En la universidad, participé en una producción de la obra musical West Side Story. Interpreté al personaje de Chino, que no tiene el papel más importante, pero tiene una función destacada en la narrativa. Lucha con la importancia personal, y también con el odio y el deseo de venganza cuando siente que lo han traicionado. Estas no son cualidades que admiro, pero aprecié la historia de Chino porque ayudó a ilustrar las variaciones, incluso los caprichos, de la experiencia y el pensamiento humanos.
Durante los ensayos, me enfermé gravemente y tuve que tomarme varios días libres de la escuela. Oraba por mí mismo, como he aprendido a través de mi estudio de la Ciencia Cristiana, pero me sentía bastante atascado. Una tarde, el director de la producción (también Científico Cristiano) vino a verme. Aprecié su gentileza y amablemente me hizo una pregunta interesante. Quiso saber si la enfermedad tenía algo que ver con el hecho de que me identificaba demasiado con el personaje que estaba interpretando.
Yo estaba intrigado, porque sé que nuestros pensamientos desempeñan una función importante en nuestra experiencia. De hecho, uno de los sinónimos de Dios en la Ciencia Cristiana es Mente. Y puesto que somos hijos de Dios, creados a Su imagen y semejanza, naturalmente expresamos a la Mente. Esto indica la importancia de mantener nuestro propio pensamiento, nuestra conciencia de nuestra verdadera naturaleza y la de los demás, en línea con lo que la Mente sabe de su propia creación totalmente buena, es decir, con la naturaleza armoniosa de la realidad.