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La relación con su hermano es restaurada

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 23 de junio de 2025

Publicado originalmente en alemán


La curación más significativa que he tenido en los últimos años es la restauración de mi relación armoniosa con uno de mis hermanos, una relación que estuvo destruida durante diez años. Cuando mis dos hermanos y yo íbamos a heredar la mitad de un dúplex y el jardín circundante, el contacto con uno de los hermanos se volvió tan polémico que a mi otro hermano y a mí nos impidieron legalmente comunicarnos con él de forma directa. La tensa relación surgió porque él quería que se le pagara de inmediato su parte de la herencia, a pesar de que no se había tomado ninguna decisión sobre cómo íbamos a manejarla o cuándo se podía considerar la venta.

Encontré una guía inspiradora en la parábola de Jesús sobre el hijo pródigo y su regreso a casa (véase Lucas 15:11-32). Así como el padre nunca abandonó al hijo que se creía perdido, durante todos esos años yo, como hermana, no renunciaba a mi conexión divinamente establecida con mi hermano, incluso si no era posible conectarme con él por teléfono o carta. 

También era cierto que él seguía siendo hijo de Dios. Los cambios negativos no pertenecían a Dios ni a Su expresión. Yo sabía gracias a mi estudio de la Ciencia Cristiana que esta expresión divina de Dios nos incluye a cada uno de nosotros. 

Con el tiempo, me di cuenta de que mi hermano seguía siendo el hermano que había conocido desde la infancia, pero que había sido influenciado erróneamente. Estas influencias no podían perdurar a la luz del Cristo, que es “una influencia divina siempre presente en la consciencia humana” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. xi). Al orar de esta manera, pude separar las creencias malévolas de la identidad y el carácter de mi hermano. Jamás habían tocado ni dañado al hijo de Dios.

A menudo pensaba en estas palabras del Himno 126 del Himnario de la Ciencia Cristiana:

Cuán celestial es contemplar

los que aman al Señor,

pues se deleitan

en amar a la humanidad.

Ya libres de orgullo y mal

deseamos solo el bien;

del hombre vemos perfección

al expresar amor.

 (Joseph Swain, Adaptación)

Ciertamente amo a mi Padre-Madre Dios, así que ¿qué me impediría amar también a mi hermano? El capítulo 13 de la primera carta del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto me recordó el amor paciente que no atribuye mal a nadie y nunca se rinde.

Los primeros puntos brillantes en el camino hacia una solución llegaron cuando el abogado nos dijo que se había cancelado la prohibición del contacto directo con mi hermano.

Pasó algún tiempo y seguí orando. Entonces, de repente, mi hermano me llamó y me preguntó si podía venir a quedarse conmigo un par de semanas para sacar adelante un proyecto de trabajo. Al principio, acepté sin dudarlo, pero luego noté que dudas, como “Ten cuidado. Es deshonesto”, trataban de colarse.

Uno de mis pasajes favoritos del libro de texto de la Ciencia Cristiana me ayudó: “Mantén tu pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero y los traerás a tu experiencia en la proporción en que ocupen tus pensamientos” (Ciencia y Salud, pág. 261). Seguí esta instrucción y me aferré a lo que es perdurable, bueno y verdadero acerca de mi hermano.

Cuando se paró frente a mí, después de haber tocado el timbre de mi puerta de la forma que usábamos cuando éramos niños, todos los sentimientos de descontento se disiparon. Resultó que se había alejado de una situación que lo había influenciado perversamente. Se sintió redimido. Pasamos unas semanas realmente hermosas teniendo conversaciones largas y armoniosas que incluso tocaron temas que antes habían sido difíciles y polémicos. Desde la reconciliación, la venta de la casa se ha llevado a cabo de manera amistosa, y he aceptado con alegría su invitación para ir de vacaciones con él a la Selva Negra.

Estoy profundamente agradecida por esta experiencia y por lo que me enseñó sobre aferrarme a la verdad acerca de la verdadera identidad del hombre y persistir en el amor. Me gustaría terminar citando 1.° Corintios 13:13: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.

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