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Severo dolor abdominal sanado

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 29 de septiembre de 2025


Me gustaría compartir una curación que es muy significativa para mí, con la esperanza de que bendiga a otros.

Hace varios años me despertó un fuerte dolor abdominal. Fue alarmante, ya que nunca antes había experimentado este tipo de dolor. Pero tenía décadas de experiencia apoyándome con todo éxito en la Ciencia Cristiana para sanar una amplia variedad de males, y sabía que podía recurrir a ella en esta situación. En un esfuerzo por estar más cómodo y poder pensar con más claridad, me senté en una silla en nuestra habitación para orar. Como sentía la necesidad de recibir apoyo de inmediato, le pedí a mi esposa que llamara a un practicista de la Ciencia Cristiana, y aunque era medianoche, el practicista rápidamente comenzó a orar por mí, al igual que mi esposa.

Mientras tanto, los síntomas empeoraron y temí que me estuviera muriendo. Me bombardeaban pensamientos de temor que me distraían y me impedían pensar con claridad. Entonces recordé algo que había escuchado el día anterior en una conferencia de la Ciencia Cristiana. El conferenciante había dicho que era importante no quedarse atrapado en el miedo, sino enfrentarlo y volverse con confianza a Dios. 

Elevé mi pensamiento para desafiar el temor y afirmar que Dios, la única Mente infinita, gobernaba mi pensamiento. La siguiente idea de Mary Baker Eddy que presentó la conferencia describe la posición firme que yo estaba asumiendo: “Correr ante una mentira es aceptar sus términos. Esto funciona como correr delante del enemigo en la batalla. Te seguirá, te perseguirá hasta que lo enfrentes, confíes en Dios y te mantengas firme en el Espíritu, negando, enfrentando y luchando contra todas las pretensiones de la materia y la mente mortal, ambas una y la misma” (Yvonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, p. 235).

Esto me ayudó a llegar al siguiente paso importante, que fue reconocer que “en Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?” (Salmo 56:4). Recientemente, habían compartido este versículo de la Biblia en una reunión de testimonios en nuestra Iglesia de Cristo, Científico. Recordé cuánto había significado para la testificante y que había llevado a la curación de una enfermedad inquietante. Sabía que el poder divino que la había bendecido y sanado también estaba operando para mí. Esto me ayudó a ser menos temeroso y más receptivo a la inspiración divina que me estaba llegando.

Mientras escuchaba para recibir los pensamientos de Dios, este mensaje angelical me llegó calladamente: “… Vida es sólo Amor” (Mary Baker Eddy, Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 30). Estas palabras llenaron mi consciencia. No solo capté intelectualmente esta idea; sabía, sin duda, que Dios, el Amor todopoderoso, me rodeaba a mí y al mundo entero. Sabía que este Amor es Vida y que cada hijo de Dios, incluido yo mismo, es una expresión espiritual de la Vida. Reconocí que Dios es el Amor mismo y constituye mi ser. Sabía que Él estaba conmigo en ese momento, que me amaba y me cuidaba. Comprendí claramente que lo que parecía ser un cuerpo material enfermo no era mi vida. Percibí que el miedo se desvanecía ante estas vislumbres espirituales. Estos fueron algunos de los momentos más profundos que había experimentado, y supe que estaba a salvo.

El dolor disminuyó, y tuve la inspiración de escuchar una grabación de audio de la Lección Bíblica de esa semana del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. El dolor disminuyó aún más y regresé a la cama. 

Por la mañana, pude ir a trabajar. Todo dolor residual desapareció en unos días. Ese fue el final.

Al recordar lo sucedido, puedo ver que esta experiencia consistió en enfrentar el miedo y superarlo con la comprensión de que el Amor divino siempre está presente y gobierna mi vida armoniosamente. Como declara la Biblia: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1.° Juan 4:18).

Estoy agradecido por la Ciencia del Cristianismo, que convierte cada aflicción, por grave que parezca, en una gran bendición.

Andy Remec
Walnut Creek, California, EE. UU. 

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