Cuando nos sentimos desanimados o incluso traicionados por los fracasos del gobierno humano —el nuestro o el de otros— es importante considerar en quién o en qué estamos poniendo nuestra confianza para que nos gobierne. Como alguien que vive en un país con una historia de inestabilidad política y económica, he encontrado paz al volverme persistentemente a Dios y reconocerlo como el creador y Gobernante Supremo del universo, la fuente inagotable del bien infinito y el proveedor de oportunidades ilimitadas.
Es inspirador ver cómo Dios gobernó a los hijos de Israel en la Biblia. Dios instruyó a Moisés para que guiara al pueblo fuera de la esclavitud egipcia. Moisés fue humilde y obediente a Dios, quien proveyó al pueblo con agua y comida, los mantuvo a salvo en el desierto y los condujo a la Tierra Prometida. La columna de nube y la columna de fuego que acompañaban a los hijos de Israel eran señales de la presencia gobernante de Dios, de día y de noche.
Como enseña la Ciencia Cristiana, su travesía simboliza una transición de una visión material de la vida a una perspectiva espiritual, mediante la cual experimentamos la abundancia del bien bajo el gobierno justo de Dios. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, explica: “Así como los hijos de Israel fueron guiados triunfalmente a través del Mar Rojo, el oscuro flujo y reflujo de las mareas del temor humano —así como fueron conducidos a través del desierto, caminando cansadamente a través del gran yermo de las esperanzas humanas, y anticipando el gozo prometido— así la idea espiritual guiará todos los deseos justos en su pasaje del sentido al Alma, de un sentido material de la existencia al espiritual, hacia la gloria preparada para los que aman a Dios” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 566).
La Sra. Eddy también explica cómo funciona el gobierno de Dios en nuestras vidas: “El hombre se gobierna a sí mismo debidamente sólo cuando es guiado correctamente y gobernado por su Hacedor, la Verdad y el Amor divinos” (Ciencia y Salud, pág. 106).
¿Cómo se expresa el gobierno de Dios en el hecho de que el hombre “se gobierna a sí mismo debidamente”? Creados a imagen y semejanza de Dios —el Espíritu infinito, la Mente omnisciente— somos la expresión o efecto de Dios. Dios controla y gobierna el universo con Sus leyes de perfección, armonía y amor. La Biblia dice que las leyes de Dios están escritas en nuestros corazones (véase Jeremías 31:33), por lo que el gobierno propio es inherente a nosotros. Es la naturaleza de cada uno de nosotros. Somos naturalmente autogobernados bajo las leyes divinas que traen salud, unidad, libertad y oportunidades para el progreso.
Cristo Jesús describió los mandamientos más grandes de esta manera: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).
Al recurrir al gobierno de Dios en busca de guía y consuelo, orar para obtener una visión más espiritual de la vida y vivir estos mandamientos lo mejor que podamos, podemos experimentar la armonía del reino de Dios dondequiera que estemos. Incluso frente a las tormentas sociales y políticas, esta conciencia de la presencia y el gobierno de Dios trae seguridad, abundancia de bien y progreso.
Cuando mis cuatro hermanos y yo éramos niños, mis padres reconocieron el dulce gobierno de Dios sobre nuestra familia. Al principio, tener nuestra propia casa parecía imposible. Un golpe de Estado había dejado a nuestro país bajo un gobierno autoritario, plagado de corrupción, pesadas deudas y alta inflación.
Pero a medida que mis padres oraban como habían aprendido en la Ciencia Cristiana, buscando un sentido más espiritual de hogar hecho de cualidades como la paz, la armonía y la alegría, este sentido más elevado venció el desaliento y les abrió un camino para comprar un terreno y construir su casa (véase el testimonio de Márcia A. de Esefer, El Heraldo de la Ciencia Cristiana, noviembre de 1976).
Al aprender más sobre el amor de Dios y los recursos ilimitados, mis padres pudieron vestirnos, alimentarnos y educarnos a pesar de las difíciles circunstancias humanas. Vivíamos con felicidad y seguridad, comprendiendo que el Amor divino es omnipresente y omnipotente, y que podíamos amar a Dios de todo corazón.
Años más tarde, mi esposo y yo también descubrimos que recurrir a Dios en busca de guía y dejar que Él nos gobierne satisface todas las necesidades, incluso en un entorno desfavorable. Al negarnos a dejarnos impresionar por una visión limitada y material de la vida, oramos para comprender cada vez más que en el reino de Dios hay infinitas oportunidades de progreso al alcance de todos. Pudimos ser propietarios de una casa, educar a nuestros hijos a un alto nivel y encontrar buenos trabajos que ofrecieran progreso profesional.
Además, al obedecer el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y comprender que naturalmente podemos ejercer el autogobierno, pudimos resolver los conflictos cuando surgieron. Experimentamos todas estas bendiciones mientras vivíamos en condiciones políticas y económicas adversas, incluyendo gobiernos militares y totalitarios, hiperinflación, corrupción y alto desempleo. La ley de Dios anuló estos puntos de vista oscuros de la vida y abrió nuestros ojos a las soluciones. Fuimos consolados y provistos de lo necesario.
Al orar por un mejor gobierno humano en todo el mundo, podemos reconocer que, a pesar de las apariencias, los funcionarios del gobierno también son hijos de Dios, sabiamente guiados y controlados por la Mente omnisciente, Dios. Como manifestación de Dios, su verdadera naturaleza incluye el autogobierno y la obediencia a la ley divina, por lo que podemos esperar ver que sus pensamientos y acciones sean movidos por el Amor divino, el cual excluye el egoísmo, la sed de poder, la corrupción y la división.
Estos hechos espirituales, firmemente reconocidos, tienen un impacto. Nos permiten hacer lo que “bajo las circunstancias, más se aproxima a lo correcto”, y eso nos bendice tanto a nosotros como a los que nos rodean (Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 288). A medida que cada uno de nosotros ejerce el autogobierno bajo las leyes del bien de Dios, estamos haciendo nuestra parte para fortalecer un gobierno justo, donde el Amor divino nos guía y bendice a todos.
Monica Passaglia
Escritora de Editorial Invitada