Hace algún tiempo, tuve problemas económicos, espirituales y también de relación. Todo esto hizo que me enfermara con frecuencia. No podía ver una salida a estos problemas y me volví muy amargado y desesperado. Ya no le veía un propósito a la vida.
Pero gracias a un amigo con el que me mantuve en contacto, aprendí sobre la Ciencia Cristiana. Me invitó a asistir al servicio del Día de Acción de Gracias de su iglesia, pensando que lo disfrutaría.
Aunque no tenía ningún conocimiento de la Ciencia Cristiana, acepté ir. En el servicio había muchas personas que expresaron gratitud a Dios y compartieron con confianza ejemplos de cómo la Ciencia Cristiana sana y había bendecido sus vidas. Esto me dio la esperanza de que mis problemas podían resolverse.
Seguí yendo a esa iglesia todos los domingos, y fue allí donde me dieron algo de literatura de la Ciencia Cristiana, incluyendo el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, de Mary Baker Eddy. Empecé a leer el libro. Aunque al principio no comprendí el contenido, sentí que me haría bien, así que seguí explorándolo. Compré un número de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. A medida que lo leía, empecé a entender más.
Primero, aprendí que la salud no es una condición material. La salud es una condición de la Mente divina, o Dios, y, por lo tanto, siempre está disponible. Por ser el reflejo de Dios, incluimos la salud perfecta. Cuando comprendí esto, mis problemas comenzaron a resolverse.
Empezó con cambios en mi carácter: tenía muy mal genio y me irritaba muy fácilmente. Una vez que comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, aprendí acerca de mi relación con Dios y mi naturaleza divina como Su reflejo. Como resultado, sentí una transformación en mi persona. Fue como si despertara y me diera cuenta de que había cambiado en ciertos aspectos y viera la vida de una manera diferente, más espiritual. Empecé a valorar cada vez más la Ciencia Cristiana y, en proporción a mi comprensión de ella, superé muchas cosas. Me volví más paciente y comprensivo con los demás. Se resolvieron muchos problemas financieros, de salud y de otro tipo. Ahora, me siento tranquilo y en paz, incluso cuando enfrento problemas difíciles.
Hoy en día, trato de vivir al servicio de los demás, y me siento muy agradecido, feliz y en paz, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Gustavo Briñez Quimbayo
Bogotá, Colombia
