En Juan 8:32 leemos: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Esta libertad de la que habla la Biblia es mucho más que libertad física. Es una completa libertad mental y espiritual, la libertad que todos deseamos y a veces tal vez creamos que no se puede lograr. Sin embargo, por la gracia de Dios, ya la tenemos. Experimentamos profundamente esta libertad a través del estudio de la Ciencia Cristiana, el Consolador prometido.
Cuando comprendemos la Verdad a través de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, vamos descubriendo que nuestra verdadera identidad es completamente espiritual. Vemos que la libertad es nuestra herencia por ser hijos de Dios, quien hizo al hombre a Su imagen y semejanza y nos dio dominio sobre toda la tierra y vio que todo era muy bueno (véase Génesis 1).
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Al discernir los derechos del hombre, no podemos dejar de prever el fin de toda opresión. La esclavitud no es el estado legítimo del hombre. Dios hizo libre al hombre. …
“La Ciencia Cristiana alza el estandarte de la libertad y exclama: ‘¡Sígueme! ¡Escapa de la esclavitud de la enfermedad, del pecado y de la muerte!’ Jesús trazó el camino. Ciudadanos del mundo, ¡acepten ‘la libertad gloriosa de los hijos de Dios’ y sean libres! Este es su derecho divino” (pág. 227).
La Biblia contiene muchas historias que nos muestran la supremacía del poder de Dios. Nos da una gran seguridad de la bondad divina. Nos da armas espirituales para liberarnos de los errores —las falsas creencias— y con esta libertad mental no tenemos miedo de los gobiernos, el clima, las épocas, ni de ningún engaño de un supuesto poder aparte de Dios, el bien. Conocer y sentir esta libertad y dominio nos da paz y consuelo. Nos ayuda a vivir con alegría.
Cristo Jesús trazó nuestro camino. Así como un mapa nos ayuda a encontrar el lugar al que queremos ir, los Evangelios nos ayudan a comprender la verdad que Jesús enseñó y vivió. A medida que ponemos en práctica sus enseñanzas, comenzamos a ver en nuestra experiencia que nuestra libertad es en verdad la realidad. Somos verdaderamente libres porque tenemos el dominio que Dios nos ha dado. Tenemos todas las ideas necesarias para superar cualquier dificultad que enfrentemos.
Comprender la Verdad como la enseña la Ciencia Cristiana es muy alentador. La gente vive con mucho miedo de lo que pueda pasarles, pero la Ciencia Cristiana nos enseña a recurrir a Dios para satisfacer nuestras necesidades y mantenernos a salvo. Nuestra unidad con nuestro Padre-Madre Dios nos hace libres y fuertes. Nunca tenemos que sufrir bajo las mentiras de la mente mortal, una supuesta mente o poder opuesto a Dios. La oración nos da ideas con las cuales deshacernos de estas mentiras o errores, para sentir paz y libertad y lograr el bien deseado.
Hace unos años estuve de vacaciones con mi familia en otra provincia de Cuba. Viajamos hasta allí en ómnibus, y en el camino de regreso nos bajamos cerca de nuestra casa y el autobús continuó su camino hacia su destino final, que estaba lejos de donde vivíamos. Sin embargo, cuando llegamos a casa, nos dimos cuenta de que nuestra maleta había sido cambiada por la de otra persona.
Muy perturbada, me aparté de todos y comencé a orar. Sabía que un viaje que había sido tan hermoso, con tantas bendiciones, no podía tener un final discordante. Afirmé con mucha calma que Dios es Todo y que creó a Sus hijos libres, tranquilos, felices, y que Sus hijos tienen dominio. Reconocí muy fuertemente la supremacía del poder divino, la presencia del Amor en todas las cosas.
En la quietud del Amor divino, las ideas me fueron llegando y recordé que tenía el número de la estación de ómnibus. Llamé y reconocí la voz de la persona que respondió. Le dije quién era y le expliqué lo que había sucedido. Enseguida fue muy gentil y me explicó que la persona que había tomado nuestra maleta ya le había informado. Muy pronto nos comunicamos con esa persona y en unos días pudimos intercambiar maletas. Todo se resolvió rápida y armoniosamente.
Incluso experiencias simples como esta pueden mostrarnos que todo el bien está a nuestro alcance. Nunca podemos darle realidad a las falsas informaciones que nos da la mente mortal. Solo debemos estar conscientes de nuestra realidad como hijos o reflejos del Dios que es Todo.
En Ciencia y Salud leemos: “¿Dónde ha de descansar la mirada sino en el reino inescrutable de la Mente? Tenemos que mirar hacia donde deseamos caminar y debemos actuar como poseedores de todo el poder de Aquel en quien tenemos nuestro ser” (pág. 264).
Esta cita nos asegura nuestra completa libertad. Nos dice con mucha claridad que, si miramos solo el camino de la verdad y actuamos como reflejos de Dios, el Amor divino, entonces encontramos que todo lo bueno se cumple, porque tenemos nuestro ser en el Amor todopoderoso. Esa es la libertad absoluta. Sentirse libre es saber que la batalla no es nuestra sino de Dios, que los buenos pensamientos son una armadura impenetrable contra toda clase de error, que “el Amor es reflejado en el amor” (Ciencia y Salud, pág. 17), que el poder de Dios es absoluto y supremo.
Cuando nos sentimos libres, experimentamos paz espiritual y podemos escuchar al Amor divino guiándonos para liberarnos de nuestras cargas. Dejamos el camino abierto para la bondad divina, y sabemos que todas las oraciones son respondidas y que recibimos mucho más de lo que pedimos. Sentimos esta libertad muy claramente cuando nos damos cuenta de que no somos seres humanos indefensos, vulnerables a todas las dificultades que nos han hecho creer desde que nacimos. Somos seres perfectos, armoniosos, espirituales, puros y santos. El hombre expresa el ser de Dios, que es infinitud, armonía, libertad y felicidad sin límites. Nuestra oración brota de la paz inefable, la unidad del hombre con Dios. Ese es nuestro punto de partida: sentir que nuestro Padre-Madre nos abraza y nos dice: “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 41:10).
