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Revolucionar al mundo

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 2 de octubre de 2025


He encontrado en mí mismo lo que yo llamaría el anhelo de comprender más lo que Dios, el bien, hace en todos y cuál es el propósito de un cristiano hoy. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, tomadas completamente de la Biblia, revelan que Dios es el Espíritu infinito y el Amor siempre activo y nuestra verdadera consciencia, y que nosotros somos la expresión de Dios, la Vida. De manera que somos testigos de la importancia que tiene Dios para la humanidad y, como tales, se nos presenta la oportunidad y la necesidad de revolucionar un mundo en dificultades, de demostrar todo lo bueno que Dios expresa en todos, tal como amor, inteligencia y bienestar.

Recientemente, me desperté una noche terriblemente enfermo con malestar estomacal. Al buscar curación a través del enfoque espiritual al que estoy acostumbrado, me centré en comprender que nuestras vidas no están definidas por las circunstancias materiales —tal como un mundo en dificultades— sino por aquello que Dios nos creó para ser: las expresiones y testigos de Su naturaleza totalmente buena. Al tener más de ese profundo anhelo espiritual, sentí una oleada de fortaleza y, en unas pocas horas, estaba bien. Fui a la iglesia esa mañana y almorcé normalmente por la tarde. 

La vida humana es una experiencia en la que, en su mayor parte, no somos particularmente conscientes de lo que Dios es o expresa en toda Su creación, incluidos cada uno de nosotros. La humanidad está impulsada en gran medida por la percepción errónea de que somos mortales defectuosos, cada uno con una mente propia, y que estamos gobernados por circunstancias físicas que inevitablemente incluyen problemas. Y aunque muchos pueden buscar la ayuda de Dios mientras continúan abordando sus problemas, estos esfuerzos no demuestran ser suficientes para superar mucho. Romper con las constricciones de esta mentalidad significa perseguir lo que es esencialmente una revolución espiritual; algo que se expande más allá de nuestras vidas individuales a nuestras comunidades y al mundo. La necesidad esencial es demostrar que la realidad del universo es el control armonioso y la bondad de Dios, del Espíritu, no la mortalidad turbulenta.   

Esta revolución espiritual se necesita con urgencia hoy en día. El clima extremo, los desafíos sociales, los gobiernos en dificultades y la multiplicación de las enfermedades, junto con muchos otros problemas, se relacionan íntimamente con la necesidad de una revolución espiritual. Surgen de la creencia de que cada uno de nosotros tiene su propia mente aparte de la única e infinita Mente, Dios, y experimentamos el universo como si no estuviera bajo el control benigno del Espíritu único y del todo amoroso.

Cuando las cosas parecen difíciles, no hay mejor respuesta que considerar cómo podemos ayudar a traer este despertar espiritual al mundo. Abrazar este propósito más elevado nos permite vernos de manera más tangible en un universo en el que Dios opera en nuestra vida diaria y en nuestras interacciones con los demás. Por ejemplo, hace poco en un viaje me di cuenta de que el conductor del taxi en el que estaba cambió su pensamiento cuando dije que Dios nos había dado a cada uno un propósito. 

¿Qué podemos hacer que nos guíe a encontrarnos en un mundo de personas que trabajan para Dios, obreros cuyos pensamientos espiritualmente elevados y vidas consagradas conducirán a cambios profundos y amplios para mejor? ¿Puede una comunidad global de pensadores espirituales demostrar que la bondad de Dios se expresa en todos nosotros y que, por lo tanto, nos eleva por encima de los problemas que se avecinan y nos siguen desequilibrando? Definitivamente. No obstante, para avanzar en esta dirección, necesitamos comprender qué significa ser la imagen o expresión de Dios, el bien y Sus cualidades. Y encontraremos las respuestas necesarias a través de una devoción más completa a vivir esta espiritualidad y difundir esta forma de vida.

El peligro inminente que requiere más de nuestros esfuerzos espiritualmente impulsados no son solo los nuevos problemas que nos acosan, sino la generalizada ignorancia acerca del único e infinito Espíritu en acción. Esta incapacidad o falta de voluntad para conocer y comprender a Dios amenaza con un horizonte sombrío de un conflicto abrumador de fuerzas que afectan la salud, la seguridad, el medio ambiente y la paz. La respuesta es la revolución que Jesús introdujo y que el descubrimiento que hizo Mary Baker Eddy de la Ciencia Cristiana nos permite implementar.

Es el Cristo, la verdadera idea del Espíritu como se explica en la Ciencia Cristiana —no la tecnología, los productos farmacéuticos o cualquier otra invención de la humanidad— lo que puede elevarnos por encima de la falsa creencia de que están operando muchas fuerzas en conflicto. La Ciencia del Cristo saca a la luz un nuevo paradigma, mediante el cual podemos romper el pensamiento colectivo que establece y sostiene la creencia en la realidad de esas fuerzas materiales en conflicto. A través del Cristo, nuestra disposición a seguir el espectáculo sensual de un mundo material da lugar al trabajo de ver lo que es espiritualmente verdadero, dando testimonio de la forma de pensar y vivir que promueven todo el bien. 

La oración saca a la luz a Dios como una presencia real en nuestras vidas y nos mueve a hacer algo para aliviar los problemas que enfrenta la humanidad. Entonces, las enseñanzas de Jesús se convierten en algo más que un sistema de creencias con el beneficio de sanarnos a nosotros y a nuestros seres queridos. Estas enseñanzas también son un poder en el que participamos para sanar a nuestro mundo. El cristianismo de Jesús es el manual de instrucciones absoluto para la vida, y podemos estar muy agradecidos por eso. Pero la verdadera gratitud incluye demostrar el poder del Cristo para revolucionar el mundo a través de un despertar a lo que es espiritualmente verdadero.

Necesitamos un zumbido que se haga eco del zumbido que Jesús creó hace dos mil años cuando se dijo de las personas que lo vieron y lo oyeron: “Todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?” (Marcos 1:27).

La vida de Jesús mostró que Dios nos da la espiritualidad que resuelve problemas, transforma vidas y despierta a otros para ayudar con el esfuerzo. El progreso y la seguridad vienen en forma de ligeros pasos de consagración y el bienestar que sigue. Pero debajo se encuentra el despertar a una comprensión diferente de nuestro universo. A su vez, eso exige el compromiso de encontrar formas de superar las dificultades. Requiere comprometerse con los demás de manera que inspire un despertar espiritual en el que nos ayudemos unos a otros a ver que todo es consciencia y que todos somos la personificación de las cualidades de Dios. 

Dondequiera que esté, me gustaría que la gente escuchara y sintiera que están en condiciones de dejar que Dios haga algo para transformarlos a ellos y a sus vidas, y luego compartir las bendiciones con los demás. He tenido interacciones con un ruso que vive en Tailandia y que ahora está interesado en considerar que, si queremos cambiar nuestras vidas y el mundo, esencialmente estamos hablando de cambiar la consciencia. También conocí a una brasileña que vive en Francia y que está emocionada de haber encontrado una forma de pensar diferente cuando se siente mal y de experimentar cómo esto la sana y puede sanar a otros. 

Nuestra espiritualidad mueve el mundo. Lo más crucial para promulgar una revolución será 1) hacer sacrificios, ya que no se resolverá mágicamente sin tener la seria devoción de presenciar lo que es verdad, 2) reconocer que no es un evento que unos pocos harán que suceda, sino más bien el resultado de ver constantemente la actividad de la Mente divina expresada en todos, y 3) comprender el resultado que estamos buscando. 

La Sra. Eddy resume el objetivo cuando escribe (refiriéndose a los libros de texto de la Ciencia Cristiana, incluido su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras): “Si la Biblia y Ciencia y Salud tuvieran en los sistemas de enseñanza el lugar que ocupa la fisiología, revolucionarían y reformarían al mundo por el poder del Cristo” (No y Sí, pág. 11).

Para lograr un progreso concreto y transformar vidas, estos textos radicales que revelan el verdadero universo espiritual deben formar la base del pensamiento, la conversación y la acción de la humanidad.

Demostrar que vivimos únicamente en el mundo de Dios requerirá hacer el compromiso con una revolución en el pensamiento que demuestre a Dios. Difícilmente haya un momento para relajarse hasta que veamos que se produce esta curación espiritual. Y Dios está trabajando en nosotros para facilitarlo.

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