivía en la omnipresencia del Amor. 

A medida que mis pensamientos se elevaban a las alturas del Amor celestial, me olvidé de las avispas y las picaduras. Acepté hermosas visiones mentales del tierno cuidado del Amor por mí y de mi seguridad en el abrazo del Amor. El dolor de las picaduras se disolvió en minutos y las ronchas desaparecieron rápidamente.

La Sra. Eddy observa: “Para el Amor infinito, siempre presente, todo es Amor, y no hay ningún error, ningún pecado, enfermedad ni muerte” (Ciencia y Salud, pág. 567). Hay un inmenso poder sanador en la consciencia del Amor infinito, porque en esta consciencia, el mal pierde todo control sobre el pensamiento. Los temores al pecado, a la enfermedad y a la muerte se desvanecen. Todo dolor o sensación de victimización desaparece. Hallamos armonía celestial y paz espiritual.

La consciencia de Dios como Amor infinito sana el sufrimiento porque en esta consciencia no hay nada de que sufrir. Todo es Amor.

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